Capítulo 9:

16 1 0
                                    

- ¿Diga? – atendió - ¡Gemma! ¿Cómo estás, hermanita? – dijo luego – Yo bien, ¿cuándo vendrás?, tengo a alguien a quien presentarte – me miró y me guiñó el ojo, sonreí – Está bien, nos hablamos, adiós – dijo y cortó

- Ya quiero conocerla – dije sonriendo

- Apuesto a que se llevarán bien – dijo él.

Ahora que pienso, si ese teléfono no hubiese sonado, quién sabe en qué habría quedado ese beso con Harry. Vaya que no pensé lo que hacía, por la posición en la que estábamos, y la intensidad con la que nos besábamos, se podría decir que casi lo… hacemos.

Me acerqué a donde él estaba pero le presté atención a la ventana y el reflejo que dejaba ver de la calle, al otro lado de ésta. Será mejor que vuelva a casa antes que la nieve suba demasiado cosa que no podamos salir y tenga que quedarme aquí a pasar la noche, después de lo que casi pasa hoy, sería algo extraño.

- Harry, será mejor que vaya a casa antes de que la nieve suba mas – dije mirando por la ventana

- Tienes razón, vamos, te llevo – dijo y puso una mano en mi cintura, para llevarme hasta la puerta.

Tomamos nuestros abrigos que habíamos colgado en el perchero y salimos. Nos dirigimos hacía el lindo auto de Harry y condujo hasta mi casa. La conversación durante el camino se basó en Gemma, no porque no sea interesante, pero creo que ninguno quería hablar sobre lo que casi hacemos, por lo menos, no por ahora.

Me despedí de Harry con un gesto de mis manos y entré a casa, me pareció raro que Steve aun no esté en casa así que me dirigí al teléfono para marcar su número, mientras me dirigía a la cocina. Tenía ganas de tomar un submarino caliente.

- ¿Hola? 

- Steve, ¿Dónde estás? – pregunté y me estiré para agarrar el tazón de azúcar que estaba en unos estantes

- Ya estoy volviendo hermanita, ¿pasó algo? – preguntó él

- No, nada, solo quería asegurarme de que esté todo bien, ¿Qué quieres de comer? – pregunté mientras bajaba el tazón y me dirigía, ahora, a buscar las barras de chocolate.

- Sopa, hoy hace mucho frío – dijo él

- Genial, espero que no tengas inconvenientes con la nieve – dije y partí una barra de chocolate y la puse dentro de la taza.

- Eso espero, cualquier cosa, te llamo – dijo él.

- Está bien, pero trata de no tardar tanto, ¿sí? – dije y puse a calentar la leche para el submarino.

- Haré lo que pueda – contestó mi hermano.

- ¿Qué pasó que tuviste que quedarte tanto tiempo en el trabajo? – pregunté intrigada, mientras partía la barra de chocolate en pedacitos para ponerla dentro de la taza vacía.

- Problemas, te cuento en cuanto llegue – contestó

- Como digas – dije y le coloqué azúcar a la taza que ya no estaba vacía, pues contenía los pedazos de chocolate.

- Bien, hermanita, nos vemos en un rato, cuídate mucho y no le abras a nadie – dijo él

- Está bien – dije y reí.

- Nos vemos, adiós – dijo

- Adiós – dije y colgué.

La leche se calentó bien y la puse en la taza donde se encontraba el chocolate y el azúcar, estaba calientita pero se veía deliciosa. 

Coloqué la taza en una bandeja y agarré un par de galletas que mi hermano y yo habíamos cocinado hace unas semanas. ¡Con chispas de chocolate! 

Llevé la bandeja hasta el living y me senté en frente del hogar a fuego. Tomaba mi submarino y picoteaba algunas galletas con chispas mientras observaba el fuego.

Tocaron tres veces la puerta, dirigí mi mirada a la misma y recordé las palabras de mi hermano “No le abras a nadie”. Me dirigí silenciosamente hasta la puerta y miré por el agujero de vidrio. 

- ¿Liam? – me pregunté a mi misma. No dudé en abrir la puerta.

Él se encontraba allí, parado en la puerta de mi casa, con esos ojos marrones, hermosos, con sus cabellos algo alborotados pero también, algo blancos a causa de la nieve. Con su perfecta y definida nariz, ahora, algo roja en su punta a causa del frío. Se encontraba muy abrigado y con sus manos en el gran saco que llevaba.

- ¿Qué haces aquí? – pregunté

Vale aclarar que yo estaba apenas asomada a la puerta, por miedo a quién podría ser, no me asomé demasiado.

- Vine a verte – dijo él

Era extraño, ¿desde cuándo Liam Payne venía a verme? Salvo esa vez que vino a darme las gracias por haber recibido un golpe por él.

- Y… ¿Por qué viniste a verme? – pregunté curiosa

- ¿Puedo pasar? – dijo – hace un poco de frío aquí afuera

Que idiota, pobre chico, se estaba congelando ahí afuera.

- Si, lo siento – dije y abrí más la puerta para que él pasara y luego cerré la puerta detrás de él.

Se quitó su abrigo y lo sostuvo en sus manos.

- Ahora sí, ¿por qué viniste a verme? – pregunté finalmente

- Vine a… a avisarte que mañana no habrá colegio, la directora me llamó y me comentó sobre eso – dijo él

- Oh… gracias por avisar – dije sonriente

- Así que… ¿no irás? – preguntó

- Y si no hay clases, no – contesté

- Bien… - dijo casi en susurro.

- ¿Quieres un submarino, café, algo? – pregunté

- No, te agradezco – dijo

- Bien… - dije yo.

Desvié mi mirada para otro lado, para evitar la suya. Su mirada es simplemente penetrante, entra en la tuya como si la puerta a tus ojos estaría abierta, o simplemente, no estaría. Es como cuando miras a alguien y todo alrededor desaparece y sientes que están solo él y tú, nadie más.

- Saliste con Styles hoy… - afirmó él

Entonces recordé que era él la razón por la cual nos habíamos ido a la casa de Harry hoy. La piel se erizó. Recuerdo su cara de enojo, sus puños cerrados, su mirada fija y enojada. Recuerdo como mis piernas temblaron al verlo allí. Recuerdo que no sabía qué diablos hacer en ese momento. Haber tenido ese encuentro con Harry me había sacado un poco a Liam de la cabeza y desde allí no lo había vuelto a pensar, pero ahora mis piernas temblaban, mis manos sudaban, realmente me daba miedo aquel gesto que Liam hiso cuando me vio con Harry.

- Yo… - intenté hablar – estás en lo correcto – dije y tragué saliva 

Realmente, no sabía qué hacer... pero tenía muchos pensamientos. ¿Por qué Liam se había puesto de esa manera? ¿Por qué se enoja tanto? ¿Cómo puede ser que sea tan lindo y de un segundo para otro, de alguna manera, te cause tanto miedo?

- Si, lo noté – dijo él con un gesto de enojo - ¿y te gusta?

- ¿Qué… qué cosa? – tartamudeé

- Estar con él – dijo 

- Él… es un gran… chico – dije con miedo

- Claro, todos son unos príncipes – dijo riendo 

- Pues… Harry es muy… atento – dije tartamudeando

MI CRIPTONITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora