-Capítulo Único-

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A Gabriel le gustaba pensar que era un hombre organizado, no tanto como el obsesivo compulsivo de Morrison, pero sabía dónde dejaba las cosas y sabía dónde buscar cuando ocupaba algo. Sabía lo que pasaba y lo podía controlar.
Por eso se extraño cuando entró a su oficina y encontró una cocada en un lindo envoltorio, colocada perfectamente enfrente del monitor de su computadora.

Bien, no era inusual que el dejara comida en su oficina, normalmente tenía tazas de café en su escritorio y de vez en cuando comía un almuerzo rápido en la oficina, cuando no tenía tiempo de ir al comedor. Y claro, era un hombre que le gustaban los dulces, así que siempre tenía uno que otro dulce escondido en su escritorio o su suéter.

Pero por eso mismo, siempre estaban escondidos y la cocada estaba colocada perfectamente, demasiado como para que él simplemente la hubiera dejado ahí. Además, estaba seguro de que justo se le habían acabado hacía tres días.

Revisó su oficina para ver si había algo más fuera de lo normal, pero no, todo estaba normal excepto por esa pequeña cocada. La persona que hubiera dejado eso allí fue muy cuidadosa. Aunque habían un limitado número de personas que podían entrar a su oficina... Eso era algo sospechoso.

Quizá había sido Jack, que la había dejado allí para fastidiarlo. Adoraba a su mejor amigo pero podía ser realmente molesto a veces. O quizá realmente la había dejado por ahí y se había olvidado.
No le dio mucha más importancia sobre el origen de la cocada, pues rápidamente se la comió y le había caído de maravilla. Un pequeño y delicioso dulce para alegrar la estresante tarde que había tenido.

La segunda vez que esto pasó tampoco le dio mucha importancia. De nuevo entraba en su oficina y de nuevo había un dulce colocado perfectamente en su escritorio, habían dos tapitas de chocolate, colocadas sobre un pequeño papel rojo decorado. Ahora si estaba comenzando a sospechar.
Él perfectamente podía haber dejado un dulce por ahí, pero no andaba dejando papelitos botados. Ni siquiera tenía papel decorado en su oficina!

Pero en esos momentos tampoco le dio mucha mente en el asunto, acababa de llegar de una misión y esos dulces le sentaron de maravilla. Era como si supieran que estaba cansado y estresado, y aparecieron en el momento adecuado.

Pero cuando levantó las tapitas, vio que había una pequeña carita felíz en el papel rojo. Definitivamente eso no lo había dejado él ahí, él no andaba dibujandole cosas a los papeles. Ahora si estaba casi seguro que había sido Jack para fastidiarlo, le reclamaria más tarde.

Aunque si eso era una broma, pues le había salido mal. Pues disfrutó mucho los pequeños chocolates.

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- Jack eres un pésimo bromista

- ¿De qué hablas?

Era un día pacífico en la base, lo que era algo raro, así que todos los agentes estaban aprovechando la paz y se estaban relajando.
La mayoría de los agentes se encontraban en la sala común o sala de recreación, incluso Genji, que se encontraba jugando un juego de cartas con Jesse. Que le iba ganando al vaquero por mucho.

- De los chocolates que dejaste en mi oficina, ¿Quién rayos deja chocolates como broma?

- Yo no te dejé nada, pero sí sería una pésima broma. ¿Ana quizá?

- Tal vez, más tarde le preguntaré.

- Además, yo te quitó los dulces, no te los dejo -Dijo el rubio con una sonrisa algo burlona mientras sostenía un pequeño dulce en sus manos-

- ¡¿Tú fuiste el que me lo quitó?! Jack, ese es el último!

- Qué lástima -Dijo riendo ligeramente mientras echaba el dulce en su boca-

Una lluvia de dulces y pequeñas notas  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora