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Escuché de mujeres que quieren a sus hijos que no esperaban esa suerte, y de mujeres que no los soportan y que los estaban esperando.

Vi mujeres que agarran a un hombre y hacen juntos bebés por miedo a esperar demasiado y otras que esperan y esperan y nunca llega el adecuado. Mujeres que tienen al correcto y no necesitan nada más y mujeres que no lo tienen y por eso necesitan.

Sabía de mujeres que querían niñas, niños, labios rojos, mejillas regordetas, ojos verdes o piel lechosa. Pelo rizado como su padre y la nariz redonda de ellas. Pecas por todo el cuerpo o piel impecable y lisa.

Yo por mi parte te aseguro que te quise desde los diez años cuando tu tía nació y que te quiero ahora tanto que a veces asusta. Y no te voy a negar que esperé y esperé y en una ocasión estuve a punto de conformarme pero me detuve a tiempo. Y seguí esperando y esperando y me di cuenta de que ya no podía esperar más. Entonces decidí que si tú no ibas a mí yo iría a ti.

Y supe que no me importaba como fueras. Alto, bajo, gordo, flaco, con la nariz de tu padre o la de tu madre, el pelo liso o rizado, negro o dorado, piel lechosa o de chocolate.

Solo te quería a ti en mis brazos.

Espero, mi pequeño niño de ojos azules y pelo de oro, que de mayor no me reproches. Que puede que no tengas papá pero yo te aseguro que nunca va a hacer falta, que nuestra familia está completa. Y que, si algún día ocurre, ocurrirá. Pero no es necesario, nunca lo fue. Tardé mucho en darme cuenta.

En verdad hay muchas cosas que no tienen importancia y no son necesarias. Un padre, misma sangre, un doloroso parto o rasgos iguales.

Ay, Jacobo, espero poder enseñarte que lo único realmente importante, es el amor.

JacoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora