ESCENA EXTRA [4]

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ESCENA
EXTRA

¿Cuánto estarías dispuesto a arriesgar por amor o codicia? Las dos caras de la moneda estaban agudamente expuestas en aquel mortífero campo de batalla. Siendo pues, ambos impulsores fieles colegas de apasionados y desbordados sentimientos que muy fácilmente podrían arrastrarte al desosiego y la locura, no es extrañar que, en un intento de amparar su posición, muchos pierdan el camino principal y se descarríen, tomando rumbo directo a la perdición.

— ¿Cuántos viajes en el tiempo hiciste?

Tobirama Senju jamás sintió compasión por aquellos seres que no la merecían; para él, solo existían dos caminos. Lo haces bien o te expones a las consecuencias. Causa y efecto. La vida le había dando tantas lecciones que, en ese punto de su existencia en el que estaba atado al mundo terrenal gracias a un jutsu impuro, no daría segundas oportunidades. Menos a él, quien alguna vez fue su subordinado. En su mundo, la traición no era perdonada.

Privado de movimientos y totalmente desarmado, el traidor yacía en medio del campo de batalla, incapaz de defenderse. La sangre se confundía con el sudor de su frente y la tierra que ensuciaba su rostro. Así mismo, con sus ropas destrozadas y extremidades imposibilitadas, Danzo aguardaba por su final.

El enfrentamiento se había extendido por horas; el astro rey lanzaba sus primeros rastros de luz y los cuerpos sin vida, eran trasladados en carretas. La tensión continuaba presente. No obstante, la presencia de tan poderosos seres como lo eran los líderes de la aldea, brindó esperanza a todos, incluyendo a Minato.

— Tantas veces —con una vaga respuesta, el hombre de rostro ensangrentado tiró de una agotada sonrisa descarada—. Jamás lo notaste; una, dos, tres, cuatro... ¡En ningún momento fuiste capaz de notar un patrón! Todos mis yo fueron capaz de notarlo. Eras tan inocente.

— Si por confiar en mi equipo me acusas de inocente, pues no tengo problema alguno con admitirlo -respondió el hombre de ojos rubí, dando un paso hacia el contrario—. ¿Por qué lo hiciste?

— Vivir oculto entre las sombras está bien por un tiempo, pero se vuelve incómodo cuando las personas te hacen a un lado y subestiman tu potencial. No me malentiendas; disfruté de ser parte de tu equipo. Aun así, jamás viste mi verdadero poder. Toda tu atención se iba inmediatamente sobre el resto. ¡Yo tenía tanto para dar! —un vestigio de llanto hizo acto de presencia.

— ¿Hiciste tanto daño por un error mío? Danzo, siempre vi tu potencial. Lo tuve muy presente desde el primer momento que trabajamos juntos. Pero, jamás compartimos las mismas ambiciones. Yo soñaba con una aldea pacífica; tú con poder. Esa es la diferencia entre tú y yo.

— ¡Dale las gracias a tu fiel sucesor por arruinarlo! —clamó el hombre, haciendo referencia a Sarutobi—. Sus ideales de paz arrastraron a la villa al desastre. Deberías sentirte orgulloso.

— ¡Fuiste tú quien destruyó lo que mi hermano empezó a forjar con muchísimo esfuerzo! —vociferó el Senju—. Tu rostro lleno de descaro me da asco. Sin embargo, aún cuando deseo con todas mis fuerzas el arrancarte las extremidades y aniquilarte, no...

— Entonces, hazlo.

— No lo haré —respondió Tobirama, con firmeza—. No es la imagen ni la herencia que quiero dejarle a mi hijo. Quiero que ahora las cosas sean diferentes.

— ¿Tanto te importa esa inmundicia que creaste junto a la mil veces maldita Uzumaki?

Un pequeño espacio de silencio llenó el ambiente, mientras el Senju, quien daba pasos cortos y lentos hasta su oponente, parecía analizar las palabras dichas por este. Aunque su rostro permanecía neutro, era clara su impaciencia. Deseaba tomar las cosas con calma, pero...

— ¿Cómo pudo el poderoso, honorable, respetable e insigne Tobirama Senju enamorarse de una inmundicia suciedad del futuro? —y con esto, Danzo Shimura firmó por segunda vez su sentencia de muerte. Él lo sabía. Sabía que ella era el punto débil de aquel que alguna vez fue su líder.

— No, la pregunta correcta es: ¿será el infierno lo suficientemente acogedor para ti?

Bastó formular aquella pregunta para que, un grito seco e incompleto, notificara sobre el final del Danzo Shimura.

— O quizás, la verdadera pregunta es... —soltando el cuerpo sin vida de su oponente, Tobirama habló para sí mismo—. ¿Cómo es que una basura como yo, pudo vivir tanto tiempo sin ella?

— Es todo —la voz de Minato rompió el espeso silencio—. Lamento que las cosas hayan resultado de esta manera con quien en el pasado trabajó de tu lado.

— Gracias por confiar en nosotros, Cuarto.

— Si mi hija confió en ti, entonces yo debía hacerlo.

Tobirama sonrió y volvió su mirada hasta la multitud que eufórica, gritaba con emoción y agradecimiento que la guerra ya había acabado. Sí, el enemigo había sido derrotado. No obstante, el enemigo real, continuaba de pie y sin ánimos de retroceder.

El tiempo era el verdadero enemigo.

Lo había sido en el pasado y lo estaba siendo ahora.

Tobirama se las había arreglado con Danzo. Pero, ¿cómo se las arreglaría para permanecer al lado de la mujer que amaba, ahora que la inminente muerte los había separado?

— Tobirama, quiero que me expliques qué sucede.

— Hermano, no hay nada que explicar —respondió el menor—. Me enamoré de una viajera en el tiempo que apareció un día en el bosque de nuestra aldea.

tempus . tobirama senjuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora