III. NO SOY UN TROFEO

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Moon Byul asintió con la cabeza. YongSun giró sobre sus tacones para encaminarse hacia la barra y Moon Byul pudo contemplar cómo su vestido blanco dejaba buena parte de su espalda al aire. No pudo contenerse, y rozó su piel desnuda con la excusa de escoltarla. Solar sintió su contacto, pero disimuló cuanto pudo, lo último que quería es que aquella completa desconocida cogiera más aires, por mucho que tuviese motivos para ello.

A Moon Byul no le gustaba hablar de sí misma, así que optó por preguntarle a Solar a qué se dedicaba mientras compartían bebida. Fue un acierto, Solar empezó a hablar de su carrera de medicina, de sus profesores, de sus prácticas… y Moon Byul pudo recrearse mirándola. Tenía unos ojos azules increíbles, una nariz pequeña y graciosa, una boca apetecible, una sonrisa bonita y un lunar demasiado sexy a un lado del ojo derecho. Y eso sólo era su rostro, porque si miraba un poco más abajo… Moon Byul luchaba con la tentación de hacerlo, no quería parecer una maleducada y perder su oportunidad con Solar, pero no siempre vencía, y de cuando en cuando, sus ojos grisáceos se posaban sobre el generoso y excitante escote de la rubia.

YongSun no dejaba de hablar, pero eso no significaba que no se diera cuenta del repaso que Moon Byul le estaba dando, y empezó a sentirse poderosa viéndola removerse en su taburete, seguramente alterada por lo que tenía delante, a menos de un metro de sus manos. Pero pensar en eso también la alteró a ella, y acabó abanicándose con la mano.

—¿Tienes calor? —preguntó Moon Byul divertida.

—Un poco, ¿tú no? —YongSun se mordió ligeramente el labio inferior y Moon Byul no pudo responder otra cosa que…

—Sí, también, deberían bajar la temperatura del aire acondicionado.

—Llevas demasiada ropa para estar aquí dentro —se atrevió a decir la rubia. Moon Byul frunció el ceño, pero acabó sonriendo. Le gustaba por dónde iba la conversación.

—Tienes razón. —Dicho esto, se quitó la chaqueta de cuero y la dejó doblada sobre la barra.

La camiseta que llevaba era de tirantes, así que sus hombros y brazos quedaron expuestos, mostrando una piel ligeramente bronceada que contrastaba con la piel blanca de YongSun. También quedaron al descubierto dos tatuajes uno en cada brazo. La rubia pensó que le sentaba muy bien con el look que llevaba y no pudo evitar sonreír.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Moon Byul con seguridad.

—Es bastante interesante… —admitió YongSun con un tono de voz más ronco que hizo que a Moon Byul se le erizase el pelo de la nuca. ¿Cómo podía tener una voz tan sexy? HwaSa tenía razón, Solar le había gustado, mucho, demasiado.

La rubia estaba disfrutando de aquella inesperada cita. Se alegraba de no haber huido de Yul. El tonteo que había surgido entre ellas le recordó tiempos pasados, cuando el verano que terminó el instituto, conoció a Sowon, una chica un poco menor que ella que le regaló muy buenos momentos. Desde entonces, no había vuelto a tener nada con chicas, sólo novios. Quizá era un buen momento para cambiar sus estadísticas.

—No sé tú, pero yo sigo teniendo calor —afirmó Yul clavándole sus ojos grisáceos. YongSun  suspiró.

—¿Quieres que salgamos fuera?

—Es justo lo que estaba pensando —aseguró la peligris con una media sonrisa.

Dejaron la barra, Moon Byul le tomó la mano y tiró de ella para dirigirse a la puerta de la discoteca.

—Lo sabía —exclamó Whee In—, YongSun ha ligado, y Cho Rong también, ¿por qué yo no?

—Porque no quieres, yo te ofrezco mi amor y siempre me rechazas —reclamó Tae Hyung.

—Tú calla, que hoy sólo tenías ojos para las moteras —Whee In puso cara de pena.

—Y si no hubiera sido así, ¿me darías una oportunidad?

—Por supuesto que no, lo mío son las mujeres —exclamó Whee In. Mark estalló en carcajadas.

—Pues no te quejes —dijo Tae Hyung mientras brindaba su cerveza con Mark.

Después de girar al menos dos esquinas, dieron con una zona de pared sin ocupantes. Moon Byul miró a YongSun con deseo y no dijo nada, prefirió hacer. Era a lo que estaba acostumbrada y era lo que buscaba aquella noche. Arrinconó a YongSun entre la pared y su cuerpo, abrazó su cintura y atrapó su boca en un beso hambriento. La rubia se vio un poco sorprendida por el ímpetu de   Moon Byul, pero no tardó en devolverle el beso. Las sensaciones que le estaba provocando en todo su cuerpo la obligaban a ello.

Las ganas de Moon Byul aumentaban al rozar la piel desnuda de la espalda de YongSun. Ésta emitió un suave gemido con aquella maldita voz y Moon Byul perdió del todo los papeles. Sujetó sus muñecas contra la pared y empezó a recorrer su cuello con los labios, mientras YongSun respiraba con dificultad. Después, colocó una de sus piernas entre las de la rubia y se apretó más contra su cuerpo, provocándole un gemido más audible al rozar su centro. El calor que desprendía el cuerpo de YongSun le hizo pensar que era el momento. Moon Byul liberó una de sus muñecas y llevó su mano hasta el muslo de la rubia, colándose por debajo de su vestido. YongSun no tardó en sentir la mano de Moon Byul rozando su ropa interior.

—Cuando veo algo que me gusta, no paro hasta conseguirlo —susurró en su oído.

Y entonces YongSun abrió los ojos y empujó con fuerza a Moon Byul para alejarla de ella. La peligrís la miró frunciendo el ceño, mostrando un evidente descontento.

—Yo no soy ningún trofeo —declaró con voz firme—, me vuelvo dentro con mis amigos —añadió arreglándose el vestido.

Moon Byul se quedó allí plantada, con una sensación agridulce en su interior. Le había molestado la interrupción de la rubia, se moría de ganas de hacerla suya, pero, en cierto modo, también le había gustado. YongSun no era como otras chicas.

La rubia, por su parte, se pasó el camino de regreso al interior de la discoteca pensando en lo tonta que había sido. No porque Moon Byul fuera una chica estaba asegurado que no buscase en ella lo mismo que muchos chicos. Qué decepcionada estaba. Pero no sólo con la guapa peligris, sino consigo misma, por haberle dado tantas confianzas sin apenas conocerla, no volvería a pasarle nunca.

—¡Mierda, no le pedí su número! —gritó Moon Byul en la puerta de la casa de HwaSa.

—Byul, en serio, ¿crees que después de decirte lo que te dijo iba a darte su número? —preguntó su mejor amiga mirándola con escepticismo—, da gracias a que no te pegó un bofetón. —Y empezó a reír.

—No tiene ninguna gracia. —Moon Byul torció los labios.

—Es verdad, no la tiene —admitió HwaSa—, creo que Solar era una chica especial, y la has cagado pero bien. —Moon Byul no dijo nada, pero estaba de acuerdo con ella.




(...)


Moon Byul y su abuelo llevaban sentados más de un cuarto de hora en aquel restaurante. La peligris se había cansado ya de comer cacahuetes.

—¿A quién esperamos, abuelo? —preguntó Moon Byul con impaciencia. Odiaba no saber las cosas.

—Mira, ya están aquí.

Cuando Moon Byul alzó la mirada tras sus gafas de pasta casi se le paró el corazón. A sólo unos metros de ella estaba YongSun, con sus ojos azules, su melena rubia y ese cuerpo que tanto había deseado noches atrás. ¿Qué demonios hacía allí?, ¿quién era esa mujer que la acompañaba?, ¿la reconocería como acababa de hacer ella?, ¿la delataría delante de su abuelo? Sintió pánico.

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Nuevamente Hola!!! uwu

Ustedes, ¿qué piensan que hará Solecito?

PD: Chav@s si quieren pedir el número de teléfono de alguien, eviten verse como Casanovas y tocarle la cuca a la chava, no les vaya a pasar lo de Byul v:

Y con está enseñanza concluye el capítulo de hoy (si, así como en la Rosa de Lupita)

Nos leemos la próxima semana.

BAJO EL MISMO TECHO [MOONSUN ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora