El Espejo

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Abro la puerta lentamente, esperando no hacer mucho ruido. Dentro del apartamento están dormidos, eso lo sé, deben estarlo teniendo en cuenta la hora. Dejo el abrigo empapado en la percha, y me quito el sombrero, las botas dejan un rastro de lodo hasta la cocina, pero no tengo deseos de limpiar, ya lo hará Sophie mañana.

La cabeza me estalla, y no aguanto las piernas. He bebido toda la noche, y me he dedicado a aplazar la llegada a casa todo lo posible; puede que me haya pasado de copas, y que incluso haya fumado un poco de hierba que mis amigos me ofrecieron en el bar, pero no lo recuerdo, estoy demasiado mal en este momento. Arrastro los pies por el departamento y las paredes tienen una textura extraña y rugosa cuando paso los dedos a través de ella, en la espera de encontrar el apagador de luz, pero no logro dar con él. Siento los brazos caer a mis costados cómo si estuvieran hechos de gelatina, y los sonidos de la calle y la lluvia me parecen confusos y demasiado lejanos. Ahí está de nuevo ese incesante martilleo en la cabeza.

En la nevera solo hay cervezas, un poco del asado de la cena guardado en un refractario amarillo, y algunos yogures. Cojo una botella y me dirijo en silencio a la habitación del fondo. Brian me mueve el rabo cuando paso junto a él, se encuentra acostado en su sillón favorito; le acaricio las orejas antes de entrar al baño y despojarme del resto de la ropa mojada. Me siento sucio, pero no quiero darme una ducha porque estoy cansado, así que me quedo en calzoncillos mientras bebo la cerveza frente al espejo del baño y me observo: estoy hecho un desastre.

Decido que no debo darle importancia, me encuentro demasiado mal esta noche, así que me dirijo a la habitación que se encuentra en silencio y me meto en la cama.

Sophie está dormida, debe haberse acostado temprano al ver que no llegaba, porque duerme muy profundamente, no se da cuenta cuando llego a su lado para cubrirla con el cobertor, luego le beso la frente. Sus brazos están helados, así que me aseguro de cubrirla hasta la nariz en un intento de que entre en calor y duerma tibia. Apago la luz de la mesita de noche y nos quedamos a oscuras, afuera cae una lluvia torrencial y los relámpagos iluminan el cielo traspasando las ligeras cortinas de algodón de la ventana que tengo detrás, llenando de luz blanquecina la habitación por momentos. Estoy tan cansado que me acomodo y me dispongo a dormir de inmediato. Es hasta que me estoy quedando dormido que noto algo extraño en la habitación tenuemente iluminada: el espejo del tocador esta roto. Una línea lo atraviesa completamente, de arriba abajo y solo la parte superior quebrada permanece en el marco, lo demás se ha hecho añicos y los trozos que cayeron se encuentran desperdigados entre los perfumes de Sophie, que están tirados y volcados en la superficie el tocador. Me extraña, pues no creo que aquello lo haya provocado mi esposa, ni siquiera en un ataque de furia, pues la conozco demasiado bien. Sophie lo habría limpiado... y Brian no es capaz de haber saltado y hecho ese desastre, es demasiado pequeño y no alcanza la altura del mueble... entonces, ¿qué ha ocurrido?

Miro la habitación con insistencia, y todo me parece de pronto fuera de lugar. Nada encaja... ¿la mesa de la televisión no se encontraba mas a la derecha?

Intento despertar a Sophie temiendo que alguien haya entrado a robar, mientras agudizo lo mas que puedo el oído al darme cuenta de que todo está mal. Le sacudo el hombro, llamo su nombre, pero o está demasiado dormida o ha decidido ignorarme. Está tan fría... es entonces cuando mi pierna se mueve dentro de las sábanas y se siente empapada. No empapada por la lluvia como estoy yo después de haber caminado desde la estación del metro hasta mi departamento, ésta es una clase de humedad caliente. Descubro el cobertor para poder sacar las piernas y no soy capaz de ahogar un grito de terror cuando veo mi pierna manchada de rojo, al igual que el camisón de lino de mi mujer.


 Echo lo que resta de los cobertores hacia atrás con la mano temblorosa. Mi movimiento es tan impreciso y débil a causa del pánico, que el primer intento falla y tengo que repetir el movimiento empleando en ello toda mi fuerza, para en esta ocasión, revelar las sabanas de la cama bajo mi mujer totalmente empapadas. Una extensa mancha oscura y espesa se extiende en una abertura desgarrada de la tela de su camisón a la altura de la espalda baja. Entonces, un rayo estalla en el cielo por fuera de la ventana, y su luz se proyecta a los adentros de la habitación, fulgurando sobre una superficie brillante y cristalina que sobresale de la espalda de Sophie. Pese a mi estado de shock, la identifico de inmediato. Mi cerebro la relaciona en cosa de segundos al vidrio roto del espejo del tocador. Se trata de un fragmento del espejo, hundido en su cuerpo.

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