Capítulo 4

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Mi concepto como ama de casa.

Esa configuración que realicé en el concepto de mi misma, me llevó a que en mi relación de pareja exigiera la mirada de mi marido y ante el menor desvío me sintiera ignorada. También empezó a entrar en juego el miedo a fallar y la necesidad de aprobación.

Me convertí en una mujer que no podía salir a comprar sola a la carnicería o la verdulería por miedo a llegar a casa con mercadería que no cumpliera con las expectativas de mi marido... Pero ¿Eran realmente sus expectativas? En realidad él nunca me hubiera reprochado por la compra, era yo misma la que me exigía, eran MIS expectativas, y mi miedo de no cumplirlas. Y era en estos dos lugares donde yo debía asegurarme que lo que me daban era bueno, no pasaba lo mismo con productos embasados porque sentía menos responsabilidad en la compra. A eso sumémosle la culpa por "no poder hacerlo", porque todas las mujeres podían, pero yo no, y eso también significaba que estaba fallando.

Me convertí en una ama de casa que no podía dejar de pensar en el desorden, sentía que todo era demasiado para mí, y no podía ver a mi marido descansar porque yo no tenía descanso... ¿Y por qué no tenía descanso? ¿Porque mis hijos y mi marido no me daban descanso? NO, porque yo misma no me lo daba. Incansables veces escuche a mi marido decirme, quedate tranquila, relajate y vení a tomar unos mates... y yo, sin poder ver todo esto decía "Claro, es muy fácil decir relajate, pero mirá todo lo que tengo para hacer". Entonces los quehaceres diarios eran una obligación, que hacía a disgusto y creyendo que lo hacía para los otros. Pero en realidad lo estaba haciendo para mí, para aprobarme, porque si veía la casa limpia significaba que no había fallado.

¿Y que pasaba con la aprobación? Me recuerdo diciendo "¿Viste que linda quedó la casa?" o "¡No me dijiste nada porque cambié los muebles de lugar!", y eso lo decía los días que estaba bien anímicamente, porque si estaba mal, no solo que no lo decía, sino que me taladraba la cabeza pensando que todo lo que había hecho era en vano, porque nadie lo notaba. Y en realidad, todo lo que necesitaba era notarlo yo, y valorarlo yo, nadie más.

Con esto no quiero decir que ahora no me guste que me digan lo bien que realicé algo, no quita lo agradable que es que reconozcan lo que uno hace, me refiero puntualmente a la NECESIDAD, cuando estos gestos del otro son necesarios para sentirnos bien, ahí está el conflicto. Cuando yo valoro lo que hago, y cuando yo me apruebo, ya no necesito que otros lo hagan, porque ya me lo di yo, y esto me permite disfrutar de mi día tanto si me lo dicen como si no lo notan.

Es arrogancia, dicen algunos comúnmente, porque suena raro escuchar a alguien decir que no necesita la aprobación de otro porque valora su propio trabajo, pero comprendí que no es arrogancia, valorarse y aprobarse es amor y no hay nada más lindo que amarse a uno mismo.

Es egocentrismo, dicen algunos comúnmente, porque como decía antes no se acostumbra a hablar bien de uno mismo y decir que me amo puede parecer raro, pero no es egocentrismo, es conexión con nuestro ser, con nuestra esencia, porque a eso vinimos, a amarnos y a amar.

¿Cómo podríamos amar a otro si no nos amamos a nosotros mismos? A lo que somos como ser, a nuestro cuerpo que es el que nos permite transitar esta experiencia.

¿Cómo amo a otro si todo lo que tengo para dar es lo que me falta? Si prestamos atención es solo un juego de niños, tampoco hay que sentirse culpable por ello, porque estamos aprendiendo, es tan simple como un juego de niños, observen:

"Yo te doy lo que no tengo (amor, valoración, respeto, tiempo, afecto, compromiso), y vos dame eso también porque yo te lo di"....

Pero, en realidad no le di nada, creí darle, pero no tenía, y no tenía porque no me lo di... y continúa:

"¡Entonces dame, dame porque mirá me quede sin eso y lo necesito!"....

Pero no lo tenía, no es por culpa del otro que no lo tengo, solo yo puedo dármelo primero, tomarlo, abrazarlo, llenarme de eso, y después jugamos.

Aún somos niños, atrapados en un cuerpo adulto, ignorados por una mente adulta, que quiere jugar a ser grande, sin saber que no se puede ser grande si no aceptamos y amamos a nuestro niño.

Cuando comprendemos que lo que hacemos, lo hacemos por nosotros y no por el otro, podemos sacarle esa gran responsabilidad al otro de ser el verdugo que nos tiene prisioneros, y lo que es mejor, podemos dejar de sentirnos prisioneros. Y no me refiero a no hacer cosas por los otros, claro que podemos ser amables, ser generosos, ser considerados, hacer cosas para otros, pero desde el amor, no desde la obligación, y desde el amor es amando, y amando es amándonos.

Cuando tomo conciencia de que ordenar mi hogar es mirar a mí alrededor y sentirme a gusto, voy a amar cada paso que me lleve a ese estado. Cuando tomo conciencia de que ir sola a hacer las compras es saber que puedo hacerlo, me siento libre, ya no estoy atada a mis creencias limitantes. Y sí, también puedo decirle a mi marido o a mi hijo "¿Me acompañás?" Pero no porque necesito que venga porque sola no puedo, simplemente porque quiero compartir un rato mas con él, porque me gusta hacerlo juntos, pero si no quiere o no puede está bien, porque yo me siento bien conmigo y sé que puedo.

Y si quiere mirar una película y yo quiero escuchar música, está bien, porque me respeto y lo respeto, y nuestro amor no va a cambiar porque él haga una cosa y yo haga otra, y seguramente en algún momento voy a tener más ganas de compartir un rato con él que hacer algo puntual, entonces voy a mirar la película con él, pero desde el amor, no porque soy buena y cedo, sino porque SIENTO hacerlo de ese modo, y si él siente hacer lo que yo tengo ganas de hacer, genial, pero no haciéndolo por mí, porque es bueno, sino haciéndolo porque lo siente

Porque de la misma forma que es sano para nosotros amarnos, lo es para el otro, lo es para todos. Entonces yo no voy a amarme y a impedirle que se ame, al contrario, si él se ama, se respeta y se valora, también va a estar lleno y vamos a poder compartir.

Vamos a ser dos niños con nuestros baúles llenos de juguetes, compartiendo con amor.

Sanando mi relación conmigo - Belén Aguirre - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora