Cap. 9

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-Piccolo, ¿qué te gustaría comer?

Él, tan portado como siempre se hacía a una esquina del sofá, no quería mostrarse perezoso en casa ajena, ni por qué fuese su novia la única expectadora.

-Lo que tú hagas me parece bien.

Yany suspiro y acomodo un mechón castaño detrás de su oreja, para después apoyar sus manos en el comedor.

-Necesito ideas.-sonrio amablemente.

Piccolo medito un poco alguna opción sencilla y deliciosa para que los dos almorzaran, y si ella se lo permitía otra vez, le cocinaria algo para deleitarla con sus platillos.
Se levantó hasta ella, le tocó con suavidad el hombro a lo que ella le dirigió la vista.

-¿Y bien?

-Necesitaremos comprar algunas cosas.

No le dio tiempo de responder, le tomó de la mano y puso rumbo a la puerta principal, pero ella le detuvo.

-Espera, deja que vaya por dinero y...

-Yo pagaré, descuida.

Le echo un vistazo rápido. Su novia llevaba sus ropas holgadas y cómodas, se veía linda como siempre para el, pero era mujer y por lógica si quería arreglarse un poco antes de ir de compras.

-Solo me peinare, ya vuelvo. - dicho esto, fue a su habitación para tal acción, y para buscar calzado también.

Eran aproximadamente las ocho de la mañana, y ambos entrarían a sus trabajos hasta las dos de la tarde... Tenían tiempo de sobra para compartir.
Además que en unos días más regresaría a su casa al lado de su compañero, ya se hacía visiones de la casa destrozada, todo gracias a lo holgazán que era Vegeta.

-Vamonos- dijo con normalidad, abriendo la puerta.

Piccolo la dejo pasar a ella primero, y él cerró la puerta después.
Irían en su automóvil, ambos subieron simultáneamente, mientras que encendió el coche, Yany se acomodo en su asiento, mirando a través de la ventana.

-Pensándolo bien, es un buen momento para ir a la alberca, ¿no?

-Ja, pero si no hemos ni desayunado.

-Entonces compremos algunas cosas nada más -dicho esto, se dispuso a poner en marcha el auto.

La mesera estaba acostumbrada a la gran cantidad de alimentos que pedía un consumidor frecuente, esa persona que traía un peinado extravagante. Es decir, Goku, así que por pocas veces la dejaba boquiabierta, puesto que pidió menos de la mitad de alimentos que necesitaba.

-¿y para el otro caballero?

Vegeta sonrió, así le debían decir todas las mujeres (que ni Bulma lo trató así).
Él comenzó a leer la carta, todo era apetitoso, pero los precios eran ridículamente absurdos.
Iba a abusar de la amabilidad de Goku en que pagará el desayuno, pero ni tanto. Su mejor opción fue un platillo con el que seguramente se llenaría el estómago (y tampoco caro).

La muchacha se retiro con la orden, dejando nuevamente al dúo hablar.

-Vegeta, toparnos dos veces en poco tiempo. Hay que aprovecharlo para discutir muchas cosas, ¿no lo crees? -sus ojos mostraron ternura y felicidad, mientras que su amigo buscaba algo en sus bolsillos. -¿Ocurre algo?

-No, nada Kakarotto.-lo miro directamente a los ojos- perdí mi billetera.

Goku comprendió, parpadeo algo divertido. Vegeta era un galán con descaro.

-Tendrás que invitar otra vez tu, amigo- volvía a hablar con las palabras perfectas; de sólo ver la sonrisa boba de Goku dio por hecho que tenía un desayuno gratis.

El galán [AU-DB] #PacmanAwards2019 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora