- Nieve -

2K 132 56
                                    


Decirle a alguien que se tenga confianza, que se ame así mismo y se valore como persona, es fácil; pero aplicarlo para uno mismo... No tanto.

A veces el espejo puede engañar al cerebro, a veces las personas que te rodean solo te remarcan lo poco "atractivo" que eres, y por el simple hecho de no tener la seguridad en sí mismo, decaes como persona, creyendo en todo lo que dicen los demás.

Te dejas lastimar, te dejas herir sin necesidad de que sea físicamente, te vuelves gris y te escondes de todo y todos con tal de que no te vean y se vuelva peor.

Pero lo que no saben muchos es que, solo se necesita un poco de ayuda para encontrar ese pequeño amor que falta en el corazón.

Un ligero empujoncito de la persona indicada.

– Entonces qué, ¿saliendo irás al gimnasio?

– Claro hermosa... Necesito ponerme mejor para ti.

– Eres todo un casanova. – Le refutó la rubia chica.

– Sabes que solo eres tú mi vida, nadie más.

Y con esas palabras, no tan sinceras, se dieron un apasionado beso que estaba fuera de lugar como para estar en los pasillos de la escuela.

– Di-disculpen, necesito abrir mi casillero. – Dijo el pelinegro, haciéndolos separar de mala gana.

– ¿Y tú eres? – Preguntó el chico.

– ¡Oh! Tú eres el chico que me puso una nota en mi mochila una vez ¿no? – Dijo burlonamente la rubia, llamando la atención de todos.

– ¿Este gordo te puso una nota? – Todos a su alrededor comenzaron a reír.

Alec sabía que había hecho mal en dejar una nota donde ponía un comentario de lo bonita que era la chica sin que haya sido anónimamente, confiando en que no diría nada.

Grave error.

Siempre quería pasar desapercibido, pero ahora era el hazme reír de todos... De nuevo. Y no era como que le gustara la mujer, solo era una pequeño e inocente comentario.

A pesar de que ya estaba acostumbrado desde que era más chico, seguía doliendo en su pecho, así como también su autoestima bajaba hasta el piso.

– No hagas cosas innecesarias niño gordo, y menos con mi novia. – Le advirtió el chico, para luego salir caminando de ahí después de darle un golpe en el hombro.

Tener las miradas de burla y lástima encima de él, se había vuelto normal.

Se acordaba perfectamente que desde los doce años, había comenzado a comer de más. Sin que su mamá se diera cuenta, escondía comida bajo su cama, con el dinero que le daban compraba todos los días comida no tan saludable, así hasta llegar al punto de afectar un poco su salud.

Al principio sus papás pensaban que su hijo había tenido una enfermedad extraña y por algo subía de peso cada semana, pero cuando lo mandaron con un doctor, descubrieron su mala alimentación.

Alec sabía que tenía un problema con la comida, pero no podía detenerse, a pesar de que se veía en extremo feo ante el espejo, su cuerpo solo pedía por más.

Tampoco había sido como si les importara mucho el estado de su hijo mayor, los millonarios padres se la pasaban trabajando, y aunque sus dos hijos estuvieran descuidados, preferían poner más atención a su empresa.

Llegó a su salón, se sentó en su lugar de siempre, hasta atrás en la esquina y esperó a que el maestro llegara.

– Buenos días jóvenes, antes de empezar la clase, hay unos chicos de otra escuela que vienen a darles un aviso importante. – Dijo el maestro en cuanto entró.

ABC (Amor Brilloso Con MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora