Estoy agotada, mis pies me duelen horrores y las manos las tengo moradas del frío que hace.
Llego a casa temblando por el frío, lo unico que deseo es darme una ducha y comer algo.Me doy un ducha y al salir me encuentro de frente con el idiota de mi hermanastro.
Ricardo, no solo es insoportable, además de idiota, es simplemente un holgazán que vive del cuento y claro como su madre se lo cree todo, él se aprovecha para irse con sus amigos de fiesta y no dar palo al agua.
No lo soporto y más con esa arrogancia que hace que me den ganas de abofetearlo.Me mira de arriba abajo comenzando a reírse a carcajadas.
De nuevo vuelve a burlarse de mí.— Pero chica mírate parece que has salido de una jaula de leones con ese pelo y ese chándal que casi ni te ves con el puesto.
Agotada por sus comentarios machistas no tardo en responderle.
— Al menos yo tengo mal aspecto porque trabajo, cosa que tú holgazán vives a costa de lo que te da tú mamá engañando a mi padre.
— Si tú eres tonta yo no tengo la culpa. Mientras que tú trabajas como una burra yo estoy en casa disfrutando y obteniendo caprichos.
— Nunca vas a cambiar Ricardo ¿Verdad? — Le desafío con la mirada antes de marcharme hacia mi habitación donde me encuentro chateando como siempre a Jeny, mi hermanastra e hija de su primer matrimonio de mi antipática madrastra Carmen.
Paso de ella y de sus comentarios sarcásticos, me pongo mi pijama sin responderle a sus estúpidas preguntas.
¿De dónde vengo a estas horas? — Me repite una y otra vez.
Hay que ser corta de mente. De dónde voy a venir sino de trabajar.Llevo tres años trabajando por horas en distintos empleos.
Quiero poder terminar mi carrera como veterinaria y lo que más anhelo desde que mi papá se volvió de nuevo a casar es poder comprar mi propia casa.
Podría irme de alquiler, aun así pienso que es una manera de tirar el dinero, para eso prefiero ahorrar y cuando tenga el suficiente dinero meterme en una hipoteca de algún modo será de mi propiedad.
Desde el primer día que mi padre me anunció que se volvería a casar, no me prestó muy bien que digamos, puesto que mi madre apenas había hecho dos años que falleció y él volvía de nuevo a casarse y más con una viuda con dos hijos a su cargo.¡Qué horror! Fue lo primero que se me pasó por mi mente, puesto que yo soy hija única y no estoy acostumbrada a compartir mis cosas y muchos menos tener que soportar a estos niños mal criados y nada compresivos.
Durante estos doce años que llevamos de convivencia, he soportado de todo. Desde levantarme y hacer de cenicienta ha tener que aguantar las impertinencias de los tres.
En mi corazón hay un agujero de sufrimiento, diría que me siento afligida por no obtener el apoyo y tiempo de mi papá.
Él es camionero, y en ocasiones debe viajar por meses y cuando vuelve a casa, Carmen lo acapara para ella convenciéndole de todos mis fallos. Consecuencia, mi padre me regaña haciéndome entender que Carmen y sus hijos son ahora mi familia.
Guardo silencio, callando me para mí lo que pienso soportando una a una la verdad.
Yo no hago nada malo.
No tengo novio, no he salido en veintitrés años que tengo con un chico porque me la he pasado estudiando, haciéndole los recados a Carmen en su peluquería impidiendo que salga con mi única amiga, Alba.
Gracias a ella puedo desahogarme, expresarme y sacar este rencor que lentamente atapona mi corazón planteándome de querer salir cuanto antes de esa casa.
Esta casa que es mía, el hogar que construyó mi madre y mi padre cuando se casaron, un hogar cálido donde se podía respirar amor y donde mis padres hablaban y me mimaban.
Pero todo eso se acabó cuando mi padre empezó a culpar a mi madre de adúltera y su matrimonio por diez años acabó roto.
Mis padres se divorciaron y dos años después mi madre y yo tuvimos un accidente.
Afortunadamente a mí no me sucedió nada, pero mi madre murió días después en el hospital.
Yo solo tenía doce años cuando aquella tragedia me golpeó tan fuerte que ha día de hoy me cuesta reponerme de la ausencia de mi madre.
Me hace tanta falta que lloro en silencio rogándole que donde esté me ayude a superar esta amarga vida que me ha tocado vivir.
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QUERER, NO ES OBLIGAR
RandomPara Damián Irzu su mayor prioridad es que su familia esté unida y sus nietos, Alois y Héctor sigan sus pasos. Con el paso de los años, Damián educó a sus nietos con la única intención de que deberían continuar trabajando en su empresa para que su f...