❝ Por favor... Mátame. ❞

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➤ Hace seis años, aproximadamente.

Rachel cerró sus ojos, con el afán de dormir aunque fuese un poco, aunque... De nada serviría aquello, ya que las palabras de su psiquiatra rondaban su mente.
"¿Sabes? El asesino ese con el que solías estar obsesionada va a ser ejecutado."
Apretó las sábanas, buscando ahogar su frustración en aquellas inofensivas acciones. Paulatinamente, su cuerpo fue sintiéndose ligero, apunto estaba la niña de caer en los brazos de Morfeo, sin embargo... Un sonido metálico la despertó.
—¿Qué... Qué ha sido eso?—. En pie se puso. —Viene de la ventana...—. Los golpes incrementaron, y Rachel tapió la puerta de su habitación con unas cajas llenas de trastos. Sostuvo entonces en su mano el ensangrentado cuchillo del que Zack le hizo poseedora, y... Con algo de temor se acercó a la ventana ignorando las voces hastiadas de las asustadas enfermeras, apartó las cortinas, y... Una voz, ronca y gritona se hizo presente.
—¡APÁRTATE!—. Ella obedeció, retrocediendo hacia atrás. Los barrotes de hierro que tapiaban la ventana cayeron causando un sordo sonido. Rachel paseó sus celestes orbes por la zona, la luz de la luna iluminaba sutilmente sus rubios cabellos.
En menos de unos segundos, una bota ensangrentada pisó el alféizar, impulsándose así un joven vendado, con sudadera y pantalones rojos. Rachel no daba crédito a lo que veía.
Era Zack, que había venido a por ella. Palabras de asombro intercambiaron.
—Vamos Ray, no hay mucho tiempo—. El mayor extendió su diestra con intenciones de que ella se la tomase, para finalmente ambos huir hacia quién sabe dónde.

➤ Actualidad, 20 de junio.

Los primeros rayos de sol incidieron directamente sobre el quemado rostro del adulto, quién perezosamente se estiró, echando su brazo derecho hacia el lado contrario de la ventana para poder girarse. Esperaba encontrarse con un abultamiento en la cama, mas... Solo había vacío. Entonces sí que abrió los ojos.
—¿Qué coño?...—. Una vez que su vista se puso más definida, entró en pánico. Rachel no estaba. —¿¡Rachel!?—. Raudo y veloz se levantó. Poco le importó hoy el no llevar puestas las vendas para sus ya cicatrizadas quemaduras. Ahora la prioridad era encontrar a Rachel.

Cinco horas. Cinco angustiosas y largas horas en las que había estado buscándola por toda la ciudad sin resultado. Rendido, angustiado y paranoico regresó a su hogar, donde se deslizó por la pared de la habitación que compartía con ella. Se llevó las manos a la cabeza una vez estuvo en el suelo, empezando a perder los estribos.
—Si alguien te tomó lejos lo mataré... Lo mataré, lo mataré, lo mataré, ¡lo mataré!—. Preso del profundo terror, lágrimas salieron de sus ojos, mojando el suelo de forma lenta, ya que cuando una caía se estampaba contra el suelo. Estaba... Solo. Desolado. Necesitado. Y la culpa de aquellos sentimientos era de Rachel Gardner, la única persona que sobrevivió al asesino en serie, la única persona que pudo plantarle cara, pero, más importante... La única persona que este pudo apreciar.
Momentos después la puerta del hogar se abrió, unos pasos se escucharon.
—¡Zack, he llegado!—. Exclamó una voz femenina, cerrando con su talón la puerta, y dejando un par de cajas sobre la mesa del comedor. Abrió una de estas, quitando la cinta que sostenía los lados para formar un semicírculo, el contenido de este recipiente era una tarta en la que ponía "Felices 26, Zack". —Qué raro... ¿Sigue durmiendo? Si son las cinco de la tarde—. Achinó sus mustios y moribundos orbes, echando a andar hacia la habitación en la que este estaría dormido, aunque para la sorpresa de Rachel, Zack estaba teniendo un ataque de ansiedad en el suelo.
—¡Zack!—. Se arrodilló a la altura del azabache. No obtuvo respuesta, así que posó las manos en las morenas y húmedas mejillas del mayor, secándole las lágrimas que detuvieron su cauce al momento de sentir el cálido tacto de las yemas de Rachel. Zack elevó su cabeza lentamente hasta encontrarse con la aburrida pero increíblemente tranquila mirada de Rachel. Parecía todo ir perfectamente bien, hasta que Zack explotó, lanzándose sobre ella con un mirar desquiciado.
—¿¡Dónde cojones estuviste!? ¿¡Pensabas abandonarme!? Lo sabía, debí... ¡¡Debí haberte matado antes!!—. Fue esbozando una maníaca sonrisa a medida que iba ahorcando a Rachel con una de sus manos.
—F-Fui a... Comprar un... Regalo para ti—. La fuerza cesó. Como si de nuevo Rachel hubiese calmado la demencia de Zack, este pestañeó. Se miró la palma y luego a ella.
—Lo siento—. Se disculpó por quitándose de encima de la rubia, que tomó una bocanada de aire. Negó con su cabeza y se incorporó quedando sentada, llevó una mano de nuevo al rostro de Zack para acariciar este sutilmente.
—Da igual. Yo... Quise darme prisa, pero quise que te gustase tu regalo, entonces tuve que estar dando vueltas por muchos sitios—. Retiró la mano, reposando esta sobre su propio regazo. Había cerrado sus ojos, y los abrió únicamente para ver a un Zack, que de nuevo lloraba.
—Así que... Fuiste a comprarme un regalo—. Añadió frotándose los ojos con las manos, causando que se irritasen más y acabase por empezar a sollozar sin contenerse. —Gracias... Ray. Gracias...—. Los recuerdos de aquel hombre que le pagó la cena cuando era pequeño vinieron a su mente, nublándosela hasta que sintió una calidez envolver su cuerpo. Rachel se había lanzado a abrazarle, escondiendo la cabeza en su hombro. Zack envolvió los brazos alrededor de sus caderas apegando su cuerpo al de ella todo lo posible.
—Zack... Yo...—. Susurró la menor incapaz de formular una oración correctamente. Ahora solo existían él y ella, todo daba igual. La respiración algo entrecortada por el llanto de Zack, los latidos del corazón de Rachel y el cantar de pájaros podían ser oídos a la perfección por Rachel.
—Estoy enamorado de ti—. Habiendo este robado las palabras de la boca de la rubia, se separaron un poco para mirarse a los ojos. El palpable rubor en las pálidas mejillas de Rachel hacían juego con la enrojecida nariz de Zack. —Nunca he sentido esa cosa a la que llaman amor, pero... Si algo he podido ver en películas era que ambos se querían, protegían y demás mariconadas—. Rachel esbozó una sonrisa pequeña, y Zack desvió su mirar hacia el costado. —N-No pongas esa puta cara, hablo en serio Ray—. Frunció su ceño y volvió a mirarla encontrándose con que ella había lagrimeado un poco. —¿¡Q-Qué coño te pasa!? ¿¡Qué cojones haces con esa expresión!?—. Preocupado y malhumorado, secó sus lágrimas con el pulgar.
—Llevo... Años sintiéndome así contigo—. Confesó. —Estoy muy feliz, Zack...—. Antes de acabar con su oración, fue besada. Un beso pasional, cargado de sentimientos y algo salado, que solo fue a más y más.

Ella dormía plácidamente sobre el desnudo pecho de Zack, que tenía su diestra enredada en el rubio cabello de Rachel. Estuvieron lo que quedaba de tarde entre las sábanas, y ahora obtenían su tan merecido descanso.
Irónicamente, parecía que fue ayer cuando juraron por sus propios nombres cumplir aquella promesa. Promesa que se prolongaría por muchos años más.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2018 ⏰

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Promesa de muerte.【ONESHOT】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora