¿Cómo había llegado a este momento?
Los ojos azules de Larry escocieron con el aroma a tabaco y café.
¿O quizás eran lágrimas de verdad?
¿Por qué estaba llorando?
Su mente trabajaba a mil por hora, recordando cada segundo que lo había llevado hasta este momento.
Por un momento se vio de nuevo en el pasillo de la escuela. El instante exacto en el que había sentido que una parte de sí mismo moría. La primera vez que había visto a Mike y a Pete besarse.
Entre sus manos llevaba una carta escrita en tinta roja, con un primoroso sobre que aparentaba una carta victoriana. Estaba seguro que sería perfecto. Seguro Mike lo amaría, junto con el nuevo cáliz de obsidiana que le había conseguido.
Era el regalo perfecto. El momento perfecto. Pensaba declararle sus sentimientos en el gimnasio, justo antes de que los demás vampiros llegarán.
Sus manos sudaban, pero trataba de no maltratar demasiado la carta.
Era todo o nada.
- Hey, Mi... - Apenas abrio la puerta del gimnasio, los vio. El líder al que admiraba, el chico que lo había rescatado de aquella soledad de ser "el chico gordito y raro", con sus labios pegados a los de aquel gótico de mechones rojizos.
¡¿Cómo era posible?! Larry le había dado su vida, había sido siempre su fiel mano derecha, su apoyo y su mayor confidente. ¡¿Por qué Mike prefería a aquel gótico que no había hecho más que golpearlo y agredirlo desde el primer día?!
El castaño sintió que las piernas no le respondían. Sus manos temblaban tanto que termino por dejar caer aquel regalo, aquella copa negra que se hizo pedazos como lo había hecho su corazón.
El ruido del accidente llamó la atención de ambos amantes, que de inmediato cortaron su beso. Pete arrojó con fuerza a Mike, haciendolo caer de la grada en la que habían estado sentados, como si le diera asco.
Larry quizó correr a auxiliarlo, preocupado que se hubiera hecho daño de verdad al golpearse la cabeza contra el suelo, pero Mike, con aquella sonrisa que siempre le robaba el aliento, le dijo que no era nada. Que estaba bien. Cuando Larry volteó a reclamarle al gótico, ya había desaparecido, como si fuera una sombra que nunca estuvo ahí. Como lo hizo aquella carta que jamás entregó y que quemó apenas llegó a casa.
Fueron meses de soportar aquella situación. De ver las mordidas en el cuello de Mike que trataba de ocultar con maquillaje, preguntándose como podía amar tanto a alguien que lo miraba con asco cada vez que se cruzaban por los pasillos.
¿Cómo era posible? ¡Mike merecía algo mucho mejor! Alguien que se diera cuenta de lo importante y especial que era. Alguien que no rodara los ojos con fastidio cada vez que lo escuchaba hablar de Twiligth. Alguien que no le dijera marica cada vez que tenía un detalle cariñoso como comprarle un nuevo pendiente a su pareja.
Porque no tardó demasiado en sincerarse con él. Tuvo que soportar la historia de como una tarde se habían encontrado en aquella cafetería que era punto de reunión para ambos grupos, como una conversación había llevado a su primer beso. Oír hablar de los hoyuelos que se le hacían en las mejillas a Pete las raras veces que lograba hacerlo sonreír y como su cabello parecía un petirrojo cuando despertaba por las mañanas, antes de peinarse.
Y además, saber que llevaban casi un año saliendo en secreto, antes de que Larry los descubriera.
La forma en que Mike adoraba a su novio, la adoración con la que hablaba de él, no hacía más que revolverle el estomágo y romperle el corazón a partes iguales.
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Heal my wounds
FanfictionLarry sintió su corazón romperse como aquella copa de obsidiana, ¿sería capaz de seguir viviendo sin su amor?