Capítulo 3. Pérdida de tiempo

835 52 4
                                    

Después de aquel mágico encuentro las cosas volvieron a ser igual que siempre y eso fue algo que decepcionó a Nicolás, pero, ¿qué otra cosa podía esperar? Edgar no va a llegar de la nada a tocar la puerta de su habitación. Ese tipo de cosas no pasan en la vida real. 

Nicolás simplemente asumió que Edgar no tenía interés en conocerlo. Con lo poco que conocía al castaño ya deducía varias cosas: "Él tiene novia y amigos, no me necesita." era el pensamiento que más tenía presente.

Pero ni eso le impedía dejar de verlo por la ventana, esa mala costumbre nunca terminó. A veces Nicolás se quedaba jugando en el computador hasta tarde, hasta esas horas en las que sabe muy bien que Edgar sale para alimentar al estúpido gato gris. 

Nicolás estaba obsesionado y programado para mirar automáticamente por su ventana a esa hora. Lo volvió a ver en varias ocasiones haciendo la misma rutina: salir de madrugada, en pijama, cansado, con una lata de atún en la mano para dejársela al endemoniado gato gris. Nicolás nunca tuvo las agallas para interrumpirlo. Tenía miedo de hacerlo, le aterrorizaba tan sólo pensar en la idea de pararse frente a él, le asustaba que Edgar lo viera, tenía miedo de relacionarse con él y a la vez eso era lo que más deseaba en la vida: hablarle. 

Pues a lo que más le tenía miedo era a hacerse su amigo. A conocerlo mejor y terminar enamorándose completamente de él. De un hombre. Su mayor temor era darse cuenta que no era completamente heterosexual después de todo. Edgar lo estaba confundiendo demasiado. 

Los días pasaron volviéndose semanas y nada relevante había sucedido, bueno, realmente sí pero para Nicolás no era importante... Claudia había tenido una gran pelea con su amiga (y vecina) Maite, para después tener también otra gran pelea con su esposo Roberto, pero ese acontecimiento no le parecía significativo a Nicolás, no investigó nada del tema. Sólo le importaba Edgar. 

Suponía que seguramente la causa de las peleas que tenían en casa y con Maite, tenían que ver con la infidelidad de su padre. Finalmente su madre había descubierto ese secreto de su padre y podía apostar que su amiga Maite fue la primera en saberlo. Seguramente Maite dijo algo que no le pareció a su madre y por eso ellas dos pelearon. También, suponía que  Claudia de una vez por todas le había reclamado a su esposo. Esa era la hipótesis que elaboró Nicolás en una ocasión que tomaba una ducha y le parece bastante lógica. 

Le parecía bien que su mamá estuviera enojada con la mamá de Edgar, así podía estar tranquilo de no tener que ir a esa casa por ninguna clase de compromiso. La desgracia de su madre lo mantenía tranquilo, se sentía completamente seguro en su habitación y sabía que su madre no lo haría salir.

Nicolás empezó a considerar la magnitud del asunto el día en que su madre tocó fondo y le gritó de todo a su esposo durante la cena, frente a su hermanita. El recuerdo de los gritos, el llanto de su madre combinado con el de su asustada hermana que corría a sus brazos para refugiarse de la furia de sus padres es algo que dejó marcado al despreocupado Nicolás. Tener a su hermana menor, llorando en sus brazos, sin tener poder alguno en la familia. Aquella noche sólo tuvo que dedicarse a calmar a su hermana, velándola toda la maldita noche.

Al amanecer, Roberto salió temprano a "trabajar", como si nada hubiese pasado. Claudia preparó el desayuno y llevó a sus hijos a la escuela, también fingiendo que aquella noche nunca existió. Nicolás sabía que estaba pasando algo grave, gravísimo, pero no tenía tiempo para pensar en ese asunto, al menos no en esos momentos. Estaba muy ocupada preocupándose de su dudosa sexualidad. En la escuela ya ni siquiera miraba a la chica que solía gustarle, ya no le encontraba nada lindo y no tenía el valor para contarle a alguien de su "pequeño" problema.

Pasaron todavía más días y Nicolás sabía claramente que estaba perdiendo el tiempo pero eso tampoco era de su importancia. A dedicado toda su vida a perder el tiempo, era algo normal en él. Sabía que con las peleas entre sus padres era casi evidente que terminarían mudándose para "iniciar de nuevo".

Vaso rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora