Luz fúlgida (Premio Primer lugar de ~En la Torre de Barad-dûr~)

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Luz...

El sólo pensarlo le causaba escozor por dentro.

Era preciosa, de verdad preciosa cómo la visión que Eru le mostró durante el canto. Fulguraba con luz propia, luz que transmitía paz. Quizá por eso la deseó tanto, tal vez no era por el poder que pudiera obtener; posiblemente  sólo era un capricho de su negro egocentrismo.

Ella era toda luz y él acentuada oscuridad. Envidia de su parte por no poder fulgurar como ella, deseo de posesión, de sumergirla dentro de sí, de ahogarla en el abismo de sus tinieblas.

Poderosa y temible; así era Arien a ojos del Rey Oscuro, y aun así la deseaba tanto.

Por eso la obligó a ser su esposa.

Por eso la atacó...

El tacto de su piel y los ojos suplicantes aún estaban frescos en sus recuerdos. Hermosa; con sus cabellos brillantes extendidos en lluvia sobre el suelo. Las muñecas atrapadas bajo el agarre firme de sus propias manos. El forcejeo... Los labios delicados pronunciado insultos —Maldito Melkor, te ordeno me sueltes. La furia de Manwë caerá como vendaval sobre tu cabeza— cada frase pronunciada con horror desde esa boca inocua lo llevaba al éxtasis.

Anhelaba poseerla más que a Arda, ansiaba hacer suya esa luz hasta presenciar su extinción. Su lengua blasfema relamió los labios de la Maia con devoción, disfrutando de su sabor, provocando en Melkor un gesto de agonía afortunada. Ella escupió con asco la saliva del Valar, aquella mueca nauseabunda hizo al Rey de la oscuridad temblar de emoción.

Ansiaba hacerla suya, dominarla hasta acabar con ella. Apretó, magulló y aporreó el cuerpo de Arien haciéndole suplicar, deseaba escucharle desgarrar su garganta a gritos. Deseaba quebrarla completa, desbaratarla en pedazos, hacer mierda sus sentidos.

Hacerle mierda hasta el tuétano...

—¿Creíste que alguien tan insignificante como tú podría pugnar conmigo? Claro que no. Ahora voy a destruirte, te extinguiré completamente, serás parte de mí, serás tinieblas y vacío —susurró despacio a su oído, acariciando con esmero las palabras, vocalizando cada una, deseaba cincelarlas en su memoria—. Y la llama que tanto cuidas, me ayudará a aniquilar todo lo que amas.

El cuerpo de la Maia se tensó, los sollozos lastimeros desaparecieron. Melkor regresó la mirada hacia sus ojos, ella los cerró un momento...

Luz... Fúlgida, real y dolorosa.

Su mirada se volvió un cegador destello carmesí cuando abrió los ojos. El cuerpo tangible se desvanecía a brillos etéreos. Inmaterial sí, pero también ardiente. Melkor se obligó a levantarse, aturdido por el dolor de las quemaduras.

El espíritu de fuego que desde el Ainulindalë demostró arrojo, continuaba tal y cómo Eru lo designó. Y huyó, huyo de Arda, dejando al último fruto de Laurelin a la deriva.

Melkor, preso de su obsesión lo tomó. Pero, aunque fueron graves las heridas que sufrió Arda, también lo fueron las que el Rey de la Oscuridad se provocó. Anar acabó por sumergir toda su esencia en definitiva y absoluta oscuridad. La luz que un día quiso para sí, le causaría por incontable tiempo cruel y profundo dolor.

La luz de Arien, la de los ojos fulgurantes.

Con la que quiso saciar su hambre de poder.... No, con ella nunca fue el motivo, debía dejar de excusarse en eso. Aquellas ganas fervientes de tener su luz fueron la única forma retorcida que Melkor conocería del amor.

N/A: Querida Sildaluz, para mí es un honor ser la persona encargada de darte tu fanfic de regalo. Ha sido todo un reto plasmar esta escena, de verdad espero que te lleves un buen sabor de boca.


Felicidades por ser la ganadora del primer lugar. Gracias por tus magníficos escritos.

Recibe un abrazo con todo el cariño del mundo.

*La portada no me pertenece, lleguen los créditos al artista que lo realizó.

Luz fúlgida (Premio Primer lugar de ~En la Torre de Barad-dûr~)Where stories live. Discover now