Parte única

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『NamSeok』

Sin editar

   Los viajes en tren siempre le habían gustado. En el transcurso del recorrido podía tomarse libertades que en otros momentos de su vida diaria no podría; como leer, por ejemplo. El libro que había escogido para ese día era uno de terror, lo suficientemente extenso como para finalizarlo al llegar a la estación.  O eso creía, porque tan pronto como dio vuelta la página que contenía el prólogo, y cuando por fin podría posar sus ojos en el capítulo uno, unos sonidos le espantaron todo. Todo significaba las ganas y la tranquilidad. Y es que eran sonidos que pretendían (en lo que logró oír ─y entender─) ser tiernos, pero que a él le atravesaban la tráquea de lo molestos que eran. Bueno, por lo menos en ese momento, porque quizá (y sólo quizá) si no tuviese como objetivo leer el ejemplar que reposaba en su regazo no le hubiesen digustado, sino todo lo contrario. Porque sí, después de oírlos más de unas cinco veces cedió a lo dulcemente infantil y tonto que se escuchaba, y bueno, le parecían adorables.

Levantó la vista, abandonando a «Herbert West: reanimador» de Lovecraft en el asiento, justo a su lado. Pudo divisar una cabellera color rosa un poco más adelante, en la fila de asientos adversa a la de él. Carraspeó en busca de su atención, pues eran los únicos en el vagón aquél.

─Um, lo siento ─intentó no sonar tan duro al empezar, el muchacho le miró─. ¿Estoy tratando de leer?

Al chico le pareció gracioso (después de una seriedad que había asustado al otro, y de entender que había sido lo suficientemente tonto como para creer que estaba solo y hacer el rídiculo) que sonara a pregunta lo que parecía ser un hecho, a juzgar por el libro que ahora estaba mostrándole. Sonrió, asintiendo, para luego inclinarse en una reverencia que pretendía ser de disculpa. Pero que (por malos cálculos) terminó siendo un espectáculo de un tonto golpeándose la cabeza con los asientos de un tren.

─Oh, um, ¿estás... bien? Diablos, por supuesto que no. ¡Eres un idiota NamJoon! ─murmuró y quedó largo rato discutiendo consigo mismo. Hasta que el otro joven se acercó a su asiento, sobándose la cabeza.

─No te preocupes, estoy bien ─exclamó, con una bonita sonrisa. A NamJoon le dio risa, porque el chico tenía una pequeña lágrima deslizándose por sus mejillas. Iba a preguntarle qué más necesitaba cuando vio sus intenciones de disculparse de nuevo.

─No tienes que hacerlo ─se apresuró a decir, negando con la cabeza y las manos para que se notase que, en verdad, no hacía falta─. Además, ten cuidado. Podrías volver a lastimarte ─rió. Creyó que era la mejor forma de ahuyentar una segunda disculpa que no necesitaba.

─Pero ¿no ibas a leer? ─replicó, una mueca de tristeza en su rostro. NamJoon por fin se detuvo a verlo un poco mejor: era un chico realmente lindo.

─No ─dijo y negó también con la cabeza. Más para dejar que el pensamiento que tuvo se fuera que para contestarle al joven.

─¿Entonces puedo hacerte compañía?

─Um, sí ─asintió ahora. Se movió al asiento junto a la ventana pero no miró hacia allí, en cambio observó al muchacho. Él también le miraba.

  ─Se ve que es una costumbre  ─expresó, aún viéndolo. No entendía y él pareció notarlo─, me refiero a que, además de contestar con sí y no, asientes o niegas también, como si no quedara claro  ─sonrió. NamJoon pudo ver unos lindos hoyuelos que le robaron un suspiro que, para su suerte, pasó desapercibido. 

  Después de un rato de silencio ─rato en el que seguían observándose─ quiso hablar. No sabía su nombre.

  ─Soy NamJoon.

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