[Close as Strangers || m.c]
4 de Octubre, 2:36 a.m, Aeropuerto de Londres.
—Yo sé que podemos con esto—le dijo él a ella, acariciando dulcemente su mejilla con su pulgar, mientras le sonreía de lado—. Después de todo, ¿para qué está la tecnología? —Intentó bromear, haciendo que ella sonriera, pero aquella sonrisa no tardó mucho en caer.
— ¿En serio lo crees? —preguntó, su ceño frunciéndose, apretando sus labios en una fina línea y apartando la mirada.
El muchacho de cabello colorido hizo una mueca, su sonrisa también desapareciendo. Llevó su otra mano a la otra mejilla de ella y sostuvo su rostro entre ellas. Así lo obligo a mirarlo, alzando su cabeza y uniendo sus frentes. Sus ojos verdes estaban fijos en los marrones de ellas, cargados de lágrimas que estaba intentado no derramar.
—En serio, Jo, lo prom…
—No hagas promesas que no sabes si podrás cumplir—se apresuró a cortarlo ella, y entonces él distinguió el dolor y el miedo en su tono.
Porque ella sabía que lo seguiría amando, sin importar cuantos miles de kilómetros los separaran, a lo que ella le temía era que él lograra encontrar a otra persona. O peor: que su relación comenzara a deteriorarse por culpa de la distancia y el poco tiempo que tendrían para hablar. Ella tenía que estudiar para la Universidad, y él grabar, ensayar, dar conciertos y conocer fans. Además de las entrevistas y las horas de escritura con sus compañeros de banda. No iba a ser fácil, pero ella no iba a rendirse.
—Lo prometo—dijo Michael, a pesar de lo que ella le acababa de pedir, y se acercó a terminar con la pulgada de distancia que había entre los labios de ambos, y sellar su promesa con un beso.
Fue uno lento, ya que ambos rogaban que el tiempo se detuviera entonces, e intentaron poner todo lo que sentían en aquel momento, por lo que el amor que se tenían fue dejado en claro. Ella se abrazó a su cuello, y se sostuvo de el para pararse de puntillas y poder profundizar el beso, mientras que él llevó sus manos a su cintura, y apegó sus cuerpos todo lo que pudo.
Fueron interrumpidos cuando Mike fue llamado por su rubio amigo, quien estaba tocando su hombro para llamarle la atención. Se alejó de su novia y giró su rostro, para encontrarse que él tenía una mueca de pena en sus labios.
—Lo siento, pero ya tenemos que irnos…—le recordó, señalando le con su cabeza la puerta por la cual tenían que salir a abordar el avión.
Él asintió, y Luke dio unos pasos hacia atrás, para darles sus últimos instantes de intimidad.
—Voy a extrañarte tanto…—susurró él, contra los labios de Janet, que cerró sus ojos con fuerza al sentir un punzante dolor en su pecho.
Cuando los cerró, una lágrima silenciosa se deslizó por su mejilla, haciendo su camino hasta ser detenida por la mano de Michael, y terminando allí, humedeciéndola. Él presionó un beso en su frente, y la abrazó con toda su fuerza contra su pecho, hundiendo su rostro en el cabello de ella, inhalando su aroma profundamente, no queriendo jamás olvidarse de el. Sin querer jamás separarse de ella.
Pero tuvo que hacerlo, y sentía una incomodidad en su pecho, justo en la parte donde su corazón estaba, que inútilmente paso su mano por ahí, como si pudiera apartar aquella angustia. Tomó su bolso, que había dejado a sus pies y se lo colgó, caminando unos pasos por detrás de ella para abrazar a su morena amiga, que le revolvió el pelo y rio, intentando alegrarlo un poco, aunque sabía que no podría hacerlo, no en ese momento. Cuando pasó por el lado de ella, besó fugaz mente su mejilla, y se alejó, con sus tres mejores amigos, de los cuales ambas muchachas allí presentes ya se habían despedido. Cuando estaban por salir por aquella puerta, los cuatro se voltearon y agitaron sus manos en su dirección, gesto que ella devolvió. Y segundos después, se habían ido.