Capítulo 56: Noche de bodas

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Stefan observó la mansión.

Los obreros habían hecho un buen trabajo haciendo de una mansión un palacio. 

La entrada estaba iluminada, atrayendo a sus nuevos habitantes a llenarla de experiencia y vida.

Daren le apretó la mano.

-Le agregué dos alas nuevas. La principal que recoge la entrada y un primer piso más unos salones es de estilo isabelino.  El ala derecha está construida en un estilo actual.  Tiene un jardín interior con una cúpula que permite que el sol deje crecer las plantas y un primer piso con cuartos y salones.  El lado izquierdo se parece más a mi idea cultural.  Es más colorido y predomina la madera y las esculturas de marfil.  En el primer piso he construido otro invernadero con especies tropicales terminado en cúpula.

-Daren...

-Dormiremos en el ala isabelina.  Es lo justo.  Estaba ahí antes y los dos debemos ceder de nuestra parte.

Stefan sonrió nervioso.

-Esta noche haremos el amor.  Del todo.  Otra vez.

-Lo sé, y quiero que estés tranquilo.  Te dolerá menos.

-Antes de ir al cuarto muéstrame tu jardín interior.





Douglas giró en su cama.  Estaba a punto de dormirse después de tanto llorar.  No tanto por Charlie.  Por lo que había dicho y por miedo a que se repente su secreto se descubriese.

Quizás quisiesen investigarlo o quizás quisiesen sacrificar al único beta que había sido visto en muchos años.

Entonces su cuerpo se relajó.

Pero ese nivel de relajación jamás lo había sentido.  El sueño le invadió con una convicción irracional de que todo saldría bien.

Y el cuello le palpitó.



Daren quería dejar a Stefan todo el tiempo que necesitase. 

Y su marido estaba caminando entre las plantas y las flores.

-El calor para que crezcan viene de unas tuberías de agua caliente que recorre el suelo.  Durante el día hace mucho calor.

-Como en Barín.

-Como en casa.

-Hazme el amor en Barín, Daren.

El príncipe se acercó.  Le acarició la mandíbula, la mejilla y el pómulo.  Luego le besó.  Mordió despacio su labio inferior y acarició con la lengua la carne sensible del interior de su boca, contra sus dientes.

Las rodillas de Stefan se doblaron y Daren le sostuvo.   Le dejó caer despacio al suelo.  Estaba cálido.  Era madera noble y el calor se conservaba.

Daren se quitó el traje de novio.  Stefan le observó acostado en el suelo.  Su enormidad.  Su fuerza.  Sus tatuajes y los adornos en sus pezones. 

Le desnudó.  Casi no se dio cuenta hasta que no tenía absolutamente nada de ropa.

Daren se cernió sobre él. 

Le cubría tanto... enredó sus piernas contra el y apretó la cara contra su hombro.

-Me siento en casa.  En todos los sentidos.

Stefan suspiró.

-Te falta un detalle para estar en casa.

Daren le levantó la cadera.  Chorreaba.  El suelo estaba húmedo.  Sacó la lengua y lamió su raja, amaba ese sagrado sabor de su omega.  Metió la lengua. Stefan abrió los ojos y chilló.

-¡Dios!

Daren siguió trabajando su conducto con la lengua mientras con los dedos acariciaba y pulsaba los alrededores de su agujero.  Stefan gemía tanto que creía que iba a ahogarse pero no lo hizo.

Estalló en un orgasmo tan enorme que no pudo responder cuando le dio la vuelta y metió su verga hasta la mitad.

Stefan chilló.

No dolía.

No dolía nada.  Su cuerpo se abrió, notaba como Daren empujaba muy despacio.  Muy despacio...

Estaba dentro.

Golpeó el suelo.

No podía existir un placer semejante y su cuerpo sudaba tanto que Daren tenía que sostenerle.

Entró del todo.  Y empujó.  Y volvió a empujar. 

Stefan gritó con desesperacion.  Su cuerpo se rindió con el nuevo orgasmo y se desmayó aún sintiendo el semen de Daren resbalar por su trasero.

Y levantarlo del suelo.

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