Vino

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Llevo una semana viviendo con Levi, el hombre que creía conocer realmente había cambiado.

Era incluso más hermoso que cuando tenía 16. Desde que tenía 8 años y el pelinegro se había ido siempre soñé con volverlo a ver, todos los años había esperado a que en vacaciones volviera, pero Levi nunca volvió a aparecen en el pequeño pueblo.

Cuando había recibido la llamada de que había sido aceptado en la universidad había estado feliz, demasiado ya que podría vivir en la misma ciudad que su Rivaille y quizás podría encontrárselo en algún momento. Cuando su madre Carla había comentado la noticia con la madre de Levi esta sin dudarlo había dicho que no se preocupara por el alojamiento, que el podría lo más bien irse a vivir con Levi a la ciudad. Por obvias razones se había negado en un principio, ya que habían pasado 10 años sin verse y seguramente Levi ya estaría viviendo con alguien. Después de que la mujer le había dicho varias veces de que no sería un problema en la casa de su hijo y que además él podía, después de que encontrara un trabajo, ayudarle a pagar parte de la renta y otras cosa él había aceptado.

La mujer lo había tomado fuertemente de las manos y le había dicho >>Solo tienes que prometerme que cuidaras a mi hijo por mi ¿sí?<< él sin dudarlo había aceptado, el cuidaría y protegería con su vida a Levi.

Ahora se encontraba cocinando tranquilamente la cena. Había que admitir que los tres “percances” que habían tenido esta semana habían sido totalmente su culpa. El realmente había intentado hacer sus necesidades cuando Levi no pudiese verlo, pero definitivamente todo estaba en su contra, las tres veces Rivaille lo había encontrado. De solo pensarlo la vergüenza se agolpa en su rostro.

Hoy en la mañana había sido bastante más bochornoso que las dos veces anteriores. Levi se había levantado más temprano de lo normal, por lo que nunca se imaginó que lo pillaría desnudo en la ducha. Había querido detenerse pero el hecho de ver a Levi solo con el bóxer puesto había incendiado su cuerpo de placer haciéndolo correrse justo después de que Rivaille cerrara la puerta.

Volvió al presente y un fuerte rubor subió a sus mejillas cuando escucho la puerta de entrada abrirse, respiro hondo tratando de clamarse, ambos eran hombre por lo que Levi debía entender sus necesidades básicas. Termino de ordenar la mesa y volvió a fijarse de la comida, sentía la penetrante mirada sobre su cuerpo, pero no se giró, todavía estaba avergonzado.

Sintió cuando este se fue de la puerta de la cocina. ¿Debería hablarle? no lo sabía pero aun así camino hasta el pasillo que daba a las habitaciones y el baño compartido.

– ¿Levi?– lo llamo dudando primero – ¿Vas a bañarte antes de comer?– le pregunto tranquilamente mientras sonreía un poco.

–Si– le respondió seco mientras se apresuraba en entrar al baño.

Miro extrañado la puerta ya que no era normal que Levi entrara sin un cambio de ropa, en estos siete días había aprendido que el hombre siempre tomaba un café bien cargado antes de irse al trabajo, cuando se bañaba siempre, SIEMPRE llevaba la muda de ropa con él, no fuese a ser que en “pequeño” Eren lo viese desnudo… además de otras cosas sobre la limpieza que ya conocía.

Volvió a la cocina y apagando la llama de la comida, sirvió los platos y espero a que Levi saliera del baño.  

Aburrido después de esperar varios minutos, se acercó de nuevo a la puerta del baño.

– ¿Levi? ¿Estás bien? La comida se va a enfriar– llevaba más de 20 minutos esperando al pelinegro y la comida realmente se estaba enfriando.

–Sí, salgo en un momento– escucho la regadera apagarse por lo que se dirigió de nuevo a la cocina y recalentó un poco la comida.

Después de eso comieron sin ningún percance, al contrario de lo que pensaba Levi no le dijo nada respecto a lo que había pasado en la mañana, es más había traído un exquisito vino que según le dijo se lo habían regalado en la oficina. Después de comer habían mirado un poco de televisión, él se había reído como un loco con el prologaba de entretención mientras que al contrario Levi solo había sonreído en algunas partes, aun así el hombre se veía mucho más lindo sonriendo.

¿¡Como que no!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora