Prólogo

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-Toma, ve y trae algo para cenar.- Mi madre me entrega un billete enrollado y lo tomo junto con las llaves para salir de casa.
Todos aquí me conocen.
Todos los vecinos saben quien soy con sólo decir mi nombre, y no es que sea la gran cosa pero lo hacen.
O al menos fingen conocerme. Si tan sólo supieran...
-Hola vecina, hola vecino.
Tengo que saludar, mis padres siempre me inculcaron hacerlo, aunque la mayoría de las veces no quiera.
Llego a la tienda, tomo un par de sándwiches y los pago.
Cuando salgo ya no hay nadie, las calles están vacías. El día está un poco nublado, lo que le da un aspecto lúgubre al entorno.
Siento que alguien me está siguiendo. Quizás sólo soy un poco paranoica, últimamente todo está tan hecho mierda y ya no se que esperar.
No. Si sé lo que quiero esperar, y aunque tema, sé que vendrá, va a llegar como siempre lo hace, se va a llevar lo que se le antoje y no voy a hacer nada para detenerlo. Ya no puedo.
Doblo en la esquina, ya casi llegaré a mi casa, estoy segura de que me están siguiendo; me apresuro en caminar, siento sus pasos, voy casi corriendo; lo siento tras de mí, casi puedo oler su perfume; comienzo a correr hasta que llegó a mi puerta y entro, miro a la calle pero esta está vacía, a excepción de un gato que se queda viéndome.
Dios ¿Qué mierda fue lo que me hiciste?

AsedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora