Conversaciones

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Y son este tipo de conversaciones la que me mantienen viva, las que me confirman que cierto corazón solitario, desolado y casi en penumbras, muy lentamente sigue latiendo. Son este tipo de conversaciones las que me confirman que sigo sintiendo, ¿El qué? Da igual, pero importa. Importa porque retrasa la conversión en piedra. Mi corazón no quiere ser frío, no quiere ser hielo, sigue luchando a pesar de que yo ya haya desistido. Pero este tipo de conversaciones me ayudan a divisar un pequeño y tenue rayo de esperanza,  que intenta abrirse paso en mi oscuro y vacío cielo. Este tipo de conversaciones me dicen que no soy tan mala como a veces me pinto, que tengo un valor especial del que soy inconsciente. Estas conversaciones son un poco de luz en mi sombría existencia.


¿Y qué tipo de conversaciones son?


No una cualquiera, no una simple. Conversaciones largas, de esas en las que se te pasan las horas sin siquiera percatarte. Abrumadoras, de esas que te dejan con miles de sensaciones en el cuerpo. Profundas, de esas en las que abres tu mente y tu corazón y solo dejas que los dedos se deslicen con soltura y decisión sobre el teclado. De esas en las que parece que las palabras cobran vida propia, que te traviesan una a una, dejándote disfrutar de la sensación que producen. Palabras que calan y se tatúan bajo la piel, que te marcan, que te definen. Palabras que no piensas, pero a la vez sí. Que las dices y te sientes identificada. Que las saboreas y te reconoces en ellas. Que las observas y ves tú reflejo. Y ahí es cuando yo me encuentro a mí misma.

Me encuentro perdida entre tantas palabras, hundida entre tantos sentimiento. Viviendo entre la muerte. Acompañando a la soledad. Encariñándome con el vacío. Siendo parte de la nada. Me encuentro abrazando al viento. Escuchando al silencio. Mirando a la oscuridad. Alimentándome de la desgracia.
Ahí me veo. Consiguiendo, por un momento entender porque nadie lo hace.


Así que no me quites esas conversaciones, porque son un túnel de salida. Un refugio en el olvido.

Escritos para el hoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora