CAPÍTULO 14: Una noche de vino (Parte I)

28 5 0
                                    

Manasés

Peppino nos había llevado a un restaurante normal, no era muy prestigioso como estaba acostumbrado, pero tampoco estaba mal. Se encontraba cerca al lugar de donde daban funciones, pero no cerca mi casa, Peppino prácticamente había dado por hecho todo y ni me dejó excusarme; Grettie me miraba con disculpa, apenada.

En ese momento estábamos sentados a la mesa esperando el menú, por mi parte estaba nervioso intentando llamar a Estefany para pedir permiso, o prácticamente para avisarle que me esperaran un poco más tarde, pero ella desviaba la llamada. Llamar a Armando no era una opción, ahora que ya no estaba mi tía Adelaida para interceder por mí, me daría un rotundo «no» como respuesta. Llamé a Emiliano también, pero tenía el celular apagado, entonces probé suerte con Rosita, pero justo mi celular se apagó por baja batería.

—Ay non —exclamé frustrado y alterado, pero en voz baja para que Peppino y Diana no me oyeran, pues ellos parecían emocionados por la cena.

—¿No contestan, verità? —me preguntó Grettel apenada, en un susurro.

—Non, de paso se me apagó il cellulare —farfullé frustrado.

—En serio perdonami, es que no hay forma de disuadir a mi padre. Davvero estoy muy apenada contigo, yo no sabía de esto. —Se disculpó Grettel conmigo, todavía manteniendo el perfil bajo.

—No es tua colpa, tu padre tiene parte de ella aunque no lo hizo con mala intenzione, él solo quiere conocerme y míralo, está entusiasmado. La colpa la tiene Armando que es tan estricto, si solo dependiera de Estefany o Emiliano, ellos no me harían tanto lío. —Comenté frustrado, murmurando para no ser oído.

—¿Y ahora qué vas a hacer? —inquirió Grettel preocupada y yo negué con la cabeza en respuesta.

Tenía que avisar a mi casa que llegaría tarde, o irme de allí; pero no podía dejar plantada a la familia de Grettel, no tenía más opción que quedarme allí y apresurarme al comer.

—¿Qué tanto cuchichean por aquí? ¿Y perché tanta preocupación, muchacho? ¿Es que no te agrada estar aquí? —me interpeló Peppino con su tono directo y animado de siempre.

—No es eso, sino que... —Quise responder, pero Peppino me interrumpió.

—¿O es que no estás acostumbrado a este tipo de ristoranti? Si es por eso no tienes nada de que preocuparte, te aseguro que aquí tienen las mejores comidas, hasta quizá mejor que las de los ricachones. Vi cómo les sirven a ellos y apenas es un puñadito en comparación al banquete que te van a servir aquí. Yo creo que los ricachones como tú sempre andan haciendo dieta, in speciale esas fifís que quieren conservar la línea y no sé cuántas cosas... —Alardeaba Peppino, ensimismándose en sus palabras, pero Grettel lo interrumpió; ella lo miraba con reprimenda y Diana con gracia.

—Papá, papá —lo detuvo Grettel—. Manasés no se refiere a eso, eso no tiene nada que ver. Lo que pasa es que está preoccupato porque lo trajiste aquí sin que haya aceptado cenar con nosotros y él tiene que ir a su casa, o por lo menos avisar que va a llegar tarde y no le diste opzione a eso. Se llevará una buena reprimenda en casa —explicó con suma preocupación.

—Ay Grettel, Grettel, tú sempre tan correcta. Discúlpala Manasés, es que ella no comprende lo que es hacer una locura, además esto solo es una cena... —Peppino fue divagando, Grettel solo volcó los ojos y puso su mano en el mentón, como resignándose—. ¿Pero no te van a regañar así davvero, verità? —se sobresaltó parando abruptamente, yo solo pensé: «¿Recién se da cuenta?»

Génova, punto de partida [LIBRO I] Saga EBDMPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora