DongHae yacía sentado en su cama, buscando algo interesante que ver en tv, con un recipiente de helado de Oreo tamaño familiar -ya por la mitad- a un lado y con una bolsa de pequeñas donas azucaradas al otro, esperando a que llegara del trabajo su novio, solo para darse mimos y acurrucarse en el fornido pecho de este mientras se cuelga a él como un koala.
Suspiró apagando la televisión al no encontrar nada que le entretuviera, pasó su mano por su grisáceo cabello. Era un Domingo nublado, y a pesar de normalmente Lee no trabajaba esos días de la semana, uno de sus compañeros tuvo una emergencia y le hizo el favor de hacer su turno.
En parte no estuvo de acuerdo al principio, pues los fines de semana eran sus días de estar todo el tiempo acurrucados uno con el otro, con las sábanas cubriéndolos del frío y dándose mimos. Pero ante ser amenazado a quedarse sin abrazos de oso por parte de su pareja durante tres días, terminó aceptándolo con un muy marcado puchero ¡Todo menos quedarse sin los abrazos de oso de su Hyukkie!
Después de todo, amaba ese par de fuertes brazos que lo hacían sentirse protegido en las noches con relámpagos y feos sueños, mismos que lo alzaban en el aire mientras llenaba su rostro de besos cada que el pelinegro llegaba a su hogar y era recibido por su adorable novio.
Metió otra cucharada del helado a su boca, degustando el sabor de este, mientras que, sin darse cuenta, se perdió en sus pensamientos, esperando que los minutos pasaran rápido para poder tenerlo cerca.
Tan pronto salió de su burbuja cuando metió la mano en la bolsa de donas y se percató de que ya se habían acabado, haciendo un puchero aunque nadie pudiera verlo. Bajó la mirada, tenía puesto una pijama tipo kigurumi, color rosa y con orejas de conejo, de un personaje de LINE llamado "Cooky". Pero aún así, podía notar claramente su abultada pancita -y más porque estaba encorvado-.
Se quedó observándola por segundos, no tenía problema con tener unos kilitos de más, pero a veces comparándose con el bien trabajado cuerpo de su novio, sentía que debía ir al gimnasio o comer menos.
Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar una voz muy conocida diciendo un "¡Ya llegué!". DongHae se levantó rápidamente y corrió hasta la entrada del pequeño -pero agradable- apartamento que compartía con Hyuk Jae, lanzándose a los brazos del último y siendo atrapado por estos, mientras el recién llegado besaba repetidas veces su rostro y el contrario solo reía, amando esas sensaciones que el pelinegro causaba en el cada día.
☁️
-Hyukkie. -Habló el de hebras plateadas, llamando la atención del nombrado, estando ya ambos en la comodidad de su amplia cama, con su cabeza descansando en el ancho pecho.
-Dime, cariño. -su voz estaba cargada de cariño y amor, y DongHae se sentía orgulloso y feliz de ser el único con el que Lee usaba esa voz.
-¿Debería ir al gimnasio? ¿No crees que estoy comiendo demasiado? En serio que a veces como tanto, que pareciera que estuviera en despecho.
Hyuk Jae rió, negando con la cabeza-. Bebé, no necesitas cambiar absolutamente nada, eres demasiado perfecto a mis ojos.
-¿Incluso con mi pancita?
-Incluso con tu pancita de bebé, además. -Hyuk Jae bajó su cabeza hasta el estómago de DongHae recostando su cabeza en esta luego de dar un beso en ella-. Sabes que la amo, después de todo, algún día llevarás en ella un pequeño ser hecho por nuestro amor.
Las mejillas de DongHae fueron cubiertas por un tono escarlata, pero sintiéndose demasiado feliz por tener a alguien como el pelinegro en su vida- Te adoro, Hyukkie.
-Yo mucho más, bebé.