Una carta en una lapida, también un girasol.

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Quiero creer que aún estás danzando por el aire, tan liviano y silencioso como siempre. De aquí, desde el centro de mi pecho, nace esa absurda esperanza de que haya algo más allá, de que luego de cerrar los ojos, ocurre algo más que la nada.

La vida te quedó corta, a ti, que eras inmenso, que eras un genio. Y tenías cuentas pendientes con el destino, que vaya a saber si las sentiste saldadas una vez que dejaste ir tu último aliento... (Hinata dice que si. Quiero creer que te conocía tanto como yo.)

Eras el mejor shinobi de tu generación, supiste dejar tus fantasmas atrás y te convertiste también en un alma dulce. Eras el heredero de la segunda rama de tu clan, un prodigio del Byakugan. Tranquilo, calculador, razonable, amable. También, dabas los besos más tiernos cuando querías.

Eras mil cosas que, si me pusiera a contar, rompería en llanto... Y por sobretodo, eras un niño.

No te había perdonado ¿sabes? Que te hayas ido así, sin decir adiós. Tampoco había perdonado tu eterna cautela, ni la lealtad que nos llevó a amarnos en silencio. ¿Pero sabes? Han pasado tantos años, y yo recién ahora noto que solo eramos niños, que tu, eras un niño.

Fuimos inocentes en creer en un amor clandestino y lleno de pasión. Y sé que si la vida nos hubiera dado la oportunidad de crecer uno junto al otro, las cosas habrían cambiado. Tu te la habrías jugado por mi cuando te impusieran un matrimonio arreglado. Yo me habría escapado junto a ti sin dudarlo ni una vez.

Creo que lo que más me dolió es haber sido tu mujer pero no haber podido llorar como tal, cuando tu familia se llevó tus cosas y ni tu banda me quedó para recordar... ¿Pero quién sabía? Prometimos hacerlo nuestro secreto hasta el final.

Eras un niño y está bien. Pero entiende que esta tonta también lo fuera y te maldijera llena de rabia tantas madrugadas. También perdona a esta mujer que recién hoy se da cuenta de que hiciste lo que sentiste y que debió ser así.

Un día, mi pequeño, te prometo que iré contigo y danzaremos con la brisa juntos en la eternidad. Porque esta vida es solo un pasaje, si no estás conmigo, a otra vida donde lo nuestro pueda ser realidad.

Han pasado veinte años y ni un amor ha opacado el pálido brillo de tus ojos en mis recuerdos, y tu foto aún reposa en mi mesita de luz, y no hay quién logre que mi cuerpo sienta como tú estremecías mi corazón.

Mis primeras canas asoman, Neji. Ya no falta tanto más.

Cartas de alguna vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora