Capítulo 6

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NARRA CLAÍN

Bajo corriendo las escaleras y busco a Fran.

-¡Fran, aquí estas!- exclamo cuando lo encuentro.

-Sí, niña dígame para que me está buscando.- él observa su reloj.- Aún es muy temprano.

-Prepara el coche, iremos a la escuela temprano. Tengo que ponerme al día.- afirmé convencida de mi decisión.

-¿No quiere ir por algo de chocolate a ese establecimiento que tanto le gusta?- pregunta mientras se arregla el traje.

-No, hoy no.- contesto dándole un beso en la mejilla, es como un tío para mí.

-Pero y el joven de ayer- indagó mi querido Fran.

-Ese joven es un extraño, Fran.-contesté con una sonrisa.

-Un extraño al que le hace favores.- concluyó mi querido chofer mirando al techo en pose pensativa.

-Fran, basta.- reprendí al hombre que negaba con la cabeza riendo.

Subí las escaleras, era hora de comenzar con mi día a día. Escuela, cenas, representar a mi familia, entre muchas otras cosas. Mi uniforme consta de una blusa blanca con pequeños bordes negros en la manga, combinada perfectamente con una falda del mismo color con pequeños pliegues. Y para finalizar el emblemático uniforme de la escuela más privilegiada de este país, una corbata negra con las iniciales LS (LIONS SCHOOL).

Ya de regreso en la primera planta, me dirigí a la cocina donde encontré a mi nana terminando de servir nuestros desayunos. Como saludo le doy un beso en la mejilla al cual ella responde con otro y una increíble sonrisa.

-Tan animada el día de hoy, se puede saber el motivo.-preguntó mi nana de forma pícara.- Acaso tiene que ver la cita que tendrás hoy.

-No tengo ninguna cita, Fran tiene una gran imaginación. Solo iré a la escuela.- contesté mientras me llevaba una fresa bañada en chocolate a la boca- delicioso.

-Gracias mi niña, come más, estas muy delgada.- dijo risueña mi nana.
Solo le sonreí y proseguí con mi desayuno en compañía de mi nana y mi chofer, la tranquilidad dde su compañía es una gran sensación.

El teléfono de casa comenzó a sonar, me paré a contestar.

-Diga.- contesté.

-Buen día pequeño demonio.- contestó mi hermano al otro lado de la línea.

-Hermanitoooooooo, los extraño a ti y a Fernanda. ¿Cuándo vendrán a visitarme?-

-Pues a visitarte no creo que vayamos.- hizo una pausa.- Iremos en un mes pero a quedarnos, somos tus hermanos mayores y creemos que ya es hora de volver a trabajar en casa. Así que dentro de un mes estaremos los tres juntos.- terminó mi querido hermano Mateo.

-Me alegra mucho saberlo, entonces los espero. ¿Solo llamabas para eso?- me sentía feliz, ellos volverán.

-Bueno, sí, solo para eso. Te llevamos muchos regalos. Ahora te dejo, tengo una reunión.- dijo Mateo.

-Hasta prontoo, cuídense.- concluí para luego colgar.

-¿Quién era?- cuestiona la mujer adulta mientras recogía la mesa.

-Mateo, anuncia que vendrán pronto.- Contesté sonriendo

-¿Cuánto tiempo se quedaran esta vez?- cuestionó mi chofer poniéndose de pie.

-Vienen a quedarse permanentemente, trabajarán en las sedes que se encuentran acá.-contesté.

-Me alegro mucho mi niña.- responde mi nana.

Me hace feliz saber que volverán, somos muy unidos a pesar de que hace ya más de seis años Mateo, el mayor de los tres, se fue a estudiar a Francia y luego trabajo ahí inaugurando la nueva sede de la empresa familiar. Y pues Fernanda, la intermedia, viaja constantemente desde hace ya tres años. Pero todo indica que volveremos a estar juntos y con esa idea en la cabeza ya me encontraba en la carretera rumbo a la escuela.

-Niña, insisto de que deberíamos pasar por su local favorito a comprar algo.- insistía mi fiel Fran.

-No Fran, tengo que llegar temprano hoy, muy temprano.- recalco esto último para que deje de insistir. A veces puede ser muy agobiante cuando se le mete una idea en la cabeza.- Creo que esta carretera es muy desolada para ser una de las vías principales.

-Sí pero eso es bueno, además de esta vía se desprenden otras también importantes. Por ejemplo, si seguimos la vía que se encuentra mas allá nos lleva directo a su local favorito.- dijo sonriente Fran.

-No dejarás de insistir verdad.- lo miro entrecerrando los ojos- Vamos por un café, pero tu bajas a comprarlo entendido.

-Como guste, niña.- dice complacido.
Semáforo en rojo. Bajo la ventana del auto para observar mejor el cielo y entonces lo veo, en verdad ira. Él gira y me encuentra mirándolo.

-Sabía que vendrías.- grito Santiago desde su automóvil.

-Eso crees tú, ira Fran, no yo.- contesté intentando parecer seria pero una sonrisa se me escapó.

-Más adelante veremos eso.- dijo él para volver la vista hacia delante con una enorme sonrisa.

-Será idiota.- murmuro de tal forma que solo yo escuche.

Entonces todo pasó muy rápido.
Me encontraba gritando el nombre de mi chofer, este trato de retroceder para evitar el carro que había salido de la nada, ese carro se encontraba fuera de control. Fran no podía hacer nada, teníamos un vehículo a cada lado, intento retroceder. Pero todo fue en cuestión de segundos el carro venia directamente hacia nosotros, nos impactaría. De repente una camioneta se atravesó en el camino del carro desembocado. La camioneta acababa de recibir el impacto directo.
Un estruendo ensordecedor, la camioneta por la fuerza de impacto, término chocándonos a nosotros también.  Me comenzó a doler la cabeza, me lleve una mano hacia la frente y estaba botando sangre.
Mientras me reponía y escuchaba la voz de Fran preguntándome como me encontraba, levante la vista y mi sospecha fue confirmada. Santiago acababa de interponerse entre el vehículo fuera de control y yo.

Acababa de salvarnos, pero por qué apenas nos conoce.

Entonces bajé como pude de mi vehículo, como duele mi cabeza. Fran venía detrás de mí, hablaba con alguien por teléfono, supongo era emergencias.

Carajo esto se ve mal, muy mal, por qué diablos se interpuso.
Y llegué hasta su camioneta y lo vi, tenía sangre saliendo de su cabeza, eso no era una buena señal.

Traté de acercarme mas a él, pero Fran me advirtió que lo mejor sería no moverlo que emergencias llegaría pronto.

Lo llamaba por su nombre, llevaba varios minutos gritando su nombre pero él seguía echado sobre su volante, era en vano no obtenía respuesta. Él seguía inconsciente. Él me había salvado y yo no podía hacer nada para ayudarle, tendríamos que esperar a emergencias, solo podía observar sin hacer nada. Odio eso odio el maldito hecho de sentirme una completa inútil. Odiaba darme cuenta de que otra vez no podía hacer nada y que tal vez ya me encontraba gritándole a un cadáver.

Claín, fuego congeladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora