capítulo 2: dolor e historia del pasado de Fred

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Fred se encontraba en una barbería común y corriente, esperando a su próximo cliente por venir con su tipica sonrisa espeluznante porque tiene algo planeado para este sujeto, algo brillante, algo travieso. Tiene puesta su camisa de barbero junto a unos pantalones negros y zapatos negros, con su sonrisa espeluznantes para algunos pero lindas para otros en especial su querida tía Muriel a quien ama con todo su corazón ¿como no quererla? Esa mujer tiene el corazón tan grande que no herirua ni a una mosca. Fred se sienta en su silla un tiempo a esperar a su cliente

La puerta se abre mostrando a una señora con un niño, la señora es caucásica rubia con el pelo largo asta los hombros viste una camiseta blanca pantalones de mezclilla y zapatos, el niño en cuestión es castaño de pelo corto de piel caucásica viste una polera negra un pantalón azul y zapatillas blancas, ambos venían por un corte de cabello y decidieron ir a la barbería de Fred pero sin saber a qué peligro se metían. El Rubio sintió un tic en su ojo al ver tanto pelo junto, lo hacia sentir travieso

- sólo corte las puntas,- dijo la señora y Fred quiso hacerlo pero no se contuvo y casi que le corta todo el pelo si no hubiese sido detenido por la mujer

Fred pudo cortarle bien el pelo a la señora y a su hijo, se veían tan bien, tan lindos tan esponjoso. El Rubio tuvo un click en su cabeza y decide acompañar a la mujer asta su casa pues ya era tarde; el rubio cierra su tienda y los acompaña asta una casita no muy pequeña, mínimo el tamaño de la cabaña de ningún lugar. La señora lo invita a pasar y se dirigen a la cocina

La mujer de nombre Miriam le ofrece a Fred un vaso de agua como agradecimiento por haberla acompañado, el Rubio acepta tal acción de forma amable y toma un sorbo. Los dos quedaron charlando mientras el niño fue a dormir, fue una charla algo larga sobre la vida de Fred y la de la mujer, ella le contó que es divorciada, el padre de su hijo la trata mal y odia a su hijo culpandolo por todas las cosas incluso de que por su culpa su hijo mayor murió en un accidente de autos. Fred se asombró al oír eso, le recordaba que pasó algo similar con su tía Muriel y su fallecido primo, el Rubio jamás culpo a coraje por eso pero si ese viejo calvo y aragán el cual desprecia y le recuerda a su padre que solía abusar de el. Fred sentia algo en su interior ¿acaso le molestaba la gente mala? Puede ser, el no es malo sólo tiene un problemita de adicción con el pelo, cosa que por un momento olvidó, asta que..

- bien señor Fred me voy a dormir,- se despedía la mujer,- gracias por su compañía,-

- no hay de que...- y allí vió denuevo ese cabello sus dedos estaban moviéndose al compás del viento, no pudo evitar sonreír sentirse un poco travieso

A si fue como en cuclillas siguió a la mujer asta su cuarto, la vió vestirse poniéndose un camisón blanco, se acostó en su cama y se quedó dormida. Fred se le acercó con cautela y
olió su pelo, se sentía tan suave y sedoso, tenía que tenerlo, tenía que tener ese pelo tan suave pero no podía arriesgarse a que la mujer se despierte y llame a los paramédicos del asilo para barberos espeluznantes, no quería volver a ese lugar

El rubia no se dio cuanta de que en lugar de agarrar su máquina de cortar el pelo agarró unas navajas de barbero y sin piedad comenzó a cortar a la mujer a la mitad para posteriormente cortarle el pelo, su sonrisa díabólica se hacia presente mientras cometía tal acto de homicidio. Continuó asta que una voz seca lo detuvo, al voltear vió a un hombre alto con el  pelo alborotado de color negro y ropa formal; lo único compartido con Fred es esa sonrisa diabólica un tanto travieza de por sí

 Continuó asta que una voz seca lo detuvo, al voltear vió a un hombre alto con el  pelo alborotado de color negro y ropa formal; lo único compartido con Fred es esa sonrisa diabólica un tanto travieza de por sí

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