Hace veinte minutos que hemos empezado a rodar. Después de que la presentadora preguntase como estaban los tronistas, invitó a las pretendientas a entrar. Suena la canción de Faul & Wad Ad vs Pnau, Changes, mientras Anna, la presentadora, llama una por una a las pretendientas. Salen de una puerta en la parte superior del plató y bajan de las escaleras hasta llegar al centro del plató, donde les espera su tronista para saludarlas.
Cuando me he olvidado por completo de mi amiga a causa de aquellos ojos verdes, la presentadora llama a Erika y sale por la entrada. Lleva el vestido y los tacones que me había enseñado en el taxi. Y sí, puedo admitir que cuando Erika bajó aquellas escaleras con esos tacones estuve a punto de levantarme y ayudarla a bajar. Pero sorprendentemente, baja sin problemas y moviendo sus caderas al son de la música. Increíble.
Después, Anna da paso a Jairo para que nos explicase sobre el rumor de una supuesta confidencia que había surgido de una de sus pretendientas. Sufro al pensar que puede ser una confidencia de Erika y que podría echarla. Pero por suerte resulta ser una chica que está sentada al fondo del todo, en una silla negra y que se llama Susana. Ha comenzado a llorar a los diez minutos, cuando las asesoras del amor que me habían parecido “agradables” le habían llamado embustera.
Minutos más tarde los ganchos no tardaron en lanzarse al cuello de esa pretendienta y dejarle bien claro que nadie se riere de ese programa, y que al final se enteran de todo lo que ocurre fuera en la calle. A penas presto atención a lo que sucede con esa pretendienta. Solo puedo mirarle a él. Hace siete años que no sé nada de él y de repente, me lo encuentro en un programa de televisión.
En esos momentos, mi mente cae en una cuestión. Erika también había estado en la misma clase que yo y por lo tanto conocía a Axel, pero nunca me comentó que él es tronista. Aunque por otro lado, nunca le expliqué a nadie el incidente de la mochila y mi primer amor por ese chico que tenía a varios metros de mí.
Durante mi época de instituto había salido con otros chicos. Había buscado un chico que tan solo con mirarme me transmitiera esa misma seguridad que me dio ese niño de trece años, pero nunca sucedió. Lo busqué por Internet, en redes sociales, pero era inútil. No había ni rastro de ningún “Axel de ojos verdes y rescata mochila de Supernenas”. En realidad, era ahora cuando me daba cuenta que no conocía prácticamente nada sobre mi primer amor. En fin, lo observaba compulsivamente en el instituto durante los tres meses que estuvo, pero solo recuerdo que estaba siempre rodeado de gente.
-Bueno, Susana.- La voz de la presentadora me rodea de repente.- Has incumplido las normas del programa. Ya sabes lo que ocurre.
-Solo pido una segunda oportunidad.- Solloza la chica.- Por favor, Jairo.
El tronista niega con su cabeza, ni siquiera la mira.
-Tuviste tu oportunidad cuando te sentaste en esa silla. Ahora quiero que te vayas.
-Lo siento, Susana.- Repite la presentadora.- Tenemos que seguir con el programa, así que si no te importa. Puedes salir por aquí.- La presentadora señala por el mismo lugar que he entrado minutos antes.
La pretendienta sin decir nada más se levanta de la silla negra y se marcha limpiándose las lágrimas, sin decir nada más. La asesora del amor que había escuchado que la llamaban Maya, sopla y se queja que encima se va llorando. Desde luego que aquí nadie se calla nada. La presentadora anima a Jairo y él se lo agradece con una sonrisa.
-Vamos a dejarte un poco tranquilo, para que reflexiones y pienses sobre lo sucedido. De mientras vamos con Axel, ¿qué tal? ¿Cómo estás?
-Bien.- Contesta mientras sonríe.- Todo lo bien que se puede estar después de estas situaciones. Con ganas de ver mis citas con mis chicas.