Roto.
Destrozado.
Desolado.
Aquellas palabras definen con certeza la forma en la que me siento en este momento.
Estas blancas paredes a mi alrededor parecen hacerse más y más pequeñas, al punto de sentir que me asfixio poco a poco.
¿No dicen que los finales felices son para las personas buenas?
Nunca robé un solo dulce de los expendios como los demás niños, No maté pájaros inocentes a pedradas y procuraba portarme bien por exigencia de mi familia; puede que les haya hecho una que otra travesura a los niños malos de la cuadra pero nada fue tan grave como para merecer este destino condenado.
Siempre fui honesto, amable, cortés, justo y en cierto punto ingenuo... tal vez fue eso la causa principal de mi perdición.
La primera vez que te ví... me pareció que la única cosa con la que podía compararte, era el Sol: tan grande, brillante y lejano que no podía apartar la mirada de esa larga cabellera rubia que parecía brillar por si sola, esa piel canela que me invitaba a saborearla como si de un bizcocho se tratara y esos condenados ojos que parecían revisar todo mi ser con una sola mirada.
Sin duda, fue amor a primera vista, aunque no creyera en eso y me cueste mucho admitirlo, tu presencia era el constante eclipse de mi oscuridad, tu blanca sonrisa fue mi condena eterna a un mundo lleno de lacividad y placer.
Eras el socio mayoritario de la compañía vecina con la que mi padre estaba tratando de negociar una importante inversión.
A pesar de tener 42 años eras un hombre cautivador, tanto que me arrebataba el aliento la sola mención de tu nombre... quizás todo hubiera sido más fácil sin tu esposa: esa maldita bruja de cabellos verdes y voz de cobra que cada que un solo sonido salía de su boca se sentía como un entumecedor veneno, para serte sincero nunca quise lastimar al pequeño Hyoga, ese hermoso niño de melena tan rubia como la tuya, quien siempre dejaban a mi cuidado mientras te sentabas con mi padre en la terraza del patio a discutir asuntos de negocios de los que yo no alcanzaba a entender mientras que jugaba con el pequeño bajo tu sutil mirada de escorpión.
Pasó al rededor de mes y medio para que yo aceptara que me había enamorado del magnifico señor Antares... Je, ¿Quién lo diría? El gran y estoico Camus Aquarii de 19 años con la reputación de no haber tenido ninguna relación amorosa a lo largo de su adolescencia, había caído directo a los pies de un vejete con la mentalidad de un muchacho de 20.
Y como olvidar cuando te confronté... recuerdo haber llegado a tu oficina como alma que lleva el diablo y casi tiraba la puerta a golpes: llevabas el cabello más revuelto que otros días y unas grandes ojeras oscurecían tus brillantes ojos.
Me invitaste a tomar asiento pero yo en mi incontrolable furia, me negué rotundamente y sorprendido por mi alteración, esperaste a que desquitara toda mi ira sobre tí; así que con la voz fuerte y lleno de determinación te dije:
"Quiero que se haga responsable de la abominación que reina dentro de mí desde que lo conocí, ha absorbido toda cordura y sentido común que me jactaba de tener ¡No quiero sentirme tan miserable solo porque me enamore de un hombre que me dobla la edad! ¡Así que si no hace algo al respecto yo...!"
No pude seguir reclamándote porque tus dulces labios impedían que yo proliferara un solo grito, tus suaves manos limpiaron mis gruesas lágrimas de cólera que resbalaban salvajemente por mis mejillas, y mis piernas poco a poco se volvieron gelatina hasta el punto que tuviste que envolverme por la cintura con esos grandes brazos.
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Tóxico (MiloxCamus)
FanfictionTODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. LOS PERSONAJES DE ESTA HISTORIA NO ME PERTENECEN SON PROPIEDAD DE MASAMI KURUMADA. HISTORIA COMPLETAMENTE DE MI AUTORÍA.