Aún estaba dándole vueltas en mi cabeza a las palabras de Héctor.
No podía creerme que su abuelo le ordenase algo así.Nada más llegar al edificio donde estaba las oficinas del señor Izur, me subí a uno de los ascensores.
Pulsé el número de la planta que me había indicado el guardia de seguridad.Estaba tan nerviosa que hasta las manos me sudaban, mis neuronas trabajaban a la velocidad de un rayo de como debería hablar con aquel hombre tan recto negándome a complacerlo.
De pronto el ascensor se para, las puertas se abren y pasan dos hombres seguido de Alois.
Nada más verlo inmediatamente sentí un golpe de calor seguido de un cosquilleo en mi tripa.
Alois lucía tan apuesto con su traje gris dándole un toque de sensualidad y a la vez de confianza en sí mismo.
Sus ojos almendrados me observan con detenimiento, al mismo tiempo que mi cuerpo tiembla descontrolado.— ¿Para donde vas celebridad? — Me susurra en mi oído dejándome casi sin aire.
— He venido a ver a tú abuelo, quiere verme.— Le suelto del tirón sin apenas mirarlo, puesto que si lo hago pienso que caería desmayada.
— Bien. Te acompaño, yo también iba a verlo en estos momentos.
Asiento con mi cabeza hasta que por fin llegamos a la planta donde iré a reunirme con el señor Izur.
Alois se despide de esos dos hombres trajeados seguiéndome de cerca llevándome hasta la oficina de su abuelo.Antes de pasar, Alois pone su mano en mi espalda, ese pequeño tacto hace que mi espalada arda y en mi tripa haya una manada de elefantes bailando.
Debo de recomponerme de inmediato ante las sensaciones que provoca este hombre en mí.Veo como se dirige a su abuelo, enseguida el aire se contamina, Alois y Damián se enfrascan de inmediato en una discusión.
Yo parezco un árbitro de tenis mirando de uno al otro, al final Alois sale de la oficina enojado.
En ese instante no me paro a pensar en las consecuencias, salgo detrás de Alois agarrándole por su brazo obligándole para que pare.— Lárgate celebridad no quiero verte.
— Alois, no sé exactamente lo que les pasa, pero si de algo estoy segura es que hablando se entiende la gente.
—¿Acaso te estás burlando de mí? Mira desaparece de mi vista y preocúpate de que mi abuelo te pague bien por hacer de canguro de Héctor.
Sacudí mi cabeza de derecha a izquierda pasmada por la actitud de Alois.
¿A dónde había quedado aquel hombre que se había preocupado por mí cargandome en sus brazos hablándome despacio muy pegado en mi oído?Definitivamente habrá desaparecido.
Vuelvo para la oficina del señor Izur lo saludo tímidamente, el cual se encuentra mirando por una de las cristaleras los rascacielos muy concentrado.
— Señor Izur. — Carraspeo mi garganta haciéndole entender que estoy aquí.
Volteándose, me mira en silencio haciendo que me sienta algo incómoda ante su mirada glaciar.
Despacio, haciendo resonar sus zapatos en el parqué viene hacia mí directo donde se para a pocos metros tomando asiento y a su vez señalando con su mano otra silla que había delante de él.
Tomé asiento sintiendo mi cuerpo rígido.
En ningún momento bajé la mirada, lo que me permitió ver unos ojos llenos de tristeza.— Te preguntarás porque he querido que hablaramos. — Comenzó dirigiéndose hacia mí ofreciéndome una taza de café.
— Exacto. Me intriga saber que puedo hacer yo por usted.
— Laura, en estos momentos eres mi único recurso para hacer que mis nietos se lleven bien. Ellos antetodo sin primos, por sus venas corren la misma sangre, y a mí me destruye por dentro verlos enfrentados.
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QUERER, NO ES OBLIGAR
RandomPara Damián Irzu su mayor prioridad es que su familia esté unida y sus nietos, Alois y Héctor sigan sus pasos. Con el paso de los años, Damián educó a sus nietos con la única intención de que deberían continuar trabajando en su empresa para que su f...