Capítulo 11

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Capítulo 11

Las lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Fugaku que tomó el rostro de la chica con ambas manos y en un solo segundo todo el dolor acumulado en su pecho a lo largo de diez años salió a la superficie.

—Oh Mikoto...mi amor, volviste.

Fugaku bajó el rostro y sin ser consciente de lo que hacía cerró los ojos y se dejó ir, la besó con amor, con urgencia, con dolor.

Mikoto era incapaz de pensar, su cerebro estaba congelado por el shock del episodio anterior y por haberse encontrado con Fugaku de forma tan inesperada. Por una milésima de segundo correspondió el beso y sintió el sabor de esos labios que la hirieron en el pasado pero el sentido común y rencor acudieron en su ayuda. De un empujón lo apartó y le dio un sonoro bofetón en el rostro.

—Aléjate de mí—dijo Mikoto limpiándose el beso con el dorso de la mano—Gracias por lo de recién pero no creas que eso te da derecho de tocarme o besarme, no vuelvas a cruzarte en mi camino.

Fugaku la tomó del brazo para intentar explicarle, para intentar evitar que otra vez se alejara de él pero ella se zafó de su agarre y de pronto se sintió igual que el hombre al que acababa de golpear, estaba forzando a Mikoto a algo que ella no quería y se sintió como una basura, más que de costumbre. La soltó en el acto como si la piel de la chica le hubiera quemado las manos.

—Mikoto lo siento yo no quise...hace diez años yo...

—Ya no importa lo que quisiste o no, lo hecho, hecho está. Ha pasado mucho tiempo y ya no significas nada en mi vida. Adiós.

Mikoto levantó su bolso del suelo y caminó de regreso a la discoteca empapada y calada hasta los huesos, se abrazó a sí misma para tratar de detener todas las emociones que intentaban salirse de su pecho y trató de no llorar sabiendo que Fugaku la observaba a la distancia, no le daría el gusto de hacerle saber que aún sufría por él.

—¡Por fin te encuentro! ¿Pero qué te pasó?, parece que hubieras visto un fantasma y además estás empapada—la reprendió Kushina en forma maternal.

—Me iré ahora—sentenció Mikoto con la mirada endurecida.

—Pero si la noche recién comienza no puedes ser tan aburrida, espera... ¿qué estás haciendo...? ¡Oye espérame!

Antes de que Kushina terminara de hablar Mikoto ya estaba caminando hacia la salida.

—¡Está bien iré contigo, qué mandona eres!, Oh allá está mi nuevo amigo, ¡Adiós!, ¡Nos vemos mañana!

Kushina levantó y agitó el brazo en señal de saludo a alguien que había detrás de ellas pero a Mikoto no le importó en lo más mínimo, sólo quería salir de ese asqueroso lugar, maldecía la hora en la que había decidido seguirle la corriente a Kushina. En silencio se subió al automóvil y esperó a que su prima se colocara el cinturón de seguridad sabiendo que todos sus movimientos estaban siendo observados, al mirar por el espejo retrovisor pudo ver la figura de Fugaku recortada contra el escenario de fondo. Hizo un esfuerzo mental por mantener la calma y puso el vehículo en marcha.

En el interior del automóvil reinaba un silencio extraño, Kushina no sabía qué hacer o decir, algo malo había sucedido con su prima y podía notarlo por el temblor de las manos de Mikoto al sujetar el volante y al maniobrar la palanca de cambios, se notaba el esfuerzo que hacía por conducir con cuidado así que no quiso interrumpirla, finalmente llegaron a la entrada de la casa de Mito y aprovechó la oportunidad. Mikoto intentó abrir la puerta del conductor pero Kushina la detuvo.

Amor...LOCO amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora