Capítulo 3

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Mis ojos se abrieron tanto como podía seguido de mi boca.
Pasmada, veía aquel hombre que minutos antes me estaba pidiendo hablar conmigo y ahora después de quitarse el disfraz que lleva, resulta que se trata del tarado que hizo que me jefe me descontara su maldita pizza.
Mi respiración es jadeante  y fuerte, mis uñas están clavadas en las palmas de mi mano de la mala leche que me ha entrado al tener ante mí al tarado este.
Busco la calma por algún lugar de mi organismo, porque ganas de estrangularlo no me faltan.
Pero como no soy un asesina en serie y más hacerle pupa delante de las cámaras de seguridad no va conmigo, me tranquilizo proponiéndole hablar en la calle.
Después cometeré el asesinato.

Salimos a la calle cuando ya he cerrado la tienda, caminamos unos metros en silencio guiándome hasta su coche.

— ¿Quieres montar y vamos a tomar algo?

— He pensado que no. Lo que me tengas que decir, dímelo ya que es tarde y mi padre se va preocupar por mí.

— No te voy a quitar mucho tiempo. Pero mejor que hablemos en privado. Ven, monta no voy a comerte y te cuento.

Hago lo que me dice, al final la curiosidad me puede y tengo algo de hambre, por lo que le indico que vaya a un restaurante chino.

Sentados en la mesa, Héctor comienza a contarme para qué me necesita.

— Resulta como bien sabes, yo soy un hombre famoso, y busco una mujer que finja ser mi novia en la fiesta de cumpleaños de mi abuelo. Y... cómo me has dicho que necesitabas el dinero y me siento mal por lo sucedido con tu reparto, te pido por favor que seas mi novia por un par de días.

Me quedo mirándole con cara sería. Yo, la novia de un famoso actor... pensándolo fríamente no estaría mal, pero ¿Y después qué sucederá? Aunque me gustaría arriesgarme y hacerle ese favor, no puedo, pensar en lo que me diría mi padre no sé si podría soportar sus duras palabras.
Al fin y al cabo yo soy una chica humilde y el es un galán de telenovela, vamos que ni con pegamento pegamos.

— ¿Qué me dices? — Sus ojos me atraviesan inocentes, sus labios son tentadores y su rostro es divino de ver. Sin duda es atractivo. Pero no puedo aunque quisiera.

— Héctor, siento decirte que no puedo.
Yo soy una chica corriente, del montón y para serte sincera tú y yo no pegamos ni con pegamento. Vamos que daríamos el cante. Además que le diría yo a tu abuelo si no te conozco.

— Solo debes preguntarme y te responderé encantado.

— Y para qué molestarme si esta relación supuestamente es falsa, para eso le pregunto a Google que me va ha dar la misma información.

Los dos nos echamos a reír por mi comentario.
Sin embargo, veo que el rostro de Héctor es afligido, ahora que caigo, ¿Porqué querrá que yo sea su acompañante? Segura estoy que es para darle celos a Bianca.

— Laura si no fuera importante para mí, no estaría rogándole que me acompañe, solo será una noche te pagaré bien y después hablaré con mis abogados para que nadie hable sobre ti.

— Pero...¿Porqué yo? ¿Y la chica que salió de su casa a caso es otra más?

— No. Bianca es...— Enseguida me percato que entre Bianca y él hay más de lo que me quiere contar, solo hay que verlo como busca las palabras, como si lo que siente no quiere que lo sepa. Al menos que le cueste explicar lo que siente realmente por ella.

— Especial. De acuerdo. Habéis peleado y quieres darle celos. ¿Me equivoco? — Me dirijo hacia el alzando mi ceja en modo de interrogatorio.

— No es así...Es porque mi abuelo me presiona para presentarle a la mujer de mi vida y yo en estos momentos no quiero nada serio con ninguna mujer.

QUERER, NO ES OBLIGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora