29.- TODO SIGUE EN SU LUGAR

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Las horas seguían pasando, una a una hasta llegar hasta aquel momento en el que tenía que ponerme de acuerdo conmigo misma. ¿Iba o no iba al sitio que me había mandado Nicolás?

Tras mucho pensar y al ver que me quedaba sin tiempo decidí ir. Me vestí más o menos decente, ya que si ya estaba en la calle podía salir luego a tomar algo, para aprovechar la noche...

Cogí el coche y puse el GPS para que me llevara a aquella dirección, ya que no tenía ni idea de donde era. 

Conduje unos quince minutos hasta que por fin llegué. Vi a lo lejos a una persona sentada en un banco. No sabía si tenía algo que ver o no en esto, pero tampoco podía distinguir si era alguien conocido porque la noche me lo impedía. 

Cuando cerré la puerta del coche fue acercándose hasta mi con lo que me dio a entender que si era la persona a la que había venido a ver. 

Y poco a poco, cuando miraba sus curvas, su forma de caminar... Todo aquello me hacía pensar que era ella. Pero no, no podía ser. ¿Como iba a ser ella si ella estaba en México con lo del disco. Era imposible. 

Segundo a segundo mi corazón latía más rápido. Se acercaba y podía verla. ¡Era ella! Recordé la frase, la famosa frase 'Los imposibles también existen'. Pero ¿qué hacía aquí? ¿Y que se supone que iba a hacer yo cuando la tuviera delante de mi? ¿Y qué me quería decir? Estaba nerviosa, muy nerviosa. 

La miré fijamente. También ella estaba nerviosa. Sonreía tímidamente según se acercaba. Joder, su sonrisa. Aquella sonrisa no hacía más que pedirme que la besara. Me estaba matando por dentro. 

 

-Hola.- dijo ya frente a mi. 

-Hola...- pronuncié intentando ocultar mi voz rota- No te esperaba.

-Lo sé...- hubo un silencio incómodo, pero pronto lo rompió- Necesitaba verte.- no respondí, no me sentía capaz.- Alex, lo siento. En serio, lo siento muchísimo. No sabes lo mal que me sentí al dejarte, lo estúpida que fui. Solo te dejé porque creí que estarías mejor sin mi. Quería que encontraras a alguien mejor. 

-¿Sabes lo que pasa? Que cuando eliges a alguien ya no quieres encontrar a alguien mejor, porque esa persona ya es lo mejor que has encontrado. Estuve todos esos días pasándolo fatal. No salía de casa. Y cuando aún estaba en tu casa lloraba en cada rincón porque hasta la esquina más escondida me recordaba a ti. Esto no lo arregla un simple 'lo siento' Malú.

-Lo sé. Entiendo que lo hice todo mal, que no tendría que haber hecho las cosas así. Se que no tendría que haber dejado que la distancia pudiera conmigo pero...

-No, no, perdona. No le eches la culpa a la distancia. La culpa la tienes únicamente tu. Fuiste tu la que se olvidaba de llamarme,la que no le daba una mínima importancia a hablar conmigo. Te daba igual. Siempre con excusas, que si el trabajo, que si la hora... Cuando yo intenté llamarte aunque tuviera que quedarme despierta hasta las tantas.- una lágrima comenzó a resbalar por mi mejilla y acercó su mano para secarla. Me aparté, lo cual la dejó descolocada.-No tendrías que haber venido. 

-Pero Alex... creí que...

-¿Qué? ¿Pensabas que por venir y pedirme perdón íbamos a volver a estar juntas como si nada? No, Malú, no. 

-¿Ya no me quieres?

-Pues claro que te quiero. Me moría de ganas por verte, me muero de ganas por besarte en este mismo momento. Pero no te puedo perdonar, ahora no. Igual después de un tiempo si. Pero tendrías que haberlo pensado mejor antes. 

-Bueno, mira. Solo vine para decirte que te quiero. Que estoy dispuesta a renunciar a todo por ti, incluso a mi carrera. Que soy una imbécil por hacer lo que hice pero que eres lo más importante que tengo en mi vida. Me hizo falta perderte para darme cuenta de que aunque quisiera no podría vivir sin ti. Perdóname o no lo hagas, pero ten claro que te quiero. 

 

En ese momento no pude aguantarlo más. Ella lloraba y yo con ella. Era algo que no soportaba, ver como le caían lágrimas de sus preciosos ojos y no poder evitarlo. La abracé más fuerte que nunca, cosa que ella no se esperaba pero no tardó en devolverme el abrazo. 

Aquella noche iba a ser una noche especial, solo por el echo de estar a su lado otra vez. 

Nos acercamos inconscientemente. Poco a poco y sin dejar espacio apenas entre nuestras bocas. Estaba confusa. Por una parte quería besarla, pero por otra... tenía miedo de que si volvíamos a empezar las cosas pudieran empeorar con el tiempo. Pero también es cierto que quien no arriesga no gana, y si no arriesgaba iba a perder para siempre a la mujer de mi vida. 

Besó mis labios despacio, con ternura, recordándome lo mucho que los echaba de menos. Y poco a poco nuestras lenguas se enredaron de la mejor forma posible. Nuestros labios se habían juntado a la perfección, como si nada los hubiera separado desde la primera vez. 

Pegamos nuestras frentes y me perdí en sus ojos. Brillantes, desprendiendo la misma luz de siempre. Pero pronto volví a reaccionar, cuando retomamos la conversación anterior. 

 

-Alex... ¿podemos volver a estar juntas?- me quedé callada unos minutos, no sabía qué decirle, aunque en el fondo lo tenía claro

-No Malú... aún no.- se quedó paralizada, sin poder decir nada

-Hay otra persona... ¿no?

-No hay nadie. Solo creo que necesitamos un tiempo para pensar en todo esto. Tienes que descansar de mi y yo de ti. Esto no significa que quiera que te vayas con otra persona... Pero si así lo quieres eres libre de hacerlo. 

-¿Y cuánto tiempo?

-Hasta que vuelvas a estar aquí.

-¿Y si vengo antes?

-Hablaremos de ello.

-Alex... ¿Y que pasará si encuentras a otra persona?

-Malú, llevo demasiado tiempo aguantándote, te quiero. Y voy a esperar hasta que vengas, me da igual el resto de gente ¿entiendes? Solo quiero que esperemos porque se que si volvemos estando lejos nos va a pasar factura y será peor.

-Bueno, con que me quieras me conformo.- por fin había sonreído como siempre, eclipsándolo todo

-Pues claro que te quiero idiota.- sonreí y miré sus ojos fijamente

 

Me acerqué a su boca otra vez. Coloqué mis manos en su cuello y ella las suyas en mi cintura. Estábamos allí otra vez, saboreándonos la una a la otra como siempre habíamos hecho. No importaba la hora, el sitio, la gente... no importaba nada. 

Me hacía feliz pensar que la tenía a penas a unos pocos milímetros de mi, como antes. Que ya no existían esos odiosos kilómetros que habían hecho mella en nosotras.

Poco a poco me fue empujando a un pequeño rincón con césped, cerca del banco donde antes se había sentado. Fuimos dejándonos caer hasta que acabamos tumbadas en la hierba, ella con la cabeza en mi hombro y yo abrazada a su cintura, mirando aquella luna llena tan enorme. 

Pasamos allí horas, sin preocuparnos de la hora si quiera. Daba igual, lo importante era que nos teníamos otra vez la una a la otra. Seguramente por poco tiempo, si. Pero había que aprovechar al máximo el que tuviéramos. 

THE BIGGEST CHALLENGE OF LIFE IS TO LIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora