0. Prólogo: Inicio

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De todas las calamidades que se podían presentar, la muerte era la definición de todas. Cien años de muertes continuas, cien años de guerras imparables. Puede que la población fuera la más perjudicada pero eso al rey no le importaba, eso a los Aesir les parecía un problema inferior, comparado a los entresijos derivados de las batallas por la conquista de nuevas tierras.

La sangre, la victoria, la conquista era lo que todo asgardiano buscaba en su vida, morir peleando significaba ganarte un lugar en el Valhalla, el paraíso, la única preocupación que podían tener era llevar siempre en manos: espadas, lazas, flechas, martillos o todo lo que sirviese como arma. No existía nada más digno que morir en el campo de batalla derrotando al enemigo, en este caso, al enemigo que el Rey Odín considerara que era hora de someter.

Cada gesta de victoria significaba un reino más que serviría bajo las órdenes del rey y se adheriría a los reinos que ondeaban la bandera asgardiana. Un total de ocho reinos es lo que consiguió Odín, autoproclamado como «Dios de Dioses»; no parecía haber límite para su poderío militar y junto con su mano derecha en la batalla, su hija Hela, conquistaban y gobernaban todas y cada una de sus nuevas tierras con sangre y fiereza. Hasta que un día, Odín decidió contraer nuevamente matrimonio y con ello un nuevo aire llegó.

Todos los testigos dirán que la nueva reina fue la que ablandó el corazón del rey más implacable y sanguinario de la historia, pero en realidad todo cambió desde el día que supo que sería nuevamente padre, la diosa de la fecundidad le había premiado con un varón y con ello una pregunta rondó su mente: ¿qué clase de reino heredaría su hijo? No estaba orgulloso de admitir que tardó tiempo en darse cuenta de su situación y lo que representaría para su familia.

Habían guerras que parecían jamás terminar, como la que tenían con el Reino de Jotunheim, cuyo rey al igual que Odín, no había cosa que deseara más que un campo de batalla. Laufey había reinado sin problemas hasta que supo que no viviría eternamente por más que perteneciera a la raza de los Gigantes de Hielo, su vida tenía un final escrito y se negaba a irse sin haber conquistado sus propios deseos.

Todas las estrellas se confabularon y formaron un ritmo único y constante que nos trajeron hasta aquí, dos reinos cuyo destino no pasaba por las manos de los reyes, sino por la de sus herederos.

El destino puede ser firme y claro para los ojos que reservado a ello están, pero de la misma forma que existe puede variar. Hay un inicio, hay un recorrido y hay un final, en sus manos está que ese final valga la pena dicha andanza a realizar.


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NOTA:  ¡Mi primer fanfic Thorki! qué ganas de ver hasta dónde me lleva este camino. Espero estar a la altura del fandom, para ello me desenvolveré en un ambiente medieval que es lo que mejor se me da de momento.

Rey de ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora