Hacía un buen rato que las luces se habían apagado. Todo estaba calmado y en silencio a excepción de algún que otro ronquido disonante y las respiraciones pausadas de mis compañeros que me indicaban, aparentemente, que todos dormían.
Todos menos ella, por supuesto... podía sentir lo inquieta que estaba y el huracán de pensamientos que debía de estar dando vueltas y vueltas en su cabeza.
Todo muy comprensible teniendo en cuenta que esta podía ser su última noche en la academia.Yo la observaba discretamente, muriéndome de ganas por saber que era lo que la estaba perturbado tanto.
Estaría quizás intentando grabarse a fuego todas las experiencias vividas desde que entramos? Todos esos conocimientos que habíamos aprendido y absorbido como esponjas? Los torbellinos emocionales que sentíamos cada día nuevo aquí dentro? Estaría pensando en mí? En lo intensa que se había vuelto nuestra amistad en apenas 15 días? Me iba a echar de menos tanto como yo a ella? Todas esas preguntas se iban acumulando en mi cabeza sin descanso, quizás estaba tan inquieta como ella, y yo solo... Solo necesite hacerlas parar.Alargue mi mano lentamente hasta posarla en su estómago, giró su cara para mirarme sorprendida pero sus ojos se relajaron al verme y me lanzó una sonrisa triste de medio lado.
- Lo siento, no quería despertarte.- Susurró
- No lo has hecho, tranquila, yo tampoco puedo dormir.
- Quizás no ha sido buena idea compartir cama conmigo eh..
- No podrías haberme convencido de lo contrario, puede que hoy sea...
- Lo sé.
Un silencio cómodo se instaló entre nosotras, me acerque más a ella hasta apoyar mi cabeza en su hombro, mi mano seguía ahí, en su barriga.. empecé a darle suaves caricias con mis dedos intentando que se relajara un poco y pudiera dormir, mañana iba a ser un día muy intenso y largo.
No llevaría ni 15 minutos entretenida con esa tarea cuando oí un suave suspiro que se le escapó entre los dientes, sorprendida me di cuenta de que mi mano se había colado por debajo de la camiseta de su pijama y estaba acariciando directamente la piel de su abdomen. Me quede petrificada, sin saber muy bien que hacer, me estaba sintiendo tan a gusto y relajada que la condenada había actuado por cuenta propia.
- No pares. Me gusta.- dijo con una voz entrecortada.
Dude un par de segundos y sin decir nada continué moviendo mi mano a un ritmo constante.
Llevábamos un buen rato en esa misma posición, sin hablarnos, yo no había parado de deslizar mis dedos de arriba abajo, de un lado hacía el otro, recorriendo cada centímetro de su abdomen y no sabía, honestamente, cual de las dos lo estaba disfrutando más, porque madre de dios .... Que abdominales tenía la jodía.En un momento dado me pareció que se estaba quedando dormida y no sé si fue por eso, que no quería que se durmiera todavía, si me había poseído el espíritu de alguna clase de felino bribón o si simplemente lo que quería era volver a oírla suspirar, pero tuve la absurda idea de arañarla, de pasar mis uñas por su estómago en lugar de la yema de mis dedos. Un arañazo en toda regla vamos, delicado, pero arañazo al fin y al cabo.
Pude sentir como se estremeció entera y todos los músculos de su abdomen se contrajeron bajo mi mano, definitivamente lo que salió de su boca para mi deleite no fue un simple suspiro, el sonido que emitió consiguió que la que se estremeciera esta vez fuera yo y que sintiera la urgente necesidad de hacerlo otra vez. Mi boca estaba completamente seca y podía notar como otras zonas más abajo se iban humedeciendo.
Alce un poco mi cabeza, lo justo para poder ver su cara, pero ella no se movió ni un milímetro, a pesar de la penumbra de la habitación pude ver que estaba despierta, muy despierta, tenía los ojos abiertos como platos y la mirada perdida en la litera de arriba, un leve tinte rojo empezaba a cubrirle las mejillas y sus manos estrujaban las sabanas.
No pude aguantarme más y mientras me fijaba en cada detalle de su rostro lo volví a hacer, y lo hice otra vez, y otra más...Cerró los ojos con fuerza y se mordió el labio inferior, intentando ahogar los pequeños gemidos que se escapaban de su boca, yo no dejaba de mirarla ensimismada mientras iba alternado pequeños arañazos con alguna que otra caricia cariñosa.