Vivo del último beso que guardo en el alma.

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"Mirar el mar ya no sirve, no me da la calma, vivo del último beso que guardo en el alma"

-Mercedes, las cosas no pueden ser cuando tú quieres y puedes, ya no. -dijo mirándola con tristeza- Ahora soy una mujer libre -mostró su mano donde el anillo de matrimonio estuvo por tanto tiempo, y que ahora no estaba- Nicanor me ha dado la nulidad.

-Bárbara, eso es muy bueno -dijo mirándola con ilusión- ¿Dónde vas a vivir? Puedes quedarte en la  hostería, si quieres.

-Te agradezco, Mercedes, pero me voy a ir del pueblo.

- ¿Qué? -dijo sin poder creerlo- ¿Dónde vas a ir? ¿Qué va a pasar con la guagua?

-Siempre fui muy independiente, lo sabes. Voy a críarlo sola. -la vio llorar y el corazón se le rompió un poquito más. Acarició su mejilla- No llores, pequeña.

-Ojalá las cosas hubieran sido distintas. -sollozó abrazando a la morena- No quiero que te vayas.

-se separó de ella y la miró- Vente conmigo, Mercedes. Podremos empezar de nuevo, lejos de aquí. ¿Qué dices?

El ambiente se llenó de silencio y tensión. La más pequeña de los Möller no sabía qué decir, quería hacerlo, empezar de nuevo con su amada. Pero sabía que si lo hacía, perdería a su familia para siempre. Mercedes sabía que era su única oportunidad de ser feliz, pero no habló.

-Entiendo -dijo Bárbara cortando el silencio. Mercedes se disculpó con la mirada- Tranquila. Entiendo que no puedes. O no quieres -pensó en voz alta-

-Perdóname, Bárbara. Pero mi vida está aquí, no quiero vivir huyendo de todo.

-Supongo que este es el final, ¿no? -la castaña lloró desconsolada- Siempre voy a amarte, mi pequeña Mercedes. -le tomó el rostro y le dio un casto, pero tierno beso en los labios-

-Serás el amor de mi vida siempre, Barbarita. -la abrazó por unos minutos- Cuídate.

Y así quedaron, cada una siguió con su vida. Mercedes se quedó allí, buscando la aceptación de su familia, centrándose en su trabajo, lamentándose siempre no haber tenido la valentía de irse con el amor de su vida. Ya no sentía nada, su vida se había quedado en ese último beso, en esa última vez que la vio.
Bárbara por su parte comenzó su vida con un pequeño que era la luz de sus ojos. Siempre recordaba a Mercedes, pero su vida se centró en ese niñito que llegó para cambiar toda su vida, por él se levantaba todas las mañanas. Ese pequeño que no esperaba, pero que llegó para hacerla feliz.

16 años después. (1976)

-Buenas tardes, señorita Mercedes. -dijo el hombre entrando en la oficina- soy el Dr. Alarcón. -ofreció su mano para estrecharlas- la he llamado esta mañana.

-Sí, recuerdo. Adelante, póngase cómodo. -ambos se sentaron- ¿En qué puedo ayudarlo?

-Bien, paso a contarle. -sacó unos papeles de su maletín- He sido el abogado de la señorita Román por mucho tiempo.

Mercedes se congeló. A pesar de pensarla todos los días, hace mucho tiempo no escuchaba hablar de ella.

- ¿Abogado de Bárbara?

-Efectivamente.

Golpearon la puerta y apareció María Elsa detrás.

-Siento el retraso, espero no llegar tarde. -Mercedes la miró confundida-

-¿Qué haces aquí Elsa?

-Aún no le informo, por favor acomódese.

Elsa se sentó al lado de su amiga y le tomó las manos.   

Nunca sabrás lo que duele tu nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora