Capítulo X: Libido alta

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Finales de Junio

No lo había visto a Matias desde ese entonces, le dije que me dolía la cabeza y por eso estaba de mal humor ese día. Había pasado un Martes y no me había dicho para salir, había terminado las clases del francés un lunes que, para mi suerte pasé de ciclo, el martes tenía planeado ir al malecon a caminar pero, él me dijo para vernos un rato, le dije que me diga hora y lugar ya que yo saldría a las 16h de mi casa y como no tengo celular, no tendría con qué comunicarme con él; me dijo a las 19h en el tambo cerca al hospital, le acepté y me fui.

Estuve caminando por mi distrito, fui a visitar un rato a una amiga y un cuarto para las 19h salí para ir al lugar, cuando llegué lo vi en caja con un chico, me hice la que no vi nada y me fui al refrigerador a tomar una bebida, estaba viendo entre agua de coco en botella o en cartón.

- La de aquí es más rica (me dijo señalando la de plástico)

- Gracias.

Noté que estaba solo, se habrá ido su amigo, pensé, agarré y pagué mi botellita, cuando salimos él paró, giré y estaba su amigo.

- Hola.

-Buenas noches. (estrechando su mano)

- Él es Manuel, trabaja en la cocina.

-Ah.

Empezamos a caminar, habían dos señores allí y escuché su ''mira, la chibola con dos mayores, que pena'' ignoré el comentario y seguimos caminando, ellos dos hablando y yo sólo estaba al costado de Matias, agarrada de la mano, fuimos hacia un parque y nos sentamos allí, le pedí el celular y me lo dio, sinceramente me importaba un pito su amigo, era mayor y no es que me agrade mucho los hombres mayores ya que son más confianzudos; pasó un buen rato y su amigo se fue, se despidió pero, me hice la sorda que estaba concentrada en el celular.

- ¿Caminamos?

-¿Ah? (alcé la mirada) ¿y tu amigo?

- Ya se fue, ¿ no escuchaste que se despidió?

- Pues si lo hubiera escuchado, me hubiera despedido, ¿no crees?

-Disculpa pues.

-Bueno.

Empezamos a caminar, me dio la mano y nos dabamos uno que otro beso, platicamos poco hasta que llegó un punto en el cual me comentó que ya se había mudado y me preguntaba que cuándo iba:

- No voy a ir a tu casa Matias.

- ¿Por qué no?

- Pues porque no, después se te sube la libido y no hay quien la baje.

- ¿No te gustó?

- Sí, me gustó.

-¿Entonces?

- Simplemente no lo voy a volver a hacer, ¿entiendes?. Allí viene tu carro, tengo que ir a casa ya, adios.

Me despedí con un fugaz beso en la mejilla, él subió al bus y yo me fui para mi casa, es un idiota, pensé, no cambia, ya ves, te lo dije Fernanda, todo cambiaria y te buscaría sólo para eso, que idiota eres en serio, ya olvidate de él mejor.

Una historia muy hermosa...para ser tan cortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora