Sofía era una ninfa preciosa que pertenecía a un lago que estaba en lo más profundo de un bosque. Este bosque era de los pocos que quedaban con magia ancestral, en él habitaban todo tipo de seres mágicos que vivían en armonía ocultos por un hechizo que los escondía de la visión del mundo humano. Solía pasar el día junto con las otras ninfas, cantando, tocando instrumentos que fabricaban ellas mismas con material que encontraban en los alrededores, nadando en el lago, caminando sobre los nenúfares... Todos eran felices e inconscientes del peligro que corrían que ya habían sufrido casi todos los bosques del resto del mundo.
Las ninfas, las hadas, elfos, los duendes, y otros seres nacían de la naturaleza. Nacían de los árboles, las flores, incluso algunos de la misma tierra. Las ninfas del lago surgían de las profundidades de éste. Nacían como bebes, crecían y se les quedaba la apariencia de mujeres de 25 años. Eran delicadas y bellas pero fuertes y atléticas. Cada año humano nacía un nuevo ser mágico. En el solsticio de invierno nacían los seres mágicos con apariencia de mujer y en el solsticio de verano los seres con apariencia de hombre. Durante el resto del año cada ser mágico cumplía con su papel y estaba en su territorio pero en ambas fechas se juntaban en diversas áreas del bosque donde nacían estas criaturas y preparaban festines con los frutos y raíces del bosque. Cuando terminaba el festín la comida que quedaba volvía a la tierra y permanecían dos lunas en la zona festejando la llegada de los nuevos miembros del bosque. Las hogueras estaban prohibidas, las luciérnagas del bosque y las hadas alumbraban estos festines.
Sin razón aparente, en los últimos solsticios de invierno las ninfas no habían recibido ningún miembro y algunas se sentían a temporadas con poca vitalidad. Sofía no le daba importancia, estaba en plena juventud, apenas tenía 18 años y solo quería que llegase el nuevo solsticio para poder moverse libremente por el bosque. El resto del tiempo jugaba a nadar más rápido que los peces del lago o a correr por los nenúfares junto con las hadas de éstos.
Ella sólo pensaba en ver al elfo Reignor, guardían de los límites del bosque. Reignor y los suyos se encargaban de proteger el bosque y de que sus miembros cumpliesen sus leyes. Reignor conocía la importancia que tenía Sofía en el bosque. Era la única ninfa con ojos de luna. Sus ojos eran color plata, en la noche brillaban más que cualquier hada o luciérnaga, era esbelta, su piel era blanca como los nardos y su pelo brillaba como el sol durante el día y durante la noche era blanco como las nubes. Era la única descendiente de la bruja que había embrujado el bosque para que permaneciesen ocultos. Así que Reignor consentía las fantasías de la joven ninfa para que no descubriese junto a otro elfo del bosque que ella era la única que podía reproducirse en las noches de festividad. Todos estos seres disfrutaban de estos placeres humanos durante las festividades, pero para la única que podía reproducirse era Sofía. Reignor todos los años dejaba que la joven estuviese con él y siempre conseguía distraerla. Reignor era el guardían de los secretos de la bruja del bosque, tal como lo fué su antecesor Oignor que murió en la última batalla contra los seres mágicos malignos.
Oignor perteneció a la última estirpe de descendientes del bosque guerreros que lucharon en una continua guerra con los seres ocultos de los valles. Estos finalmente habían sido destruidos por la bruja protectora del bosque, no sin antes haber fallecido casi todos los elfos y otros seres guardianes. Las náyades eran las únicas ninfas que se entrenaban para la guerra y habían sido completamente aniquiladas junto a su lugar de nacimiento. Alguna vez el viento traía rumores de que algunas estaban naciendo en otros bosques pero nunca llegaban a confirmarlo.
Reignar era un elfo muy fuerte, con ojos dorados como su piel y su cabello. Se sentía muy atraído por Sofía pero debía cumplir el deber que tenía encomendado; guardar el secreto de ésta hasta que apareciese la cuarta luna roja en el cielo. Entonces debía tomar como esposa a Sofía y sacarla del bosque para buscar el nuevo reino de los seres mágicos que ellos mismos junto con dos elfos y dos ninfas a su elección que se volverían fértiles al llegar a éste, crearían y harían crecer. De este lugar solo conocía lo que tenía en un antiguo papiro que había heredado de Oignor.
Reignar deseaba que la bruja volviese algún día al bosque para que pudiese entender el por qué del destino de Sofía.