No conozco el momento exacto en el que empezaste a luchar por ti misma.
Sé que no eres débil, sé que tienes un espíritu sumamente fuerte, sé que eres tan difícil porque siento que ante la menor amenaza tu me defenderías sin dudarlo, sé que en el momento en el que alguien lance una piedra hacia mi, no dudarás en lanzar el doble, pero, cariño, tu no siempre fuiste tan fuerte, tu fortaleza se desarrolló por años de dolorosas experiencias, por años construyendo tu propia armadura, una armadura la cual no permitías quitártela incluso frente a tu propio hogar, una armadura que por momentos parecía derretirse mostrando tu talón de Aquiles, tus inseguridades, tu vulnerabilidad, vamos cariño, permítete llorar un poco, permítete lamentarte un poco.
Hace mucho tiempo dejaste de luchar por tu nación, hace mucho tiempo dejaste de ver con desprecio a aquellos que tenían lo que tú envidiabas, hace mucho tiempo tu corazón dejó de doler cada vez que te lo rompían, hace mucho tiempo tu armadura dejó de ser de plata para ahora ser de oro, tan hermosa, tan brillante. Hace mucho tiempo dejaste de llorar por los brazos que nunca te recibieron. Quería decirte que estaba bien sentir rencor por aquellos que si fueron recibidos, quería decirte que no iba a pasar nada si los odiabas un poco, fue entonces cuando me di cuenta que no podías odiarlos, porque a pesar de todo, los amabas, los amabas porque cuando esos brazos no te recibieron, ellos estiraron sus brazos y te amaron tanto como tu los amas a ellos. Ellos te criaron y no podías odiarlos, tu los amabas.
Un día me dijiste que estabas acostumbrada, te dije que nadie debería acostumbrarse a ese tipo de cosas, no le diste mucha importancia, encogiste tus hombros y volviste a ponerte la armadura.
Cariño, la armadura es tan gruesa que no me permite abrazarte, quítatela, no es necesario que seas fuerte conmigo, no es necesario que sonrías si tu sonrisa no llega a tus ojos, no es necesario que finjas que todo está bien. «Gracias por no huir.», me rompiste el corazón cuando tus labios desbordaron esas palabras y sonreíste tristemente, lo hiciste ver como si cada vez que tu corazón se abre, le dieran una puñalada y tú tuvieras que ponerle una mísera curita. No mereces eso. No estoy dispuesta a darte una maldita curita, te daré un hilo y una aguja y te enseñaré como se remienda un corazón, un corazón mal cicatrizado y lleno de paredes. Te lo enseñaré todo.Así que, cariño, permítete ser débil mientras estás entre mis brazos.
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Los confines del universo y de mi mente.
PoesíaPensamientos turbios, radiantes, llenos de alegría, de tristeza, de rabia, de melancolía. Pensamientos sueltos que me atormentan como sueños aun cuando estoy despierta. Pensamientos del futuro, del pasado, del presente. Pensamientos que encajan a la...