Despierto por el ruido del timbre de casa, giro mi cabeza un poco para ver la hora en mi despertador que está en la mesa de noche. Son las 7:38 am.
A paso lento y pesado me paro de la cama, tomo un pants y una playera vieja color rojo que mi madre siempre amenazaba con tirar a la basura.
El timbre sigue sonando con mucha insistencia lo cual me resulta extraño porque ya han pasado varios minutos desde que comenzaron a tocar.
Por fin cuando llego a la entrada el molesto sonido del timbre se detiene, abro la puerta sin fijarme antes por el pequeño hoyo que hay en ella y no encuentro a nadie, solo una caja con una nota encima, la tomo y regreso al interior de mi hogar.
He decidido que la revisare más tarde, primero voy a bañarme y saldré a comprar algo para desayunar, la verdad es que no me apetece quedarme solo en casa, no ahora.
En el camino a un pequeño café que está cerca me encuentro a la vieja Katie, una agradable viejita con el cabello blanco y el rostro arrugado.
-Hola cariño.- Me saluda con voz suave.
-¿Qué tal señora Katie?- Le respondo con una sonrisa, muy pequeña pero sincera.
Antes de que se detenga a hacerme conversación continuo caminando mientras meneo la mano en forma de despedida. Aunque ella es agradable no tengo ánimos para hablar con alguien y menos si sé que la plática tornara alrededor de la muerte de mis padres.
Cuando llegó a la cafetería me doy cuenta que está prácticamente vacía, solo hay un par de hombres que leen el periódico y dan cortos tragos al café. Por alguna razón me hace sentir más triste.
Me acerco a la barra, una chica toma mi orden y me indica que espere unos minutos en alguna de las tantas mesas vacías, me siento y sacó mi celular, no hay mensajes nuevos o llamadas perdidas, es entonces cuando reflexiono acerca de lo solo que me encuentro. No tengo amigos y mis únicos 2 familiares no se han preocupado por llamarme para ver si me encuentro bien o decidí suicidarme en la noche.
Estudie toda la escuela desde casa y cuando tenía la oportunidad de entablar conversación con alguien de mi edad entraba en pánico y me daba vergüenza el no saber sobre que charlar.
Finalmente tomo mi pedido y regresó a casa, al entrar lo primero que capta mi atención es la caja que recibí en la mañana, la había olvidado.
Me siento en la mesa de la cocina y mientras tomo mi café y mordisqueo mi dona abro la caja. Es un paquete de la empresa en donde trabajaba papá, viene de su jefe.
En el interior hay algunas fotografías que imagino estaban en el escritorio de mi padre, junto con papeles que igualmente le pertenecían y un sobre con dinero y una tarjeta de banco.
En la nota que había arriba de la caja explicaba que el dinero del sobre era un pago que la empresa debía a mi padre y que en la tarjeta estaba el cobro del seguro de vida que papá tanto se esforzó en pagar todos estos años.
Observo la caja y me resigno a hacer algo que tarde o temprano deberé de hacer, dicen que al mal paso es mejor darle prisa. Suspiro y la vació, es hora de guardar las cosas de mamá y papá.
Subo las escaleras y respiro hondo antes de entrar a su habitación.
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Dante y el chico de las estrellas.
Roman d'amourDante es un joven solitario e introvertido, no tiene amigos y es huérfano. Su vida es muy aburrida y rutinaria, pasa el día en casa solo o en el trabajo. Un par de años después de perder a sus padres, la noche de su cumpleaños número 23, las estrell...