I
Año 2008, en unas de las ciudades de Turquía.
En una habitación donde se hallaban el living comedor y la cocina; una mujer se encontraba en cama, solo era un colchón viejo cubierto de telas maltratadas, respiraba agitada por la fiebre. Aun cuando su aspecto estaba demacrado por la enfermedad su hermosura era evidente... un niño de unos diez años entro con una botella de agua y medicina que ha ido a comprar.
– ¡Mamá! –Se hinco en la orilla sacando las píldoras para disolverlas en un poco de agua en un vaso –traje la medicina, te pondrás bien –sonreía.
La mujer le devolvía la sonrisa a su pequeño, levantando la mano y acarició el rostro de su niño, mira con añoranza su cabello y ojos.
–hijo mío... mi querido y pequeño hijo...
–mamá bebe por favor.
La mujer lo hizo despacio rogando en cada sorbo poder soportar un poco más, unos años más.
–Mi pequeño... escúchame, trae de mi cajón una bolsa de tela roja –el niño obedeció y fue buscado entre las cosas que habían en la habitación hasta que dio con ella y se la llevo.
– ¿esta?
–sí... –se comenzó a enderezar.
–Mamá debes estar acostada –le decía el niño, mas, ella no hacía caso.
–Mi pequeño –tomo la bolsa, agitada, solo el sentarse le pedía un gran esfuerzo.
Por más que pidiera más tiempo, su cuerpo le decía que ya era el momento, de adentro de la bolsa saco un collar de perlas grandes y blancas separadas por unas en forma de colmillos cada cinco piedras de las treinta, mostrándoselo le dijo
–hijo, siempre lleva esto contigo, no te lo quites por nada en el mundo...
– ¿Por qué mamá?
–solo no lo hagas, te ayudara a encontrar tu destino... recuerda... el destino no siempre es amable... pero, debes enfrentarlo... para poder seguir, jamás... te dejes vencer –lo colgó en el cuello del niño besando con todo su amor aquella pequeña frente tapada con los cabellos plateados y rebeldes, mientras él miraba extrañado el collar – ahora dormiré –se comenzó a recostar –porque no le cantas a tu madre... arrúllame como yo lo hacía contigo ¿recuerdas el poema?
–sí, el de la princesa que se va del lado de su amado ¿verdad?
–así es hijo mío... mi amado Inu Yasha.
La voz dulce del niño recitaba en arrullo placentero el poema enseñado por su madre.
– "¿de qué me sirve esta bebida de la inmortalidad a mí, ahora que nunca nos volveremos a vernos de nuevo y gasto mis días derramando las suficientes lagrimas para flotar sobre su estela?..."
La mujer sonreía. Una de las perlas comenzó a cambiar de color al tiempo que ella comenzaba a cerrar los ojos "no puedo evitar que ocurra, este collar te ayudara a mantenerte vivo... solo espero no caigas. No me odies cariño mío; tus ojos lloraran lágrimas de sangre, tu corazón pedirá clemencia... no debes flaquear, no te dejes vencer mi pequeño y amado Inu Yasha...". El niño al percatarse dejo de cantar. Se agacho cobijándola sonriente, parecía tan tranquila, beso su frente con cariño.
–recupérate pronto mamá... me iré a trabajar.
Salió del remolque que hacía de su casa caminaba a una tienda de circo que ya llevaba un año asentado ahí y el actual dueño no deseaba salir del país. Inu Yasha al ver pasar frente a él a un chico, a unos cuantos metros un poco más alto que él corriendo

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A los pies del heredero
FanfictionInu Yasha es un chico que ha vivido toda su vida en un circo, aprendiendo más de un oficio en el transcurso de los años, viviendo con Kouga tras la muerte de su madre. Quien le dio un collar de perlas blancas que se dividían por una especie de colmi...