[Fase I (Capitulo II): Restos del dardo de memoria]

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Sinopsis: Un pequeño recuerdo, una pequeña palabra, frase o imagen es capaz de hacer reflexionar a la mente más complicada cuando pega, como un dardo peligrosamente preciso, en el lugar indicado y en el peor de los casos te lleva a dudar sobre tu existencia.

Nastei era esa clase de personas, una diana en un laboratorio que sólo Teser, que para su desgracia lo conocía mejor que nadie, era capaz de apuntar con aquel dardo de memorias justo en el centro, destrozándolo por mucho tiempo. Timane, por el contrario, no puede hacer nada por él, así que decide distraerse como siempre.

.-.

Aún con el abrazo, el doctor seguía sintiéndose mal, culpable por no hacer nada en estos últimos años por su figura paterna.

Timane, que había soltado el abrazo hace unos minutos, seguía parada a su lado. En parte también se sentía culpable, creía que era el frío de sus brazos, sumado al triste recuerdo, lo que hacía que el humor de Nastei no mejorara ni un poco.

- ¿Limpiaste todo? -preguntó Nastei, tratando de alejar a su padre de su mente.

-Falta una mancha en la alfombra del subsuelo. Parece que Teser rompió una taza con té ahí, y te buscaba para preguntar qué serviría para quitarla.

-Creo que servirá un poco de agua tibia y detergente-explicó volviendo poco a poco a su tono de voz normal-. Sólo colocas un poco en un paño y lo pones sobre la mancha, para después secarla con un paño seco; continúa alternando de esa manera hasta que se quite.

-Entendido. -afirmó la chica saliendo de la habitación por las cosas que necesitaba.

Nastei se quedó mirando la puerta por unos segundos luego de que la pelinegra se retirara, poco le importaba la mancha en la alfombra pero, incluso con la compañía de la chica, él se sentía vacío, solo, como si fuera nada más que un esqueleto con capas de músculos, grasa y piel. A veces se preguntaba si realmente sentía una emoción con lo que hacía, o sólo creía que debía hacerlo.

Con una usual expresión neutra- ni siquiera era tan expresivo con Timane, quien tenía mayor afinidad con él-, se recostó sobre su cama, cansado de todo. Ni siquiera se molestó en apagar la luz o cerrar la puerta para dormir en una habitación oscura y silenciosa, prefería escuchar algún sonido y recordar que no estaba solo en el enorme local.

Mientras tanto, Timane terminó de limpiar la mancha; ella no podía dormir, no lo necesitaba y no es como si lo lograra al cerrar los ojos. A cambio, se ponía a hacer el inventario de la farmacia, leer, limpiar, ordenar, jugar algo de vez en cuando o cualquier cosa que la tuviera entretenida durante el pasar de la noche. A veces se recostaba sobre la mesa, con la cabeza entre sus propios brazos y moviendo las piernas de un lado a otro buscando descansar.

Las células humanas del recubrimiento de piel que tenía eran muy sensibles, cualquier cosa podía dañarlas y dejar expuesto el esqueleto de cristal que poseía, como ese día que accidentalmente le cayó café caliente en sus manos y parte de su brazo derecho. Esto implicaba que las mismas necesitaban energía para recuperarse, pero ella no necesitaba comer, si bien lo hacía de vez en cuando para sentirse más humana, la energía la obtenía de una máquina de Nastei.

Cuando menos se dio cuenta, ya estaba amaneciendo. El tiempo se le pasó muy rápido, ¿Cómo, si sólo estaba sentada en la mesa? Se levantó buscando buscó rápidamente la cafetera para preparar el desayuno. Claro que esta vez no lo llevaría en manos para que ocurra otra vez el accidente de la mañana anterior.

En plena preparación escuchó como sonaba la campana de la puerta, asomó la cabeza para comprobar de quien se trataba y se sintió aliviada al ver a Teser ahí.

-Buenas, ya llegué como siempre. -dijo con su usual tono alegre mientras hacía girar una copia de la llave en su dedo.

Timane le sonrió de vuelta, lo cual sorprendió a la morena, ¿acaso ella estaba siendo expresiva?

-Me alivió que fueras tú, y no otra persona. -le dijo Timane como si pudiera leer sus pensamientos.

-Buenos días Timane... -se escuchó de repente, seguido de un bostezo detrás de las chicas.

El profesor tenía pronunciadas ojeras bajo sus ojos y no traía sus gafas; además de seguir con la ropa del día anterior, estaba arrugada, revelando que ni siquiera se había cambiado para dormir.

-Vaya siesta. -comentó Teser.

Nastei ignoró a su hermana menor, pasando a servirse café y tomar todo de un trago. Pasó un largo rato hasta que finalmente el castaño estuvo en sus cinco sentidos y Teser pudo hablar.

-Estuvo lloviendo toda la noche, además, parece que con los restos del rocío, cuando salga el sol será una verdadera maravilla con las flores primaverales.

- ¿De verdad? No lo sentí para nada... -mencionó la chica de cristal pensativa.

Una luz naranja iluminó algunas zonas con las ventanas abiertas, como una señal para que levantaran las persianas de la farmacia. Ambas chicas lo hicieron, encontrándose con una bella vista ante sus ojos. Con el brillo del sol y las gotas de lluvia, cada flor en la calle estaba brillando, se veían más hermosas que siempre.

Era una bella y pura imagen para los tres, tanto para Teser, como para Nastei y Timane.

Palabras

>Historia: 800

>Sinopsis: 100

>Juez de categoría: HxppyGxrlmenciona un usuario

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⏰ Última actualización: Aug 12, 2018 ⏰

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