—Pero ese no era el final —fue lo único que pude decir en ese momento mientras observaba como ese ser tan maligno y tan similar a mí en cuanto apariencia física, enterraba aquella daga plateada en el pecho de mi hermano.
Mi querido hermano, el que siempre llegaba justo a tiempo para socorrerme y protegerme entre sus brazos, estaba entregándose nuevamente por mí, sin que yo se lo haya pedido.
—¡Suéltalo! —le grité a esa vil creatura— ¡Él no tiene nada que ver en este conflicto!
Intente incorporarme pese a que sentía como el ardor recorría cada parte de mi cuerpo.
—¿Qué no tiene nada que ver? —cuestionó furioso y enterró con más fuerza la daga en el pecho de Laureano y este gimoteo de dolor— Él es la razón de todas nuestras desgracias Eloi, él causó todo esto, nos separó. Ahora somos dos entes diferentes por su culpa, él siempre quiso deshacerse de nosotros.
—¡Basta!¡Cállate de una vez! —Me cubrí los oídos para no seguir escuchando y sentí una fuerte punzada en el costado izquierdo de mi cabeza.
Aún me encontraba arrodillado en el suelo de aquella blanca habitación, cuando oí la suave voz de mi hermano.
—Tranquilo Eloi, todo va a estar bien. Lograremos derrotarlo y cuando esto acabe tocare el piano para ti, esa obra que tanto te gusta.
Laureano, mi hermano al que adoraba con tanta devoción, sabía el efecto que producían sus palabras sobre mí, me transmitían tanta calma cuando creía que realmente iba a enloquecer. Sin embargo esta vez tenía que hacer algo, tenía que salvarlo a como dé lugar, no podía dejarlo morir en manos de ese despreciable ser que tanto se parecía a mí, que después de todo era parte de mí y yo parte de él. Entonces, la única manera de salvar a Laureano era terminar con mi vida, así acabaría con la vida de ese terrible ente también.
Recordé que contaba con una daga, la cual se encontraba en uno de los bolsillos de mi pantalón. La saque lo más rápido que pude y la apunte contra mi propio pecho.
—¡Mira, si lo vas a asesinar a él, pues yo terminaré con nuestras vidas en este mismo instante! —exclamé tratando de sonar lo más intimidante e intentando ocultar el temblor de mi mano que sostenía la daga.
—No sabía que te encontrabas tan cegado Eloi. Solo quiero darle fin a este sufrimiento que ambos padecemos, pero tú te empeñas en salvar a quien culminará con toda tu existencia. —Agarró del cuello a mi hermano y comenzó a estrangularlo lentamente.
—Prefiero mil veces acabar con tu existencia sin importar que deba entregar la mía a cambio.
Esas fueron mis últimas palabras antes de enterrar en mi pecho aquella daga plateada. Mi vista se nubló y empecé a sentir el cuerpo más pesado, hasta que caí derrotado en aquel suelo blanco.
Mis parpados fueron cerrándose poco a poco y todo se volvió negro.
~0~
Me encontraba en una inmensa oscuridad, no podía moverme de ningún modo, era como si mi cuerpo estuviera en estado vegetal. Intente gritar pero tampoco tenía voz, lo cual me hizo sentir demasiado indefenso.
De repente escuché un sonido apenas audible, era el de un piano. Deseaba que fuera aquella obra que siempre me tocaba Laureano, sentía que si era ella lograría pensar con más claridad y podría liberarme de esta oscuridad que lo único que hacía era abrumarme, consumirme cada vez más.
Entonces la reconocí, no podía ser otra, y en ese mismo instante desperté. Desperté con un fuerte dolor en el pecho y cuando abrí los ojos ahí estaba mi hermano Laureano hundiéndome aquella daga plateada en mis propias entrañas, mientras se dibujaba en su rostro una sonrisa macabra.
"Pero ese no era el final"
Pensé en esa frase que había dicho y que no paraba de repetirse en mi mente justo en ese momento.
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Relatos Cortos y algunos no tanto...
RandomEn este apartado voy empezar a publicar escritos teniendo en cuenta los retos de escritura propuestos por la editorial Abecedario Autoestima, así que espero poder mantenerlos entretenidos por un rato.