3.

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3. Dame un cigarro y un trago de ginebra. Mátame, porque estoy lleno de pecados. Mátame, porque estoy lleno de ginebra.

Nunca se consideró una persona asustadiza. Era un cobarde. Pero no se asustaba con facilidad. En cuestión de monstruos, fantasmas o criaturas extrañas, él podría extenderles la mano e invitarlas a pasar a su casa. ¿Quieres algo de beber, estás bien? Siéntate, por favor, tienes mala cara, les diría. No pensaba que fuesen tan diferentes después de todo. Pero no era valiente. No podría ponerse delante de un público al que creía que decepcionaría ni confesaría sus sentimientos sobre cualquier cosa a cualquier persona. La idea de que algo podía salir mal por su culpa o que alguien utilizara sus debilidades en su contra, se lo impedía. Sabía que no era valiente porque si lo fuese, no estaría donde estaba. No sabía donde estaría pero ahí no.

No tenía miedo y eso lo asustaba. Le hacía pensar que algo dentro de él no estaba vivo. Las personas que tienen miedo es porque tienen algo que perder. Cosas que les importan. Deseaba desear. Deseaba ser como fue su hermana. Saldré de esta ciudad, pronto, ella decía. Quiero ir contigo, él respondía con la cabeza aún sobre su regazo. Ella negaba y le acariciaba la mejilla. "No puedes decepcionarlos tú también, eso los destrozaría". Pero es lo que hacemos siempre, protestaba Chanyeol. Ella miraba por la ventana abierta, entonces, hacia las estrellas, le devolvía una sonrisa y no respondía más.

"¿Veinticinco centavos?" dijo el murmullo. "¡Ha! ¡No! No! No pagaría veinticinco centavos para ir a ninguna parte porque, escucha..."

Quizás había bebido demasiado. El alcohol hacía que Sehun vomitara sus pensamientos y que Chanyeol escuchara voces en su cabeza.

"Todos se congregan en un pavoneo durante toda la noche" canturreó la voz. Chanyeol colocó la caja en el suelo mientras apoyaba su oído en la puerta. "Y todo lo que hacen es tut-tut-tut". Un tamborileo desde dentro del vagón. Un tamborileo en la caja torácica de Chanyeol. "¿Me estás escuchando?" Se detuvo el ritmo. Se detuvo también el corazón de Chanyeol.

Un silencio se apoderó del momento. Sea lo que fuera que estuviese pasando dentro de ese vagón, el repentino traqueteo de las piezas mecánicas del tren impidió que se oyera con claridad. Pasaron segundos, minutos, eternidades, vidas enteras, se crearon y destruyeron infinidad de multiversos antes de que Chanyeol pudiese pensar con claridad. El efecto del alcohol aún bailaba en su cabeza y su estómago. Él no era valiente pero tampoco tenía miedo. Empezaba a encontrar cierto placer en eso de ser una contradicción. Entonces, si la opción sensata era salir corriendo o saltar del tren, él elegirá la opuesta. No porque haya perdido la cabeza. No porque en ese momento sea más vino barato que Chanyeol. No. Lo hacía tan solo porque los dedos de sus pies se lo decían. Tut-tut-tut.

Mientras sujetaba de nuevo la caja, metió la llave en la cerradura, abrió la puerta y entró.

Aquello fue lo más surrealista que podía haber imaginado que vería nunca. Había visto muchas situaciones inverosímiles a lo largo de su vida; desde gatos sobreviviendo a caídas de 6 pisos hasta personas jurándose amor eterno. Chanyeol tenía la sensación, que había tenido a menudo en la vida, de encontrarse en un escenario, en una pieza surrealista. A veces la vida le parecía inmensamente extraña y los hechos más comunes como las cenas familiares, por ejemplo, podían ser más raros que un viaje al espacio. Se sentía un visitante de otro planeta y observaba los rituales humanos asombrado e incrédulo. Entonces, aquello era surrealista, imposible.

Porque allí dentro no había nadie. ¿Dónde estaba la experiencia paranormal que se le había prometido? Más que enfadado se sentía estafado. Miró de arriba a abajo el conjunto de enormes cajas y paquetes cubiertos con sábanas, con decepción. Estaba casi tan seguro como de que aún tenía la cabeza sobre sus hombros que había oído una voz llena irónicamente de vida salir de ahí.

La puerta tras él se cerró de golpe. La madera crujió. El viento se coló por grietas sueltas y silbó. Un largo silbido agudo como el llanto apagado de un bebé. La luz de la luna a través de una claraboya como única iluminación. Era como si su entorno le dijera que se fuese a la mierda y eso hizo. Pero no porque la situación se lo pidiera, se iba a ir de todos modos.

Cuando salió dejando la puerta tras él cerrada, se encontró a sí mismo con la caja aún entre sus brazos. Gruñó de mala gana y volvió a entrar sin vacilar ningún segundo más, se adentró hasta el fondo del vagón de carga, ignorando la sombra blanca a su izquierda, se puso de rodillas junto a lo que parecía un piano de cola bajo una manta y colocó la caja junto a sus pedales. Entonces se puso de pie y sacudió una colilla medio apagada de sus rodillas. Medio encendida.

Tut-tut-tap.

"Eso ha sido estúpido y descuidado por tu parte" dijo Chanyeol en voz alta mirando a todas partes y a ninguna. "Sé que estás... por aquí." Continuó, avanzando por la habitación como si alguien empujara sus palabras. "Si estás... Bueno, ya sabes... No deberías tenerme miedo" Se aclaró la garganta, la mirada aún buscando por las sombras, "creo".

"¿Quién ha dicho que te tenga miedo?". Chanyeol se giró de un lado a otro tratando de adivinar de dónde provenía esa suave risa. Estaba demasiado nervioso como para contestar. Ni su hermana, la persona más educada que conoció, ni los cientos de libros que ella leyó para ayudarle a dormir, le enseñaron lo que se debe decir cuando una voz etérea te saluda en un vagón de carga en mitad de la noche. "Tal vez seas tú quien lo tiene, pareces asustado".

"No estoy asustado."

"Querido, esa es la mentira más estúpida que he oído". Podía escuchar la forma de una sonrisa a través de sus palabras. "No conozco a ninguna sola maldita persona que no lo esté".

Chanyeol se encogió de hombros. "Tal vez yo no sea una persona".

"Si no lo eres, ¿qué eres entonces?"

Vaciló un instante y respondió: "Soy Chanyeol. No Chanjeong, ni Chanbeon. Chan-Yeol". Tomó el silencio como respuesta y continuó: "No tengo esa voz interior que te hace tener miedo dentro de mí. Me temo que estoy vacío por dentro, que podría saltar ahora mismo de este tren si alguien me lo pidiera como un favor. Puedo hacer cosas que no quiero porque tampoco hay nada que quiera hacer. Puedo hacerlo y eso me hace sentir la persona más torpe y firme al mismo tiempo".

"¿Podrías tocar ese piano?" pidió la voz, permitiendo esta vez que Chanyeol descubriera su procedencia.

Canciones azules para cobardes. [Chanbaek/Sechen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora