Arte, té y galletas.

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Louis llega a casa y sabe que no tendrá una taza caliente de té esperando por el, tampoco las galletas que tanto odia, pero que él ama, ni la televisión encendida con él acurrucado en el sillón con su sudadera y camiseta blanca y lo peor tampoco vera su gorrito cubriendo la mata de risos o esos ojos verdes que rápidamente lo miran.

Aún percibe su olor en la recamara y ve sus cosas del lado derecho, la cama se siente fría y vacía sin él. Ya no hay pequeñas galletas, muffins o lo que sea que se le haya ocurrido inventar a Harry, solo esta lo necesario, nada de dulces y todo se ve desgastado, ya no tiene el mismo color.

Lo extraña, lo extraña demasiado como para admitirlo, sube al segundo piso y encuentra el plato de ¨Spike¨ vacío, no está su casa y tampoco su correa ni lo mas importante: ¡El perro!

Rápidamente marca el primer numero de sus contactos, pero solo timbra y timbra hasta que pasa a buzón, deja el teléfono en la mesita y va por un café, si café, si a Louis no le gusta el café a Harry mucho menos, decía que su olor era molesto que por eso prefería acompañarlo a tomar té en el comedor, y también explica el montón de flores que adornan la casa, ahora un poco marchitas y sin agua.

Enciende la televisión con el café en la mano, da un sorbo y empieza a cambiar de canales, mira uno en especial, el favorito de Harry una para bebés, Louis una vez lo encontró viéndolo y le preguntó, no no, mejor dicho primero se rió durante una hora hasta que no pudo respirar y le dolieron las mejillas y el estomago, ah y claro la cara de Harry, con sus cejas juntas y un tierno pucherito, también lo hizo parar, Harry solo le dijo que le parecía un poco bobo pero que cuando estaba cansado y quería dormirse rápido lo ponía, y entre risa y suspiro quedaba tendido en el sillón, claro que al otro día amanecía en la cama.

Se aburrió de lo estúpido que resultaban las figuritas moviéndose tan lentamente, a el no le gustaba, pero muchas veces había acompañado a Harry a verlo, no le importaba con tal de ver a su pequeño feliz entre suspiros, risitas flojas, uno que otros besitos, bostezos y talladas de ojos. Se acurrucó en el sofá, no quería ir a la habitación, no quería recordar su olor o empezar a quitarlo con el suyo sin querer.

Se levanto, se puso el estúpido traje azul marino que le obligaban a usar en la oficina, era corredor de bolsa, no era un uniforme solo que su jefe decía que debían estar bien presentados, se peinó hizo su café, que desde hace unos días venia siendo su bebida favorita, no se afeitó y se dirigió a su carro azul, ¡genial! ¡combinaba con su traje!

De camino al trabajo, pensó en como Harry despeinaba su cabello en las mañanas aunque el le dijera, que no, que le costaba trabajo arreglarlo, que tenía que peinarlo mojado y dejarlo quieto por que sino se alborotaba, pero eso nunca le importo a Harry o al menos nunca dejo de besarle la frente y levantar su flequillo o cuando le entregaba sus tostadas para desayunar regalarle un beso y al retirarse despeinarlo un poco.

Se sentó en su oficina y entre lindos recuerdos, le envió un mensaje a Harry, casi nunca lo hacia pero esta vez deseo hacerlo, su jefe entro y le dio mas trabajo justo cuando acababa de pulsar ¨enviar¨

¨Que tengas un lindo día cariño, recuerda sacar a Spike antes de irte y llevar el cuadro a la Universidad, te amo mas que ayer pero menos que mañana. - Lou xo¨

Eran las 12:00 pm y aun no había tocado su almuerzo, por alguna razón no tenia mucha hambre así que solo se tomo el jugo y regresó a la oficina.

Harry no había respondido sus mensajes, tal vez estaba en casa de su madre preparando alguna receta nueva o viendo un programa de cocina, ocupado pasando el tiempo con ella, que su celular debió dejarlo en alguna mesa, sonrió, tal vez podría darle una sorpresa...

Arte, té y galletas- One Shot (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora