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(outfit en multimedia)

En la noche, Sebastian tendría una cena con el jefe de una empresa con la cual está a punto de firmar un contrato y todavía no sabe que hará ya que no tiene idea de economía y negocios, y por eso se encuentra en frente mio, de rodillas, suplicando.

- Por favor, ______! Tienes que venir conmigo! - Vuelve a rogar, esperando a que le responda. Yo, mientras tanto, me levanto del sofá y camino hacia la habitación para abrir el armario y él me sigue y se sienta en la cama.- Por favor, aunque sea una ho-

- Ya, cállate. Dónde es la cena?- Pregunto arrojando vestidos sobre la cama donde se encontraba. No responde y sale de la habitación para volver con un papel.

- Es dónde almorzamos la otra vez- Dice y deja caerse entre todos los atuendos de ropa.

- Oh... No es tan elegante, podría soportarlo.

- Perfecto, luego de eso iremos al Tarot, queda a unas cuadras- Dice feliz y comienza a preparar su traje.

-Wow, alto ahí vaquero. No he dicho que si a eso.

- Pago yo.- Vuelve a hablar y sale de la habitación.

Sigo pensando que no es una buena idea, pero es la única.

Para la noche elijo un jean de color negro, con una camisa blanca y accesorios.

Pasamos la tarde viendo Netflix y seguimos conociéndonos. Estamos viendo la película "Amor y prejuicio".

-Te gustan estas películas?- Susurra sentado en el sofá, a mi lado izquierdo. Yo respondo con un Shh, amo estas películas. Sebastian ríe y sigue mirando la película, estamos por la parte donde el Señor Darcy descubre que está enamorado de Elizabeth Bennet, entonces va a su encuentro pero ella lo rechaza, ya que él había hecho imposible la unión entre su hermana y un amigo de Darcy.

Como suele pasarme, no importa cuantas veces haya visto la película, reacciono como si fuese la primera. Con esto me refiero a que me encontraba en el cómodo sofá, con una rodilla y un pie apoyados, mientras comía algunos palomitas, haciendo pequeños gritos de emoción, creyendo que el Señor Darcy y Elizabeth Bennet se besarían, pero todo aquel que la haya visto sabe que no es así, como yo.

Mientras tanto, Sebastian se encontraba a un extremo del gran diván mirando la película completamente relajado, como si no fuese la primera vez que la ve, todo lo contrario a mí, claro está.

- No crees que se van a besar, o sí?- Cuestiona, acomodándose para sentarse derecho.

- No, no lo creo. En realidad lo sé, no se van a besar.- Respondo, apoyándome en el respaldo.

El se acerca y queda a mi costado con su brazo apoyado en el respaldo, mirando mi perfil ya que yo mantengo puesta la mirada en el caro televisor.

Llega la parte en que el Señor Darcy decide respetar a Elizabeth y la deja ir. - Ojalá encuentre un hombre como el Señor Darcy.- Susurro al mismo tiempo que llevo un bollo de palomitas a mi boca. Sebastian pregunta

- Te gustan los prejuiciosos?- Y claro que no,sino que me refiero a alguien así de respetuoso y caballero, no como los príncipes de Disney, pero similar.

- No, yo no he dicho eso. Me refiero a que deseo a alguien así de respetuoso como él, que pueda esperar el tiempo necesario para que la otra persona asimile las cosas, o cuando diga que no.- Respondo y me giro para verle a la cara.

- Algo así como los príncipes de Disney?- Asiento y vuelvo mi vista a la película- Pues, que esperas? Tienes uno en frente- Dice y río.

- En frente tengo al Señor Darcy, Seb. - Digo y me levanto riendo del sofá, para llevar el bol de palomitas a lavar. El rumano se levanta y viene detrás de mí. 

- Sólo diré que me has llamado Seb e ignoraré el que me hayas evitado- Ríe y yo río con él.

Así es como pasamos la tarde.

Ya en la noche, Seb había afeitado ya que, según él, no le quedaba tan bien y su barba estaba demasiado larga. 

- Pareces un bebé sin tu barbita- Le digo mientras toco su barbilla con mi dedo índice dos veces.

- Y tu pareces la mujer que todo hombre sueña- Me sujeta de la cintura y lo único que logra es un sonrojo por mi parte. Sonríe - Has pensado lo que te he dicho? -Pregunta.

La verdad es que no lo he hecho, sólo de recordarlo me causa enojo porque no creo que sea buena idea ya que seguramente es una persona que abusa de gente como él para robar dinero, aunque muero por saber qué es  esta vida.

Me muevo de un lado al otro de la gran habitación, llevo puestos unos tacones nude y me están matando, pero no tengo suficiente paciencia para quedarme sentada, obviando que soy muy inquieta, para esperar a Sebastian, quien se encuentra en el vestidor de nuestro cuarto, tratando de elegir un traje para hoy.

Sale por tercera vez del vestidor con una camisa azul eléctrico y saco, pantalón y corbata, los tres negros. Ah, y sus zapatos también.

- Y, qué tal me veo? -Pregunta, agrandado sus brazos y mirándose a él mismo.

Por mi parte, lo único que hago es arrugar la nariz y negar con la cabeza, dando a entender que no acordaba para  esta cena, como los anteriores.

-Vale, elige tú.- Dice rendido, ya que anteriormente yo le había ofrecido elegir por él, pero se rehusó y quiso intentarlo, cosa que me parece bien.

Avanzo hacia el vestidor y me encuentro con una infinidad de sacos, pantalones, corbatas, moños, etcétera.

Lo primero que llama mi atención es un saco junto con su pantalón de algún tipo de verde a cuadros, ambos, que se encontraban colgados uno al lado del otro.

Giro mi cabeza para mirar a Sebastian, que ya se ha sacado el traje y ha quedado en calzoncillos, musculosa blanca y medias, y vuelve a causar un sonrojo en mi rostro.

Miro el traje y lo aparto para dedicarme a buscar una camisa y alguna corbata, y luego de unos minutos doy con ellas.

-Ten, póntelo.- Se lo entrego y dejo el vestidor.

Al final, ha optado por mi bella opción, y a eso de las ocho y media dejamos el departamento.

Saludamos a Charles Carter y Dennis nos dirije al Restaurant.

Al llegar se encuentran dos hombres sentados en una mesa del fondo, con trajes muy caros y me permito suponer que son los empresarios, ya que al vernos ambos se ponen de pie.

- Sebastian, amigo! Qué bueno es verte!- Dice el primero en saludar a Seb para darle un apretón de manos y abrazarlo. Era alto, algo así de un metro noventa o tal vez más, rubio con un poco de barba y fornido.

Según Dennis, se llamaba Christopher Evans y era dueño de una de las empresas más conocidas del mundo, Evans Co, obviamente.

El rumano lo único que responde es un "Qué gusto también" y saluda al otro hombre, para luego sentarse.

- Hola, preciosa- Christopher Evans sujeta mi cadera y susurra muy cerca de mí oído.

Esto no va a salir bien.

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He aquí Christopher Evans 😻

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He aquí Christopher Evans 😻

This is not my life •Sebastian Stan• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora