Crónica de un esquizofrénico.
“Hace un tiempo me pronosticaron esquizofrenia, con tratamiento quizás ya pueda controlarla un poco, y así no escucharé ni veré cosas en cada momento. Me llamo Manuel tengo 19 años, soy esquizofrénico y nunca superaré lo que hice, estaré encerrado de por vida.”
Él comenzaba su vida normalmente, sin presentar síntomas de anomalías. Al llegar a su adolescencia empezó a consumir drogas, él no esperaba que esto le fuera a cambiar la vida más de lo normal. El hecho de que consumiera drogas no era malo, solamente que consumía drogas tóxicas, a pesar de que el notaba que eran tóxicas lo seguía haciendo.
Al pasar los años, cuando cumplió 17 se sentía raro, era como si estuviera drogado con ácido en todo momento… mejor dicho, vivía alucinando, escuchaba voces y veía las cosas desfigurarse o veía cosas que simplemente no estaban. A pesar de que él notaba estar mal, no le dio importancia, así que siguió con su vida.
Con el paso de los meses seguía drogándose normalmente, solamente que ahora sus padres notaron que estaba mal porque lo veían hablar solo, así que le preguntaron qué ocurría…
- Manuel, ¿estás bien? - preguntaban preocupados sus padres.
- Si… - alargaba la palabra con un risa temblorosa.
- ¡No!, ¡no estás bien, si quiera míranos de frente y no le hables a la pared! – notaron que algo andaba mal.
- Oh… disculpen, no me di cuenta… bueno, hace un tiempo empecé a sentirme mal, siento voces y veo cosas, tengo miedo a todo…
- Tranquilo, te ayudaremos.
Sus padres lo mandaron a un médico que era bien reconocido en la ciudad, y así les dieron a conocer que su hijo padecía de esquizofrenia por el consumo excesivo de sustancia tóxicas, al enterarse Manuel de esto quedó en shock, pensaba que todo lo que había seguido haciendo había estado mal… pero a la vez otra voz en su cabeza le decía “no importa, ahora estamos bien”, no sabía cuál era la verdad.
Manuel empezó a tomar pastillas para su enfermedad, tenía aún 17 años. Con el paso del tiempo dejó de consumir y tomando su pastilla podía ser relativamente “normal”. En este tiempo se enamoró perdidamente de una joven llamaba María, como todo era normal consumiendo sus medicamentos pudo comportarse normal.
Con María empezaron una relación, aunque él tenía miedo de que su enfermedad lo controlara, se lo hizo saber a María a lo que ella respondía:
- Tranquilo, lo podemos superar, somos nosotros dos contra esa enfermedad, tu solamente tranquilo
- Gracias… - respondía preocupado él
Ya cumplidos sus 18 años, quiso dejar un poco de consumir sus medicamentos, pensaba que ya estaba curado… aunque no era así claramente. Su relación se mantuvo en pie con María, hasta que un día dio síntomas de su enfermedad escuchando voces y viendo cosas, él insultando esas alucinaciones porque sabía que no eran verdad pero no podía deshacerse de ellas.
María lo apoyaba en todo, era un apoyo condicionalmente, pero como la vida no es color rosa, tampoco iba a ser la de ellos; un día estaban discutiendo como todas las parejas en esta vida, solamente que esta discusión era con una persona esquizofrénica, esta vez Manuel inconscientemente se dejó controlar por su enfermedad, descontrolándose, agarrando un cuchillo y acabando con la vida de su pareja. En este momento Manuel se reía desquiciadamente, no tenía consciencia de sí mismo.
Después de estos hechos fue enviado a un manicomio, porque los esquizofrénicos no tienen culpa de nada, ya que son víctimas de su propia enfermedad, pueden tener consciencia propia por leves trazos de tiempo, Manuel se arrepentía profundamente de haber hecho tantas cosas en su juventud con tóxicos, pero ya era tarde, estaba encerrado, conviviendo con miles iguales a él.
Él ya lleva un año encerrado en el manicomio, no ha tenido mejoría, lo único que han podido contar que ha hecho ahí dentro, es escribir “María, te odio” en el lugar que estuviese, quizás su lado enfermo la odiaba por haber ayudado a su lado consciente a mejorar, aunque más tarde igual hubiera sido controlado.