MIEDO

4 1 0
                                    


Mis manos y mis piernas quieren  moverse,  Y no pueden. 

Escucho  los latidos de mi corazón cada vez más rápido. Estoy tan  indefensa!  

Casi sin poder respirar, paralizada  por la angustia que me produce ese instante que a veces parece ser eterno. De repente  siento esas manos grandes y fuertes que me oprimen la garganta.   Y si el miedo no fuese testigo de lo que me ocurre yo no faltaría a mi promesa de abrir los ojos para identificar ese personaje que sin ser llamado a menudo me visita

Siento miedo quizás también de descubrir y saber quien es. Me bloqueo, tratando de buscar un rostro que justifique el peso de  esas manos.  

Mi impotencia esta al máximo, mi limite también y  los dos lo sabemos,  que  mi voluntad ya no es mía,  estoy a su merced.   

Soló  falta un grito, sí y muy sonoro, tan fuerte que despeje mi garganta y permita que todo el aire que necesito,  llegue por fin a mis pulmones. 

Por un momento pienso que esas manos también sienten miedo,  porque cuando por fin aparece el grito, las  manos sin rostro  huyen  de inmediato. Ya no son fuertes, ni grandes, ya no  hacen daño, ni oprimen. Se han desvanecido  ante mis sentidos, tan rápido que parece que nunca han estado. Y nunca estuvieron o sí pero no de verdad. 

Esa fantasía propia de la ilusión  hace que  la misma pesadilla se repita siempre. 

MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora