Capítulo único

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I.

Tuvo que aguantar dos días de intercambios de miradas cómplices y risitas estúpidas cuando creían que no estaba viendo. Crea y su padre no sabían disimular ni aunque sus vidas dependieran de ello pero por alguna razón incomprensible Shion se aguantó las ganas de golpearlos.

Llegado el día, cuando Crea le pidió que lo acompañara a una misión secreta y que "de paso" fuera con los ojos vendados, Shion le tuvo que dar su merecido porrazo. Terminó siguiendo a su amigo igual, pero con los ojos descubiertos porque no era idiota. La sorpresa resultó ser un pastel torcido, con una decoración desastrosa. Shion se burló de los dos "pasteleros" con ganas hasta que parecía que se hundirían en la miseria. Sólo entonces probó un pedazo del pastel y sentenció con un "no está mal". Les tuvo que frenar la fiestita cuando se alegraron demasiado por su simple declaración.

El obsequio extra fue de parte de Crea, un paño rojo que el castaño calificaba muy orgulloso de "tesoro". Shion agradeció diciendo que le sería útil para limpiar las ventanas sucias. Sólo cuando su mejor amigo no estaba mirando se amarró el obsequio alrededor de la cintura. Algo así como decoración, suponía.

El resto del día consistió en salir a aventurarse con Crea por el bosque cercano y luego en su padre tratando de hacer la cena para ahorrarle un trabajo a Shion y arruinando completamente todo.

Pese a la estupidez que le rodeaba, Shion se sintió genuinamente feliz el día que cumplió once años.

II.

Su estómago dolía ¿Cuándo había comido por última vez?

También sentía la boca seca, como si hubiera mordido arena.

Shion vagaba por aquella aldea, dejando un pequeño rastro de sangre detrás de él. Su último encuentro con su padre... no, con Rchimedes, había sido un completo desastre. Shion tenía magia, un poder increíble, pero no tenía ni la más mínima idea de cómo usarlo. Era gracias a su instinto y algo de suerte que sólo salió con una herida en el brazo y no algo peor. De terco se rehusaba a utilizar el estúpido pañuelo rojo para presionar la herida y en cambio usaba su mano buena.

Estaba esperando conseguir algo de ayuda en ese lugar pero absolutamente todos los pueblerinos se habían atrincherado en sus casas por temor al terrible Rey Demonio y se negaban a ayudarle por temor a que fuera una emboscada. Shion ya no aguantaba escuchar la forma en la que su propia voz se quebraba cada vez que imploraba por agua, comida o por lo menos un maldito retazo de tela.

Al final se detuvo en la parte trasera de una casa y se dejó caer al suelo. Apoyó su espalda contra la pared e inhaló una profunda bocanada de aire. Apenas lo hizo una tos horrible se apoderó de él pues su garganta estaba más seca que un desierto. Tardó varios segundos en poder calmarse y para entonces le dolían los costados, sin mencionar que las punzadas en su brazo estaban empeorando.

Intentó lo que había visto a su padre haciendo, magia curativa, algo que no tenía idea de cómo utilizar pero que a esa altura era su última alternativa. Al principio no consiguió más que hacer que su mano brillara y su cuerpo se agotara más de la cuenta, pero eventualmente consiguió un resultado; podía ver cómo parte de la herida comenzaba a cerrarse aunque de alguna forma eso también era terriblemente doloroso, tanto así que estaba apretando los dientes y sudando para tratar de contener el grito que quería escapar de sus labios.

Se rindió con el trabajo a medias, no aguantaba más. Estaba jadeando, agotado por utilizar magia estando tan débil. Poco a poco se fue deslizando de costado hasta quedar acurrucado en el suelo y cerró sus ojos.

Starcrossed || Senyuu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora