Capítulo 1. La Musa Perfecta

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-¿Quieres más? -La piel de aquella mujer se encendia aún más por cada palabra que salía de aquellos labios perfectos ¿De que se trataba? ¿Nervios? ¿Placer? ¿Emociones? No. Era ese Psicólogo. Era el creador de emociones. Se trataba solamente sexo para el. - Dime por que quieres más de mi.

Oh, y aquella mujer no podía abrir la boca, sus labios estaban adoloridos y presos a su piel. Y era verdad, aquel hombre era el que transformaba esas emociones débiles y comunes en algo que no se podía describir, era sólo de sentirlo y disfrutarlo. Pero para que pudieras difrutar de ello, tenías que pecar. Mjmmm. Pagar un precio.

-Exacto. - Su voz era sensual y sólo con un pequeño sonidito de el, los placeres de aquella mujer comenzaron a despertar de el largo sueño. Y ahi estaba una vez más. El intendible Psicólogo.-El que se creía pecador de su propia vida. Y preso de sus demonios.

Apresando otra mujer, otra flor... Una que necesitaba de el. ¿Y que pasaría después? ¿Se enamoraban? Eso lo sabrán después..

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La intensa mirada de aquella mujer sin dudarlo le atraía, sus penetratentes y desgarradores ojos, de un exquisito azul marfil que traía por debajo de su antifas lo tenía loco, el rojo saludable que brotaba de sus labios lo hacia en loquecer con locura y deseo. Christine estaba dormida en el abismo de sus pensamientos mientras aquel hombre apuesto se pasaba por toda la habitación observbandola con merecídicima delicadeza y atención, ese hombre misterioso de perfecto antifas gris hasta llegó a pensar si se trataba de la hermosa venus, la que representaba la atracción y sexo pero a la vez la Beatriz de Dante.  Sin dudarlo aquel hombre se le otorgaba respeto antes las personas, las miradas de las mujeres hermosas residentes de Italia lo miraban con descaro pero es que el hombre tenía perfectas facciones , era como si las llegacen hacer exclusivamente para el, Un eros...

Christine por su parte tomaba más de su copa de vino italiano y se perdía entre los cuerpos regordetos, con extravagante vestidos y antifaces mientras que el de ella era tan delicado como la pluma de un ángel. Asi lo pensaba el. -Glorioso- Se repetía en su mente y apenas movía sus labios.

El firme e increíblemente sensual la siguió sin pensarlo, ella lo habia atraído como un imán, el cazador hiba por su presa, sus ojos llegaron hasta sus curvas, reconoció que hacían una perfecta combinación con el vestido negro que llevaba la mujer, parecia el alma del un cielo sin estrellas. Era tan hermosa para el. La joven se perdía más entre las personas. Ni siquiera se daba cuenta del peso de la mirada de el.

Era tan pensativa, aquel apuesto hombre le dio curiosidad de saber que pensaba y como se miraria salir de sus perfectos labios su nombre. La quería. Quería hacerla suya por una extraña  razón. Quería escuchar su voz jadear con tanto deseo, sentir el roce de su pechos y pesones sobre su piel y el sonido de la piel de ella pegar contra la de el, suplicando por mas. Una sesión espacial para ella.

La chica se detuvo en unos de los cuadros llenos de arte y melancolía de Leonardo da Vinci, sonrio al ver semejante pintura llena de imaginación. Cada rasgo era un nuevo descubrimiento.

Christine quería llorar de tan hermoso cuadro pero recordaba que no podía. No podía llorar en el pecho de su esposo. Para ella sería algo incómodo. Sólo de pensarlo las ganas de vomitar venían.

De lejos el hombre la pudo ver, y una sonrisa se formo en sus rostro, era discreto ante su presencia. ¿Habia tenido un acto de lujuriá con aquella mujer que habia pasado viendo por quince minutos?. De que se trataba. Se preguntaba. Observo su postura con precausion tratando de no pecar y fantasear con aquella obra de arte, por su puerto esa era Christine. En aquel momento la imagino presionada contra su escritorío de caoba y mármol, completamente desnuda.

-Basta.- Se gritaba en su interior y decidió dar un paso más a ella, no le importaba nada en aquel momento, ni siquiera su propia existencia, ni que hacia allí persiguiendo a una mujer. Era la perfecta Musa.

Unas manos grandes tomaron la cintura de la mujer bruscamente trayendola al pecho del este,Christine no se sorprendió. El hombre estrello sus labios en los de ella, no era un beso digno de los labios de ella, ni siquiera la boca que la besaba, ella era algo puro. La chica dejó ver su anillo de matrimonio cuando coloco su pequeña y fina mano blanca en el hombro de el hombre que la besaba sin ningún humor. La persona que la habia estado observando por mucho tiempo abrió un poco los ojos pero al segundo sonrio con malicia y pervención, recordó su trabajo en ese instante, estudio la escena que estaban dando esos dos. Craramente Christine no disfrutaba del beso seco y pobre, sonrio sencillo y con frialdad al hombre, el abrió paso entre la gente y salió de ahi.

La quedó viendo hasta que  desapareció por completo.

-Eres un secreto, un hermoso secreto - Dijo con suma delicadeza y volvió a la fiesta.

¿Que pasaría después?

Christine caminaba muy rápido agarrada de la muñeca de su esposo.

-Maldito Wendell. -Murmuraba mientras era arrastrada al auto. Italia se miraba tan hermosa aquella noche, tan cálida y tranquila pero eso no era suficiente para ella.

La italiana entró al auto junto con su esposo que era uno de los hombres más millonarios de Nueva York, pero que claramente se habia casado por simples negocios, mientras que Christine era una creadora de revistas, una de las más grandes revistas. Ella era buena para eso. El hombre arrancó y desapareció entre las calles de Italia, en esos momentos podemos decir que todo había  acabado.

Pero el destino siempre termina.llevándonos a otros lugares. Christine sonrio con melancolía al recordar que regresaría a Nueva York y dejaría atrás a su amada Italia.

-¿Como la pasaste? - No la miro. Y a ella no le interesaba. Le daba igual lo que pensaba el.

-Supongo que bien -Cruzo una pierna y elevo un poco el mentón.- La expocision de arte estuvo demasiado placentera. -Continuo.

-Lo se, pero eso no valía ahi, lo importante es que saben que soy el más millonario. - Christine elevó una ceja con desprecio y lo ignoro.

-Si tú dices - Logró decir después de varios segundos.

-¿Siempre tendrás ese comportamiento absurdo? - Reclamó con tanta estupidez.

-Eres más absurdo tú cariño. No me vengas con tonterías. Además a nadie le importa si tienes o no.dinero. - Christine hablo fuerte, pero si habia alguien que se interesaba en eso. Eran únicamente con las mujeres que tenía. El río con ironía.

-Oh, ahi te equivocas.

Después de un rato llegaron al hotel, Christine comenzo a récordar la maravillosa exposición.

mientras que aquel hombre que  la habia observado por todo ese tiempo seguía creyendola como un sueño.

Y que sueño más hermoso- Pensó. Las puertas de la gran oficina del hombre con antifas gris se cerraron aquella noche.

Hola a todos.

Bueno este es el primer capitulo. Espero que lo disfruten mucho, siempre intentó que todo este bien. Perdonen si tardó mucho en subir

pero nesecito estar segura que puedo publicar.

También gracias por los votos,  leídas, comentarios y mensajes.

No se olviden de votar por este cap. :)

La verdad estoy super emocionada por la historia y quiero que sea un gran éxito ya que es  primera vez que hago esto

Compartan la historia, comenten si quieren eso me hace feliz *-*

Y pues el Psicólogo muy pronto entrara a la historia ya que por ahora es todo un misterio.

Feliz noche...día que se yoo hahaha.

El tipo de literatura la quise hacer más sutil... por eso esta asi, ya que me gusta que el erotismo sea algo sano y sensual. No algo extravagante y bulgar. Bueno Xx besos!

Voten *-*

Att: Denise Poezyn.

Mi Psicólogo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora