—No te dejes engañar por las apariencias —le dijo la anciana—.
Porque la belleza en sí, está en el alma.
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—あなたは誰ですか?
Mark tenía muchos tipos de etapas.
Unas veces las exponía en forma de manías que de un momento a otro cambiaban y se volvían más extrañas que las anteriores. Como aquella vez que le dio por dormir completamente a oscuras, cosa que le había dado un miedo atroz durante toda su infancia y debido a ello no podía pegar ojo si tenía los pies fuera de las mantas. O cuando necesitaba tenerlo todo ordenado y en su sitio. O dormir sin pantalones, importándole poco si era invierno y afuera todo estaba cubierto de nieve.
Mark Lee era muy raro, comentaban muchos, y él no podía negarlo. Pero toda su vida seguía un orden perfecto, todo en su sitio, nada que le rompiera los esquemas. Lo había pensado siempre y lo reafirmaría mil veces más, con la mirada perdida en la poco interesante vista que le otorgaba la sucia ventana del autobús escolar; un cielo nublado, coches y gente que cruzaba la carretera con prisas, mientras sonaba su canción favorita a través de los auriculares.
Y podría haber llegado a pensar que el día le resultaría más ameno y un pelín menos molesto si Na Jaemin no hubiese apoyado la cabeza en su hombro, mientras dejaba caer sus párpados de pestañas largas y su respiración se profundizaba. El chico se estaba quedando dormido sobre él en aquellos sucios y viejos asientos, y el Mark no hizo más que observarle de reojo, analizándolo.
Jaemin no era raro, al contrario que él. Supuso que por eso el chico era tan popular y querido en la escuela.
O, también, porque no llevaba gafas y su cabello castaño era perfecto y olía a frutas. El azabache no se sentía cómodo cuando el menor se le acercaba, con su bonita sonrisa y su amable forma de ser, porque se veía inferior e inseguro.
—¡Jaemin! —gritó alguien desde atrás—. ¡Na Jaemin!
Mark pudo oírlo porque justo en aquel momento de mala suerte se terminó la canción y el griterío formado por sus compañeros inundó sus oídos. Movió un poco el hombro mientras se deshacía del auricular derecho y trató con sus pocas ganas de sonreírle a su compañero cuando éste abrió los ojos, ofreciéndole una mirada de vergüenza y disculpa. Pero antes de que las palabras pudieran salir de la boca del canadiense, Jaemin se giró al escuchar su nombre desde el fondo.
El chico se puso de rodillas en el asiento y se sujetó del respaldo con ambas manos, mientras que Mark le observaba de arriba a abajo una vez más. Llevaba el uniforme mal colocado y aún así le quedaba mejor que a él, pensó.
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Haechan ➻ MarkHyuck
FanfictionA sus casi dieciocho años, mantiene toda su vida bajo control -o según su madre; en el mismo círculo monótono de siempre-, cada vez que abre los ojos todas las mañanas. Y si hay algo que Mark Lee odia es que alguien le rompa los esquemas. Está cans...