Capítulo II: Cuerpo de estrellas

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En el capítulo anterior de "En otra vida":

Laurens conoció en persona al chico que siempre aparecía en sus sueños. Y al dormir se quedó atrapado en una horrible pesadilla...

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(Narrado por Alexander Hamilton)

...

Me despertaron unos sonidos.

Al abrir los ojos vi como las cobijas de la cama contraria eran movidas de manera tambaleante, parpadeé y tallé mis ojos, después escuché unos sollozos que parecían ser de Laurens.

–¿John? ¿Estás bien?–.

El débil lloriqueo no se detuvo. Me levanté y encendí la lámpara de su tocador.

Hice las cobijas a un lado. Vi como salían lágrimas de los ojos cerrados de mi amigo, se quejaba de algo y movía la cabeza, no me daba miedo, me sentí asustado al pensar en que estaría soñando.

Agité sus hombros y el siguió llorando dormido, me quedé helado al escuchar que dijo mi nombre. –¡Alexander! ¡No!–. Le grité que despertara y lo tomé de las mejillas, este poco a poco abrió los ojos húmedos.

–¿Laurens?–.

Él me miró confundido y con lágrimas en sus mejillas.

–Tranquilo, aquí estoy, sólo fue una pesadilla–. Me senté junto a él en la cama y lo abracé. Tenía muy presente el hecho de que apenas nos conocíamos, pero mi alma y cuerpo añoraban protegerlo.

Sentía como temblaba en mis brazos, puse su rostro sobre mi hombro y esperé a que se calmara. Lloró por algunos segundos, y cuando al fin dejó de hacerlo se separó un poco de mí y se secó las lágrimas en sus ojos.

La luz que reflejaba la luna era lo único que me dejaba ver su rostro, lucía tan indefenso, podría haberle abrazado por toda la eternidad. Respiró hondo y me habló despacio. –Lo siento...–.

–¿Lo sientes? No te preocupes, seré un buen compañero de recámara, voy... a protegerte, puedes contar conmigo–.

–Gracias, pero no hay mucho que puedas hacer por mí, últimamente le he tenido miedo a dormir porque... no dejo de tener pesadillas, todas cuentan la misma historia, pero esta estuvo aún peor que las anteriores–.

Coloqué uno de sus rizos detrás de su oreja y le sonreí delicadamente. –Quiero ayudarte de algún modo... ¡Ya! ¿Y si duermo a tu lado? Así podré despertarte en cuanto empieces a...–.

Me tomó de la mano.

Y nos quedamos mirándonos a los ojos.

Comencé a sentir algo en mi estómago, un calor floreciendo dentro de mí. Sonará raro, pero sentí como si ya hubiera conocido a Laurens antes... ¿Qué extraño no?

Me dediqué a contemplarlo, tan sólo su rostro tenía una belleza indescriptible, piel blanca delicada, ojos tristes y brillantes, como si hubiera una nebulosa dorada en ellos, las pecas que se amontonaban bajo sus hermosos ojos parecían estrellas, y sus rizos cambiaban de tono con la luz, a veces más acaramelados que antes.

En otra vida (continuación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora